La primera mitad del año ha arrojado números a la baja en casi todos los índices de actividad económica. El 2024 ajustó los bolsillos de los argentinos y el impacto sobre la vida cotidiana fue muy profundo. lo demuestran, por ejemplo. las preocupantes cifras sobre el consumo de carne vacuna, que ha alcanzado su mínimo histórico en los últimos 110 años.
En este escenario, mientras ganaderos y frigoríficos argentinos miran con atención un panorama incierto en el mercado interno, el sector pone todas sus fichas en el mercado exterior.
“La oportunidad está en el mundo”, ratificó a Bichos de campo Luis Bameule, un nombre relevante en el mundo de la carne porque supo presidir la firma Quickfood, la enorme fábrica de procesamiento de carne vacuna que creó las populares Paty, el sinónimo de hamburguesa en la Argentina.
Cuando tenía apenas 30 años, junto a “Tito” Lowenstein y José Moché, Luis veía nacer el producto que revolucionaría el mercado de los “fast foods”, y del que hoy se comercializan 60 millones de unidades al año. Parece paradójico, porque esa tendencia al alza en nada se parece a la caída general en el consumo de carne vacuna que a mediados de año, según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), se ubicaba en torno a de 44,8 kilos por habitante. El panorama hoy es muy distinto a los 52,4 kilos per cápita promedio registrados en 2023 y más aún del promedio histórico, de 72,9 kilos. Estamos en niveles de consumo de 1920.
De todos modos, la salida que vislumbra el sector es exportar más o, como ya han dicho otros referentes, “agrandar la torta”. La lectura que hacen es lineal: cuanto más se exporte, más dólares entran al país, y mejor es el ingreso de los argentinos, que pueden así mejorar sus niveles de consumo.
El problema está en que, en ese aspecto, el sector no es autónomo, y si bien todos quieren pegar el salto definitivo, en materia de consumo interno la pelota parece estar del otro lado de la vereda que le toca a la situación económica. “Eso tiene que ver con la política”, afirmó sin filtros Bameule, que pidió con urgencia ir hacia políticas de estado y detener la “persecución” a la carne argentina.
Con un Premio Konex bajo el brazo, casi 76 años de edad, y una extensa carrera en la ganadería, Luis lo ha visto casi todo. Ya lo ha dicho en entrevistas anteriores, “Argentina se tropieza siempre con las mismas piedras”, y su pedido es harto conocido: menos retenciones y exportación sin límites. Aún así, las distintas administraciones han dispuesto del agro a discreción.
Mirá la entrevista con Luis Bameule:
Mientras Argentina oscila entre limitar la exportación para fortalecer el consumo interno, y luego fomentarla con aperturas intermitentes, como sucede en la actualidad, el mundo sigue en movimiento y el comercio mundial no deja de crecer. Aunque se ha reconfigurado hacia el mercado asiático en detrimento del europeo, pero demanda hay. “La demanda está”, recuerda el consultor ganadero. El tema es que Argentina pueda adaptarse con suficiente dinamismo a esa tendencia.
“Otros países competidores han ido más rápido y han crecido proporcionalmente más que nosotros”, explicó Luis. Y son dos los casos que lo confirman: por un lado, el de la carne boliviana, que ya llega a China en cantidades considerables; y, por el otro, el de Uruguay, que se ha metido de lleno en el mercado israelí y sus exportaciones alcanzan la mitad de lo que vende Argentina, con apenas un 20% de nuestra capacidad productiva.
En economía el tren no pasa sólo una vez, pero perdérselo tiene consecuencias notables. “Estamos a media máquina”, lamentó Bameule, que considera un error garrafal haber limitado durante tanto tiempo las exportaciones para fortalecer el mercado interno, y más aún que el sector ganadero siga pagando retenciones. “Esas son cosas que el mundo normal no hace”, afirmó.
Preocupado por nuestra posición en el comercio global, agregó: “Algo hacemos mal porque a nuestros competidores les ha ido mejor. Argentina hace 13 o 14 años que no crece, y Uruguay ha aumentado 40% el PBI por habitante”.
Entonces, dejar de ser la oveja negra, o los “raros del escuadrón”, como destaca Luis, depende de decisiones gubernamentales. No falta genética, ni mano de obra, ni conocimientos: “falta política”, ratificó el especialista.
Hasta el momento, el gobierno de Javier Milei ha dado señales claras al sector, con la eliminación de restricciones a la exportación y la disminución de las alícuotas de retenciones para todas las proteínas animales. Pero el reclamo es por transformaciones de fondo, y eso significa eliminar las retenciones, que todavía perduran en 6,75% para la mayoría de los cortes bovinos.
“Entendemos que eso tiene que ver con un problema presupuestario, pero la verdad es que siempre la paga el campo”, señaló el experimentado consultor, que advirtió que los ganaderos son los que tienen “más capacidad de reacción” y son los más afectados, porque se les quita una parte de lo producido pero luego “esa plata de las no vuelve en infraestructura”.
De todos modos, y más allá de la carga fiscal, Bameule puso el acento sobre el flojo stock que tiene el sector, una barrera poco despreciable si lo que se quiere es agrandar la torta. Al respecto, el especialista explicó que la cantidad de cabezas de ganado es hoy inferior a la de hace 4 décadas atrás.
“El stock ganadero argentino está en casi 53 millones de cabezas. Hace 40 años teníamos 60 millones de cabezas y hoy tenemos casi el doble de habitantes”, detalló.
Si producimos 10% menos que antes, y encima queremos aumentar las exportaciones, se necesitan transformaciones de fondo. Bameule pidió políticas de estado que den estabilidad y señales a futuro para que no sea descabellado invertir en ganadería. “Otros países lo hicieron, ¿por qué no lo vamos a poder hacer nosotros?”, preguntó el consultor.
En el planteo del sector parece no haber especial preocupación por la merma en el consumo interno sino más bien por cómo aumentar la cuota en el mercado externo y así producir un “efecto derrame”. Por eso, mientras pide que “no sea pecado exportar”, el empresario relativiza las cifras per cápita: “A pesar de todo, seguimos siendo el primer consumidor mundial por habitante”, afirmó Bameule.
Es cierto, porque, de acuerdo a las cifras difundidas por Rosgan, a pesar de la caída de casi 8 kilos interanual, Argentina aún está en el podio de los países con más consumo de carne vacuna por persona. Además, eso se combina con una mayor diversificación, porque la carne porcina y aviar han ganado casilleros en la dieta de los argentinos.
-¿Crees que puede generarse un círculo virtuoso para que la gente vuelva a consumir más carne vacuna?
-Sí. De todos modos, tengamos en cuenta que hay una tendencia mundial a que se reparta más el consumo de carne, entre lo vacuno, porcino y avícola. Todavía seguimos consumiendo alrededor de 110 kilos de carne al año, lo que pasa es que cambiamos las proporciones. El pollo alcanzó y casi supera al vacuno.
-Es decir, ¿esta merma en el consumo no les preocupa demasiado?
-No me preocupa tanto, porque la carne vacuna te deja mucha divisas, porque en el mundo vale plata. Además, necesitamos dólares y valor agregado. Es decir, llegar a cada mercado con el producto que hacemos bien, y no sólo carne sino también menudencias, cueros y demás. Hay que avanzar en toda esta dispersión porque genera mucho empleo.