Alejandra Pichiñan está sorprendida y contenta: por fin, un emprendimiento le está dando resultado. Y además tiene que ver con su propia historia y el lugar donde nació y se crió, el pueblo de Camarones, en Chubut, pegadito al mar y a 260 kilómetros de Comodoro Rivadavia.
“Antes había tratado de emprender con empanadas y tortas fritas, pero no me fue bien”, recuerda, “y un día mi hija me dijo: `Mamá, ya que hay tanta gente acá que se está cuidando y que va mucho al gimnasio, ¿por qué no probás haciendo ensaladas?´ A mí me parecía raro y que no iba a funcionar, pero decidí probar y los pedidos empezaron de forma inmediata”.
Alejandra asegura que una vez que alguien prueba sus ensaladas, ya queda como cliente y ya hay hasta quienes le hacen pedidos para toda la semana, en especial desde que consigue verduras agroecológicas gracias a una iniciativa de la organización local “Transición Camarones”, que cuenta con un invernadero, gracias al apoyo del municipio y la Fundación Rewilding Argentina, junto con el acompañamiento del INTA y de las organizaciones Finca Naturalia de permacultura y Mayma de emprendedorismo.
En Camarones, ubicado equidistante entre las ciudades de Trelew y Comodoro Rivadavia, contar con verdura local es clave, ya que antes del vivero propio las frutas y verduras debían recorrer al menos 200 kilómetros para llegar al pueblo, con las complicaciones y los costos que eso implica. Otro de los beneficios que trajo esa iniciativa es que recientemente el Concejo Deliberante sancionó una ordenanza para fomentar la agroecología en Camarones; además, hay un proyecto bien encaminado que propone tener tres predios productivos más de 3000 metros cuadrados orientado sostener un cinturón productivo alrededor del pueblo de unos 1500 habitantes.
En este contexto, a las ensaladas que Alejandra venía haciendo, ahora le está sumando un ingrediente local y que tiene que ver con su infancia: las algas, un producto natural de la zona: “Es algo que estoy incorporando y me gusta porque tiene que ver con lo mío, porque yo de chica iba con mi papá a cosechar algas y a la vez es algo nuevo para el cliente”, explica la emprendedora.
“La idea es también incorporar el alga en distintos productos como humus a base de garbanzos o porotos con ajo y aceite de oliva y también hacer escabeches. Más allá de que conozco las algas, ahora estoy realizando capacitaciones para saber cómo manejarlas y que queden bien en las comidas”.
La cuestión de las algas se enmarca dentro de las diversas acciones que Fundación Rewilding Argentina lleva adelante para recuperar especies es peligro que, en este caso, tiene que ver con que las poblaciones de algas empezaron a escasear por diversos motivos, entre ellos una sobreexplotación, en su mayoría para la producción de agar agar, un aglutinante para la industria alimenticia.
“Estamos realizando capacitaciones para que los emprendedores estén más conectados con los recursos locales disponibles y las algas son uno de ellos”, explica Carolina Pantano, del Programa Comunidades del Proyecto Patagonia Azul de Fundación Rewilding Argentina, orientada a la creación de emprendimientos de pequeña escala para la gente del lugar.
Por ese motivo se están realizando algunas “plantaciones” experimentales en la zona, que consisten en buscar lugares donde una especie en peligro esté todavía presente para cortar pequeños trozos de alga que luego un buzo “planta” a mano en una superficie previamente delimitada (todo bajo el agua, claro). De este modo, además de volver a tener un recurso económico para la comunidad, se genera una actividad con capacidad para capturar carbono orgánico.
Mientras tanto, Alejandra sigue contenta: además de los pedidos que le hacen de lunes a viernes, ahora se le suman las megaensaladas que le encargan los que se juntan a comer asado y no tienen ganas de hacerse cargo de las cuestiones “verdes”.
“Cada día voy incorporando nuevas cosas y me llegan nuevos clientes”, cuenta con una sonrisa. “A veces no doy más de lavar, pelar, cortar y rallar, pero con mis hijas somos un equipo y estoy feliz porque por primera vez siento que tengo un emprendimiento mío, un trabajo propio”.