Diego Muñiz Barreto es ingeniero agrónomo y junto a su esposa Vanesa Bourlon y Martín, el hijo de ambos, están armando un tambo en Emilio V. Bunge, partido de General Villegas, al noroeste de Buenos Aires, muy cerca del límite con Córdoba y La Pampa. Se trata de un campo chico de 100 hectáreas que alquilan a un familiar. Aparte alquilan otro campo para hacer forraje y trasladarlo luego al tambo para alimentar a sus vacas.
Hasta ahí parece todo común y corriente, pero hay dos componentes novedosos que no suelen ser vistos en los establecimientos lecheros. Uno de ellos particularmente surgió a partir de una necesidad. Ambos pueden apreciarse en la foto que acompañó el productor junto a un posteo en la red social Twitter.
Estas terneras van a empezar a producir a finales del 2023, nos van a ayudar a reconstruir este país desde sus ruinas pic.twitter.com/Wr5l8aTF31
— Diego Muniz Barreto (@coco_barreto) July 29, 2021
“Por la escala y cantidad de animales, no nos daba tener una infraestructura tan costosa. En otro tambo que manejo, por ejemplo, hay tinglado, reparo y camas para las terneras, sobre todo teniendo en cuenta que julio es un proceso clave para las pariciones, porque esas vaquillonas deben alcanzar sus picos de lactancia en octubre. Bueno, para que eso ocurra en primavera deben parir en invierno, en una zona donde el clima es tan frío que suele ocasionar problemas de mortandad”, describió el productor y asesor de tambos.
“Cuando vimos que no íbamos a poder hacer el tinglado en nuestro tambo empezamos a pensar opciones, y mi mujer encontró a través de la magia de Mercado Libre una pyme cordobesa llamada Textil Plast VM SA, que arrancó hace un par de meses, y gracias a la cual adquirimos unas capas para abrigar a nuestras terneras”, agregó. He ahí una de las novedades.
Muñiz Barreto incluso admitió en uno de sus tweets que las capitas causaron tal sensación, que debido a la cantidad de consultas tuvo que ofrecer los datos de Damián, de Textil Plast VM SA, la pyme cordobesa que le proveyó esos novedosos implementos.
“Compramos las capitas porque nos pareció que no eran caras, son abrigadas y dan buen reparo. La verdad es que pasamos un mes de julio de los más fríos que recuerde y no se nos murió una sola ternera. Las vemos muy bien y esto implica el bienestar animal. Después de todo los animales realmente productivos deben tener bienestar y aparte es lo que corresponde hacer”, remarcó Muñiz Barreto.
Ante la consulta del costo de las capas, Muñiz Barreto respondió en uno de sus tweets: “60 litros de leche cuestan las mantas, y es la única posibilidad de tener partos en julio y de poder aprovechar la primavera para consumir pasto”.
Sus terneras son raza Holando Argentina, pero con genética neozelandesa, con lo cual se trata de animales más chicos que las tradicionales. “El planteo es más pastoril y son vacas con mayor porcentaje de sólidos. Al ser mas livianas pueden caminar mas, son mas agiles y se adaptan mejor a los distintos climas”, manifestó.
El otro componente particular que se aprecia en la foto de su tweet es que la guachera en la que se crían sus terneras es colectiva. Es decir que no son criadas con estacas separadas como suele ser habitual. “Pareciera que ellas juntas también se llevan mejor, se abrigan al amontonarse y es un sistema de crianza muy de estilo neozelandés. Ese tacho que se ve en el medio tiene 20 tetinas que salen de allí, entonces ellas se colocan en circulo y toman todas juntas dos veces por día”, resumió.
A veces, en tiempos de crisis, y más en la lechería, donde el ordeñe sigue estancado y la producción nacional no despega de los 10.000 millones de litros anuales, se trata de ajustar el ingenio. Es lo que Diego Muñiz Barreto hizo. Al menos en invierno, sus terneras no pasarán frío.