El Centro de la Industria Lechera (CIL), que agrupa a las usinas lácteas más grandes, reaccionó a la protesta que el jueves protagonizaron los productores de leche dándoles la razón: sabe que están perdiendo dinero. De todos modos, reiteró que el sector industrial no está en condiciones de mejorar los precios pagados a los tamberos a un ritmo mayor al que viene aplicando. Ni siquiera mejorando sustancialmente los negocios de exportación, como propone el gobierno.
“Ante los hechos de repercusión mediática en los últimos días, que incluyeron una medida de protesta de los productores en algunas plantas”, el CIL reaccionó aclarando en primer lugar que “comprende perfectamente la difícil situación económico-financiera por la que atraviesa el sector de la producción primaria, tras la abrupta depreciación del peso, que impactó de lleno en su estructura de costos”. Según un cuadro anexo al comunicado, la devaluación desde diciembre pasado llega al 70%, mientras que el costo de producción primaria se elevó 42%.
“Ante ese panorama, el sector industrial ha hecho y seguirá haciendo el máximo esfuerzo en consideración de la problemática de sus remitentes. En este punto, las cifras son contundentes: resulta claro que, a valores promedio, la industria está pagando más de lo que puede, pero ese precio no resulta suficiente para cubrir, también en términos promedio, los costos del productor. Esto nos habilita a creer que ‘el problema es de toda la cadena'”, continuó diciendo el comunicado del CIL.
Aquí los números arrojados sobre la mesa son elocuentes. La industria afirmó que en lo que va del año elevó un 30% los precios promedio al productor, de 5,79 a 7,53 pesos por litro. Esto mientras su poder de compra, que era de 5,85 en enero y llegaría a solo 6,75 en la actualidad, habría crecido solo 15%. De estos datos se infiere que las empresas lácteas, en promedio, están pagando al productor (en datos hasta agosto) unos 80 centavos más de lo que deberían pagar según su poder de compra.
En el tercer punto de su comunicado, el CIL desmiente al gobierno, que siempre ha dicho que no iba a intervenir entre privados y que la crisis iba a terminar cuando se recuperasen las exportaciones y hubiera un excedente de rentabilidad para derramar sobre la cadena.
Para el CIL, en cambio, “en el frente externo, contrariamente a lo que muchos creen, la capacidad de pago del principal producto de exportación, la leche en polvo entera, a los precios y costos actuales, arroja valores que pueden oscilar entre 8,0 y 8,5 pesos litro, niveles muy cercanos a los que las principales empresas pagarán efectivamente por la leche recibida en octubre”.
“Si bien es cierta y concreta la mejora relativa de los negocios de exportación (en volúmenes crecieron cerca de 25% respecto del año anterior), también debe reconocerse tanto las dificultades que entraña para las firmas, en la actual coyuntura, iniciar o retomar con fuerza un aumento de los volúmenes colocados, como lo modesto del punto de partida de este proceso”, afirmó el comunicado.
Esto quiere decir que 25% de poco es un poquito más que poco. Por cierto, más allá de la recuperación, en los últimos meses las exportaciones no llegaron a absorber ni 20% de la producción de leche. O en palabras de la propia industria: “Sólo se exporta una fracción exigua de la producción”.
Sin solución a la vista de parte de los negocios de exportación, el Centro de la Industria Lechera añadió que para colmo de males “el mercado doméstico, que venía sosteniéndose, comenzó a dar señales concretas de deterioro, con ventas que en junio y julio registraron caídas interanuales del 11% y 7%, respectivamente”.
En este escenario, se apuntó, “queda en evidencia además que los aumentos de precios de los lácteos, tanto a salida de fábrica como a nivel de góndola, están varios puntos por debajo del promedio general y del alza de Alimentos y Bebidas”. Volviendo a las cifras, en esos rubros el alza promedio fue en lo que va del año (ocho primeros meses) del 27%, según el INDEC, mientras que el promedio de los lácteos se incrementó menos que eso, apenas 15% entre enero y agosto.
Finalmente, a su turno para exponer su propia desgracia, la industria láctea sostuvo que “la suba del tipo de cambio y su traspaso a los precios internos” no solo afectó a los productores primarios, ya que también “ha impactado con intensidad variable también sobre los costos que afronta nuestra industria (energías, ingredientes, envases, logística), y por supuesto en el costo del dinero”.
“El CIL ratifica su compromiso con el diálogo iniciado el año pasado en el marco de la Mesa de Competitividad, como la herramienta más idónea para plantear y resolver todos los problemas que afectan, como hemos visto, al conjunto de la cadena”, termina el comunicado.
Hay que aclarar que en este descargo industrial no se mencionó otro de los problemas denunciados por los tamberos: la falta de lealtad comercial, plazos de pago muy extensos y la ausencia total de un mercado institucionalizado en el sector.
Tampoco se hizo mención a otros dos actores que tienen que ver con el proceso de formación final del precio de los lácteos. Uno de ellos es la cadena comercial, y en especial los supermercados, que usualmente escapan de la discusión sobre los precios. Y el otro es el Estado, que en sus distintos niveles cobra impuestos que recargan los valores que paga el consumidor por los lácteos cerca de un 40%.