Las primeras reacciones de la cadena triguera relativas a la aprobación del trigo HB4 son netamente negativas. Fuentes del sector exportador dijeron a Bichos de Campo que, en lo inmediato, reforzarán los controles que se realizan sobre los camiones para evitar posibles casos de contaminación con partidas de trigo convencional. En tanto, los acopiadores alertaron que no se puede descartar esa posibilidad. Y ambos analizan hacer una presentación judicial para intentar neutralizar la resolución del Ministerio de Agricultura.
Una posible demanda judicial “está bajo análisis, pero lo que sí vamos a hacer es reforzar controles: no se aceptarán granos de trigo con presencia HB4 en ningún camión destinado a la exportación”, dijo Gustavo Idígoras, presidente del Centro de Exportadores de Cereales (CEC).
Eso implica una generalización de los controles en los puertos sobre los camiones que ingresen con trigo, un procedimiento que consume tiempo y recursos. Usualmente las cargas se someten primero a un análisis visual por medio de la plataforma ZoomAgri y, si hay sospechas de que los fenotipos responden a las variedades que contienen el gen HB4, se puede luego confirmar o no con un análisis genético (PCR); según comentaron los exportadores, este análisis puede tener un costo de hasta 18.000 pesos.
En “A Todo Trigo”, el congreso cerealero que se realiza en Mar del Plata, todo los sectores se desayunaron esta madrugada con la resolución de Agricultura que aprobó la siembra del trigo HB4 sin esperar un aval semejante en Brasil, que era la condición que el propio gobierno había impuesto en 2020.
Fernando Rivara, el presidente de la Federación de Acopiadores, reconoció en conferencia de prensa que nadie se esperaba esta decisión. Luego de los discursos de rigor, donde se guardaron normas de cortesía, los diversos sectores se reunieron en el piso 10 del hotel Sheraton con el ministro Julián Domínguez. Nadie quedó convencido con su explicación, que, por el contrario, desató incontables dudas.
“Me cuesta creer que esto se lleve adelante porque vamos a reclamar ante la justicia. Y tengo entendido que los exportadores están analizando una presentación similar. Este gobierno es un firme defensor de Bioceres: desde que asumió quiere ver aprobado el trigo transgénico de esa empresa. Pero no se porqué tengo yo que pagar funcionarios que se dediquen a custodiar los intereses comerciales de una empresa”, dijo Rivara, bastante enojado, con la decisión oficial.
El acopiador repitió que el problema no es ni ideológico, ni de rechazo a una tecnología, ni nada parecido, sino que está fundado en el temor a una represalia comercial. “Lo que estamos planteando es un problema de comercialización; no analizamos otro tipo de situaciones. Nosotros pensamos es nuestros clientes. Lo único que decimos es lo que va a pasar el día que nuestros clientes cuando aparezca con trigo mezclado con los genes HB4. ¿Quién se va a hacer cargo (del daño)?”, preguntó Rivara.
Según el presidente de la organización que agrupa a los acopiadores argentinos, hoy es imposible segregar la producción de un trigo transgénico respecto de uno convencional, pues eso implica un sobrecosto que nadie está dispuesto a asumir. Comparó la situación con la del maíz pisingallo, que es el que se usa para hacer los pochoclos y, al tratarse de un producto con consumo directo por parte de humanos, no sólo no emplea eventos transgénicos, sino que además requiere una certificación orientada a probar que está libre de tales materiales. Por ese motivo, se paga por el pinsingallo casi el doble que el maíz convencional y eso justifica el costo adicional de producció, cosecha, transporte y almacenamiento.
No sería el caso del trigo HB4, que por ahora no tiene valor pero, según Rivara, valdría menos que el trigo libre de transgénicos porque sencillamente no es aceptado por el consumidor. “Yo doy mi opinión: la exportación va a pagar menos por el trigo, pues ahora tiene la posibilidad cierta de que llegue a destino un barco y se lo rechacen si aparece una contaminación”, expresó Rivara, quien es propietario de la empresa homónima.
Por lo pronto, Idígoras confirmó a este medio que se reforzarán la controles en puertos para evitar esa posible situación, como ya sucedió durante varios años con la soja Intacta de la entonces Monsanto. Los costos, ya se sabe, lo más probable es que terminen siendo prorrateados de los precios pagados a los productores.