Mientras los políticos discuten qué hacer para enfrentar el hambre en la Argentina, las Naciones Unidas, a través de su Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), recordó este martes que “el sobrepeso y la obesidad son el principal problema de malnutrición del país”, según surgió de la 2° Encuesta Nacional de Nutrición y Salud, del Ministerio de Salud y Desarrollo Social, publicada en septiembre último.
Resultó ser, según ese trabajo, que el 41,1% de los chicos y adolescentes de entre 5 y 17 años tiene sobrepeso y obesidad. Y en el caso de los adultos, la obesidad creció un 75% entre 2005 y 2018. Hoy, casi siete de cada diez adultos tienen exceso de peso.
En un documento, en coincidencia con el día mundial de lucha contra este flagelo, la FAO pidió a los gobiernos de América Latina, incluida claro la Argentina, que tomen “acciones urgentes” para enfrentar este problema, ya que la prevalencia de la obesidad en adultos en América Latina y el Caribe se ha triplicado desde los niveles que había en 1975, al punto que hoy uno de cada cuatro adultos vive con obesidad. Esto sucede además “en una región donde el hambre ha vuelto a crecer y afecta a 42,5 millones de personas”.
Según el Panorama, cada año 600 mil personas mueren en América Latina y el Caribe debido a enfermedades relacionadas con la mala alimentación, como diabetes, hipertensión y enfermedades cardiovasculares. La alimentación inadecuada está asociada con más muertes que cualquier otro factor de riesgo, algo que amenaza a nuestras futuras generaciones, ya que la obesidad tanto en la niñez como en la adolescencia se ha triplicado entre 1990 y 2016.
Mirá el informe de la FAO y UNICEF:
La FAO publicó el Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional 2019, junto a la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP). El documento destaca la necesidad de promover entornos alimentarios más saludables mediante sistemas de protección social, programas de alimentación escolar, regulación de la publicidad, de la comercialización de alimentos y medidas que favorezcan una alimentación adecuada.
A mediano y largo plazo, estas políticas deberían tener bastante impacto sobre diversos rubros agropecuarios.
Las agencias internacionales también subrayan la importancia de mejorar el etiquetado de alimentos con sistemas de advertencia nutricional frontal, asegurar la inocuidad y calidad de los alimentos que se comercializan en la calle y reformular la composición de ciertos productos para garantizar su aporte nutricional.
Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, México, Perú, Panamá y Uruguay han mejorado la regulación sobre publicidad de alimentos, y al menos 13 países de la región han adoptado medidas fiscales y de carácter social que buscan favorecer una alimentación adecuada. La Argentina no figura en esa lista, pero pronto podría estarlo.
En rigor, la diputada nacional por Cambiemos, Gisela Scaglia, presentó un proyecto de ley sobre el Etiquetado Frontal Informativo para el consumo responsable de los alimentos. “Esta ley genera un compromiso de avanzar para mejorar la alimentación e impulsar hábitos saludables en los argentinos. Tenemos altos índices de obesidad infantil y eso nos preocupa, por eso tenemos que buscar desincentivar el consumo de alimentos con alto contenido de azúcares, grasas y sodio. Queremos que los consumidores sepan qué están comiendo y tengan información adecuada a la hora de comprar”, destacó Scaglia.
Si la norma prospera, se aplicará el etiquetado en los envases de alimentos un mensaje de manera gráfica y textual en la cara principal o en el frente para brindar al consumidor información simple y clara relativa al contenido nutricional de lo que contiene. Este etiquetado no reemplaza la tabla nutricional que seguirá aportando información nutricional.
El proyecto busca además regular la publicidad para restringir el uso de herramientas de marketing relacionadas a sorteos, concursos, regalos o promociones de éstos productos. Tampoco se podrán usar para su publicidad o comercialización, juguetes o merchandising que lo acompañen.
“La alimentación no es un juego, por eso también buscamos que estos alimentos no puedan tener juguetes de regalo ni tampoco se promocionen con publicidad engañosa o a través de acciones como sorteos, promociones 2×1 y de entrega gratuita para que los chicos no sean engañados. Hoy muchos chicos eligen comer productos por merchandising que trae y eso es altamente peligroso”, explicó la legisladora.
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