Para hacerle frente a la crisis que acontecía por aquel entonces, y apoyados en el programa de Cambio Rural de INTA, en 1994 se fundó la Cooperativa Yerbatera Dos de Mayo, en aquella localidad homónima de Misiones. Fueron 15 los productores que, nucleados en un grupo que bautizaron como “Unidad y Progreso”, se animaron a apostar para sortear un panorama muy similar al actual, caracterizado por bajos precios de la hoja verde de yerba y falta de políticas reguladoras.
“La cooperativa la fundamos en plena crisis que llegó a profundizarse aún más en los 2000, previo a la fundación del Instituto Nacional de Yerba Mate (INYM). Así que viendo la situación actual te diría que estamos acostumbrados. Siempre fue bastante cíclico el problema yerbatero. Esperemos que esta vez no sea tan larga la mala racha”, dijo Héctor Dingler, presidente de aquella firma, a Bichos de Campo.
Como uno de los socios originales del proyecto, que hoy ya alcanzó los 122 socios activos y más de 800 productores que funcionan como proveedores tanto de yerba como de té, el misionero siente que la película es una repetida.
“En la última zafra gruesa hubo sobreoferta de hoja verde, lo que hizo que haya sobreoferta de yerba canchada. Veníamos de años de malas condiciones climáticas y en 2024 superamos entre un 25% y un 30% las producciones anteriores. El combo que hizo de esto una tormenta perfecta fue la liberalización de las importaciones entre mayo y junio, y la quita de facultades al INYM para poder fijar un precio mínimo. Eso hizo que el productor no tenga rentabilidad”, explicó Dingler.
Según denuncian los productores, los secadores en operaciones están pagando entre 180 y 200 pesos el kilo de hoja verde, cifra a la que hay que restarle los costos de cosecha, flete y la corresponsabilidad gremial. De acuerdo con Dingler, los yerbateros obtienen apenas 50 pesos netos con lo que no cubren ni cerca los costos de producción.
Por eso es que se han repetido distintas movilizaciones a lo largo y ancho de esa provincia, con el objetivo de reclamar un pago mínimo de 390 pesos por cada kilo de hoja verde que, menos los costos a deducir, dejaría al productor con un margen de rentabilidad en torno al 15%.
Frente a este panorama resulta poco sorprendente que los yerbateros esperen casi con ansias una campaña productiva con condiciones climática desfavorables, ya que eso podría significar una mejor oferta de hoja verde y por ende una revalorización de la materia prima.
“Uno de los factores que pueden ayudar a corregir el precio es el clima. Están pronosticando un clima seco para enero, febrero y marzo, lo que podría influir. También estamos teniendo un ataque feroz de rulo y hay yerbales feos, sumado a que no se fertilizó como en años anteriores. Puede que con todo eso se vaya corrigiendo la oferta. Aún así, hay yerbales nuevos entrando en producción y otros de alta densidad que producen muchos kilos por hectárea, por lo que no veo una solución a muy corto plazo”, señaló Dingler.
Mientras que en otras producciones es por demás positivo lograr abundantes cosechas, dado que el sector yerbatero vuelca al mercado interno más del 80% de lo que obtiene por campaña, este tiene muchas chances de quedar sobreabastecido. Las exportaciones, que vienen creciendo de forma sostenida en los últimos años, no son aún lo suficientemente importantes para equilibrar esta balanza.
-Las crisis que se sucedieron durante estos 30 años de la Cooperativa, ¿siempre tuvieron los mismos condimentos de sobreproducción y baja de precio?- le preguntamos a Dingler.
-Sí, totalmente. En la década del 90, para que tengas una idea, el gobierno provincial pagaba un subsidio a los pequeños productores para que no cosechen. Después se formó el INYM y si bien sugería un precio que quizás después no se podía cumplir, pero por lo menos se tenía una referencia, un costo de producción. Los molineros también procuraban, en base a ese precio, poder vender el producto elaborado y hoy no hay precio, no hay ninguna línea que te marque el camino.
-¿Cuáles fueron los momentos en que el sector recibió mejores precios?
-El sector productivo estuvo mejor en la época en que estuvo regulado. Si bien cuando hubo sobreoferta también se complicaba un poco el panorama, ya que se estiraban los plazos de pago, había un precio de referencia que facilitaba tanto a los secaderos como a las cooperativas a trabajar.
-Usted produjo en tiempos previos al INYM y en tiempos posteriores a él. ¿Qué siento ahora que el organismo existe pero no tiene autoridades designadas?
-Lo veo muy complicado al panorama. El gobierno ya en la campaña dijo que iba a eliminar todas las regulaciones que existieran, así que yo creo que vamos a tener que aprender a vivir con la oferta y la demanda. Si el gobierno interviene, pone a su presidente y le da todas las facultades que necesita el INYN, creo que sería muy bueno. Ahora algunos hablan de crear otro instituto acá en Misiones, pero no va a tener resultados. No va a tener fuerza porque la yerba no se produce solo en Misiones. El norte de Corrientes también es productor.
-¿Y cómo ve el rol del gobierno provincial, en especial de la cartera del Agro? Porque incluso se llegó a pedir la renuncia del titular de esa cartera en una de las tantas manifestaciones que se realizaron.
-Creo que no tienen ninguna herramienta para soluciones el problema. La provincia le da vueltas al asunto pero no sabe muy bien qué hacer. Y al haber el libre mercado, libre competencia, si nosotros empezamos a poner trabas acá en Misiones vamos a forzar que se importe más de Paraguay, de Brasil, y vamos a estar en desventaja con Corrientes.
-¿Cómo logran ustedes en particular seguir a flote?
-La verdad es que estamos acostumbrados a esto y la cooperativa hoy institucionalmente está muy bien parada. Nos enfocamos en la innovación, el crecimiento constante y el acompañamiento de nuestros productores. De hecho hace unos años empezamos a envasar con la marca propia Indumar, y sumamos un vivero de plantines de nativas y yerba mate. El que paga el pato siempre es el productor que menos organizado está y que debe enfrentarse a la industria.
-¿Cuánto producen por año?
-En la campaña anterior nosotros recibimos 22 millones de kilos de hoja verde, pero tenemos capacidad para elaborar más de 30 millones al año.
-¿Y cubren los costos actualmente?
-En nuestro caso sí, vendemos el 80% de nuestra producción en forma canchada a la Cooperativa Liebig de Corrientes y al grupo sirio Kabour, que exporta a distintas partes del mundo.
-El Grupo Kabour en particular viene complicado no solo con el fallecimiento del empresario dueño Obaida Kabour, sino con la situación en Siria. ¿Ven con preocupación eso? ¿Sienten que puede ser un nuevo frente a atender? Esto teniendo en cuenta que Siria importa el 80% de la yerba que Argentina vende al exterior.
-Puede llegar a frenarse un poco la venta pero creo que los consumidores sirios van a seguir consumiendo igual. Estamos bastante expectantes pero no creo que sea un mayor problema. Se va a acomodar el panorama.
-¿Qué perspectivas maneja entonces para el mediano plazo? ¿El precio no se recompondrá en los próximos 2 a 3 años?
-Yo lo veo así. La yerba en góndola no bajó, lo que bajó fue el precio al productor. No veo que haya una baja muy importante como tuvimos nosotros en los supermercados. Veremos si alguna inclemencia del clima extraordinaria puede corregir esto de forma más rápida.
Increible que no le importe la gente a este gobierno.
No solo le bajan el precio al producto, sino que no hacen nada por generar mas ventas.
Pienso que seria muy bueno buscar vender mate cocido, que es algo parecido al te, algo que todos conocen, el mate es muy dificil de instalar en otros paises, pero el mate cocido deberia ser el objetivo a instalar en todo el mundo.
La realidad es que el consumo anual de yerba en hoja es de aproximadamente 800 millones de kilos. Y la producción fue de mil millones de kilos. La importación, a la que le achacan todos los males no superó al equivalente de 25 millones de kilos, a lo sumo treinta.
Desgraciadamente, la situación se va a agravar en los próximos ciclos, porque debido a los buenos precios en los últimos años, la superficie plantada ascendió de unas 160 mil hectáreas a 220.000 hectáreas. Y el mercado de yerba mate es altamente inflexible, y hay muy pocas posibilidades de expandirlo al ser la yerba mate un producto poco conocido y por ende poco consumido en el mercado mundial.
El INYM, instituto creado para promover el consumo de la yerba mate como objetivo principal, se convirtió en los últimos años en un organismo regulador y entorpecedor del trabajo de los productores e industriales, y poco hizo para promover mercados, salvo para hacer onerosos viajes de algunos de sus directores, solventados por el instituto, por ende los productores que decían representar. Las consecuencias están a la vista y ni Sturzenegger ni Milei tienen la culpa del demanejo de los últimos años.