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Se llamaba “taipero” al trabajador de los arrozales que, con una pala, construía las taipas a pleno sol entre los meses de septiembre y enero. Las taipas son montículos de tierra o bordes de contención del agua, elemento vital para el desarrollo del cultivo arrocero en Argentina, que casi en su totalidad se realiza “por inundación”.
En el Manual del Aguador, del INTA, se las llama “ ´bordos o camellones´, que cumplen la función de dividir los cuadros o lotes en espacios de ´desnivel controlado´”. Es decir, que entre una taipa y la siguiente, debe haber un desnivel. Los canales por donde corre el agua deben mantenerse limpios y sin filtraciones. Los taiperos podían palear kilómetros de taipas de sol a sol.
La tarea del taipero era ardua, solitaria y comenzaba muy temprano, sin días feriados durante el período de inundación del cereal, lo que requería una vigilancia permanente. Tenía su morada temporaria en el mismo campo del arrozal. Era un hombre humilde, siempre con botas de goma, de caña larga, lo que le permitía aislarse de la humedad permanente del arrozal.
Luego con la mecanización, se remplazó la mano de obra del taipero; primero, con arado de reja; luego, con arado de disco. El actual se llama “arado taipero” y se engancha al tractor, con una línea de discos, que levanta la tierra hacia el centro y un rodillo ubicado ahuecado en el medio que va fijando la taipa. Hoy, es el mismo tractorista que construye las taipas, pero que luego hace muchas otras actividades y por eso no se lo llama más “taipero”, sino trabajador de los arrozales.
Muchas veces en los viejos tiempos, en los pequeños arrozales, el oficio del “taipero” coincidía en la misma persona del Aguador o Regador, porque este último, muchas veces debía agarrar la pala y hacer las taipas.
El oficio del Aguador o Regador aún perdura y es el “alma del equipo” de trabajadores de los arrozales, porque es un ingeniero sin título, muy baqueano, que debe decidir por dónde correrá el agua para inundar a los arrozales. De él dependerá el rendimiento del cultivo. Hoy sigue siendo imprescindible, pero lo que antes hacía a ojo, hoy se ayuda de GPS con información satelital, drones y demarcación con luz láser.
En los grandes arrozales puede haber varios Aguadores y se distinguen de los “Laseristas”. En el Manual del Aguador arrocero del INTA, se sugiere que el Aguador -quien decide la altura de las “láminas” de riego y la velocidad del mismo- acompañe en la construcción de las taipas para conocer las irregularidades del lote y poder avisar al Laserista. Además, debe controlar el riego para no dañar las taipas. Como el elemento fundamental es el agua, se necesita de ella con abundante caudal y “un pozo bien calzado para evitar desmoronamientos”.
Los cultivos de los arrozales han sido un escenario maravilloso ante los ojos y el alma del taipero: espejos de agua cristalina donde se puede ver el cielo al revés, “ese otro mar de arriba”, coronados de verdes y brillosas plantas de arroz, “cimbrando” con el viento y frecuentemente visitadas por elegantes aves acuáticas. Millones de granos de arroz siguen llegando a las mesas del mundo, fruto del sacrificio de los trabajadores de los arrozales.
La ciudad de San Salvador, ubicada entre Concordia y Concepción del Uruguay, en la provincia de Entre Ríos, ha sido declarada Capital Nacional del Arroz. Allí Bichos de Campo acaba de realizar uno programa sobre la actualidad de dicha actividad:
Desde el año 1987 se celebra en General Campos la Fiesta Provincial del Taipero entrerriano, que es en reconocimiento al personaje más sacrificado del trabajo en los arrozales, pero que si bien ya no existe específicamente como tal, sigue encarnado en el trabajador rural que realiza las tareas físicamente más arduas. La producción de arroz sigue siendo muy importante en la economía de esa región. La última celebración ha sido en el año 2020 y ojalá se siga haciendo en un futuro próximo.
José María Rondán Martínez, en la letra, y Jesús Perdomo, en la música, crearon la canción El Taipero, que inmortalizó Alfredo Zitarrosa, dedicada a los trabajadores de los arrozales de Cebollatí, al noreste del Uruguay, y que remarcaba la pobreza del Taipero por el bajo salario que recibía, allá por la década de 1960. Pero el poeta itateño Gonzalo Pocho Roch, y el músico y cantautor, Antonio Tarragó Ros, crearon el chamamé “Taipero Poriajú”, con el que todos los trabajadores de los arrozales se han sentido identificados y ha embelesado sus vidas. Les compartimos la letra:
Para agosto caña con ruda / valetón agreste de lunas / tutiá, pichana y barro, / madrugada de lagunas.
Con tu pala, terrón de soles / taipa y siembra de septiembre / arrugado sobre el monte / Caraí Octubre llueve.
Taipero poriajú / domingo largo, / la noche va llegando / de otros pagos.
Se cimbra el arrozal, / lorada y parva, / galleta, chicharrón / mate y cigarro.
Para marzo es tiempo de corte / corazón de viento norte / cosecha, guayaca llena / la bailanta y polvareda.
La luna es un camalote / que florece en cada aguada / tu sombra vuelve silbando / orillando la alambrada.
¿Cuál es el significado de algunas palabras?
Poriajú: pobre, en guaraní.
Caraí: señor.
Caraí Octubre: es un duende que pasa por las casas en el mes de octubre inspeccionándolas, para comprobar si los hombres se han esforzado trabajando y han previsto guardar para las épocas malas. A quienes se han esforzado, los premia, y a quienes no, los condena a sufrir miseria.
Valetón: es una especie de canal o derivación que se abre a la orilla de un río para llevar agua a un arrozal. El agua se conduce a través de canales formados por terraplenes o valetones, y dependiendo de la distancia desde la toma, no es necesario rebombear para distribuir el agua; generalmente, con dos metros y medio de desnivel es suficiente para abastecer una superficie de 1000 a 1500 hectáreas.
Tutiá: es un arbusto espinoso, de fruto rojo.
Pichana o Pichanay: (del quichua = barrer, limpiar, purificar) arbusto de ramas flexibles, también llamado jarilla. Significaría “con lo que se limpia”. Vive en suelos algo salobres desde Jujuy a Santa Cruz, y en Chile y Uruguay. En el noroeste argentino se usa para hacer escobas rústicas o pichanas. También se llama pichana a cualquier escoba hecha de ramas. La terapéutica casera emplea la infusión de raíz de pichana contra el empacho.
Guayaca: alforja.
Cimbrar: vibrar de una vara o junco. En la canción: los tallos de las plantas de arroz, con el viento.
Agradezco la ayuda a Alfredo Marín, Luciana Herber y Violeta Hauck, agentes del INTA.