Mario Raiteri es un histórico dirigente de Coninagro (su padre fue presidente de esa entidad en los 90) y además pertenece a la Federación Nacional de Productores de Papa. “Marito”, como lo conocen todos, ayudó a Bichos de Campo a conocer un poco de la principal región papera ubicada el sudeste bonaerense, que con epicentro en la localidad de Comandante Nicanor Otamendi, aporta por lo menos el 40% de la producción del tubérculo.
El cultivo se consume hoy en el país más que la carne vacuna. Sin embargo, los argentinos sabemos muy poco de dónde y cuándo se produce la papa.
“Creo que hay visualizar la actividad, que ha sido a pesar de las administraciones y sin ayuda de estas”, dijo Raiteri, quien reconoció que no hay una política papera ni la hubo antes.
Según su mirada, la producción de papa “creció en función de gente que tuvo la visión y el coraje, porque en realidad tenemos 4 meses de producción y luego hay que esperar la revancha en un próximo tiro, y sino tenemos que aguantar un año. Es una actividad con riesgos y que depende mucho del clima”, agregó el dirigente.
En Otamendi recién en esta época del año se está concluyendo con la cosecha, pero además hay media docena de empresas locales que se dedican a la selección, lavado, empaque y almacenamiento del alimento, para que haya oferta disponible para los dos mercados que tiene el cultivo: la industria y el consumo en fresco.
La oferta de papa, como dijo Raiteri, depende de no demasiados productores que invierten una gran cantidad de capital cada año, porque producir 1 hectárea de papa en la Argentina cuesta aproximadamente entre 5 mil y 7 mil dólares. Es decir, diez veces o más que una hectárea de maíz. Casi 15 veces lo que cuesta hace una hectárea de soja.
Mirá la entrevista completa a Mario Raiteri:
El sector productor de papa tiene, como muchas otras actividades agropecuarias, el desafío enorme de establecer acuerdos con el resto de la sociedad. Raiteri lo sabe. Dice que “estamos empezando a hacernos cada vez más responsables en cumplir con la misión de producir la mayor cantidad de papa en condiciones de calidad, sanidad e inocuidad, tratando de tener algún grado de Buenas Prácticas y armonía con el ambiente”.
La papa es un cultivo complejo en el que la mayor parte de los actores no necesariamente es dueño de los campos que trabaja. La mayor proporción se realiza sobre tierras alquiladas. Y esto se debe a la alta rotación que requiere el cultivo, que requiere un periodo de descanso de los suelos de al menos cuatro campañas.
“El consumidor nos pide sustentabilidad en un cultivo intensivo que precisa de una presencia de fitosanitarios. Así que tenemos que ir cambiando la cabeza, y a su vez debemos hacer la actividad dentro de un marco legal que implica responsabilidad con nuestros trabajadores evitando el trabajo en negro, el trabajo esclavo y el trabajo infantil”, explicó Raiteri.
El dirigente también consideró que es necesario un mayor trabajo con el Estado, pues todavía hay mucha informalidad, especialmente en el mercado en fresco. “Tenemos que empezar a formalizar nuestra actividad tributando lo que corresponde, pero precisamos de la comprensión de las administraciones dado que no tenemos ningún tipo de asistencia financiera”.
Que la papa es uno de los alimentos más importantes de la Argentina no lo dice solo Raiteri. Según un informe de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP) a cargo de los ingenieros agrónomos Ricardo Bergonzi y Sergio Constantino, el consumo de papa (fresca o industrializada) aumentó a 52 kilos por habitante por año, superando la marca de consumo de la carne, otro alimento muy significativo en la dieta de los argentinos, que en diciembre pasado se ubicó en 49,7 kilos por habitante por año, según cálculos de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes (Ciccra).
“Argentina produce papa con 400 productores y sobre 80 mil hectáreas, con un potencial increíble como lo es terminar con el hambre en el país y nadie pone los ojos en esto, porque la visión que hay desde el Gobierno, sin importar el color de administración, es de caja. Para ellos es mas funcional el agronegocio, el pool de siembra y el commoditie tradicional de la soja. Nosotros queremos un campo con todas esas actividades, pero en el que no se vayan expulsando o reduciendo economías regionales como esta, con el compromiso que tienen para terminar con los problemas del hambre”, resaltó.
También señaló que gracias a la papa “se genera una movilidad social ascendente, porque ha permitido impulsar al resto de la economía local, la venta de maquinarias y de insumos. También la capacidad de dar trabajo porque si bien la actividad se mecaniza, una cuadrilla normal para una chacra promedio de 80 hectáreas es de 15 personas”.
En territorio bonaerense la papa se cultiva en zonas como Balcarce, General Alvarado, Mechongué, Nicanor Otamendi, Miramar, Necochea, Lobería, Azul, Tandil. Entre todas ellas suman poco más de 30 mil hectáreas de un total de 80 mil que se siembran a nivel nacional, es decir que casi 40% de la producción nacional se concentra allí.