Nuevas cifras reflejan que sigue, inexorable, el proceso de concentración de la producción de leche en la Argentina.
La falta de políticas públicas que colaboren el sostenimiento de los tambos más pequeños refleja, a esta altura de los acontecimientos, una falta total de sensibilidad de las clases políticas para con este tipo de actor productivo: les interesa un comino que cierren tambos.
El Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA) acaba de publicar nuevos indicadores sobre la estructura de producción de leche en el país. Muestran que es cada vez menor la incidencia de aquellos tambos que tienen una producción de menos de 2.000 litros diarios, que son la abrumadora mayoría. En 2018 eran el 50% del total y representaban 16,7% de la oferta de leche. Un año después cayeron a 48,6% y su oferta retrocedió a 15% del total. En 2020, con datos a noviembre, este segmento de tambos familiares explica solo 13,5% de las entregas.
Muerte lenta. Todo esto quiere decir que en solo dos años los tambos más pequeños -que son casi la mitad del total- perdieron tres puntos de participación en el mercado.
Los hacedores del OCLA se suelen molestar bastante con los análisis que hace Bichos de Campo a partir de sus estadísticas. Todo es materia opinable pero para nosotros resultan datos determinantes: la concentración es un fenómeno visible y con esto se profundiza la migración de familias tamberas desde el interior a los cinturones urbanos y los pueblos, hacia otras actividades. Es entendible que quienes siguen la estadística no pierdan el rictus serio, porque en ello va la credibilidad de sus números. Pero nosotros contamos historias.
La estadística muestra que en la otra punta, la Argentina dispone de unos 500 tambos que producen más de 10.000 litros de leche por día. O mejor dicho, casi 20 mil. Con un promedio de 18.669 litros diarios en noviembre de 2020, éstos representan el 5,1% del total de tambos y aportan el 27,2% de la producción total.
“Esto es el doble de leche qué la que aportan los casi 4.600 tambos de menos de 2.000 litros diarios y que son el 47,1% de los tambos totales, que representan el 13,5% de la producción nacional”, compara el Observatorio.
Mientras los tambos más chicos pierden terreno en el negocio, los más grandes lo han ganado desde 2018, en la misma comparación. Ese segmento ha crecido 1,2 puntos en cantidad de tambos y 5,5 puntos en producción, en solo dos años. Es decir que los tambos más grandes son cada vez más y más productivos. Los más chicos, de hasta 2.000 litros, no solo se caen sino que cada vez producen menos leche.
“El proceso de concentración de la producción en tambos más grandes es continuo, y mencionarlo no es naturalizarlo sino mostrar una tendencia contundente y generalizada en la lechería mundial que los números marcan (sin hacer juicio de valor si ello es bueno o malo)”, afirma el trabajo del OCLA, que intenta evitar así una vez más la utilización de sus números en el debate político.
En este sentido, el Observatorio remarcó que éste es un proceso global y común a todos los países productores de leche, que padecen una concentración incluso más acelerada que la que se registra aquí. “Esa concentración en Argentina se expresa con tasas entre 2 y 4% anual, cuando veníamos de niveles de tasas de alrededor del 2% anual. Según la información que hemos publicado en OCLA en base al World Dairy Situation de la Federación Internacional de Lechería 2019 (FIL/IDF), muestran una tasa para los principales países lecheros del mundo algo por encima del 4% de reducción anual de tambos”, se explicó.
La gran diferencia que se refleja en ese cuadro es que la gran mayoría de los países ha incrementado su producción lechera, mientras que aquí en la Argentina la última década a sido de un gran estancamiento. En definitiva, sin crecimiento los grandes ganan terreno a expensas de los chicos. Por eso, en Bichos de Campo insistimos con la pobreza de la política agropecuaria local y la falta de empatía de los dirigentes y funcionarios para abordar esta problemática.
No es un problema que haya concentración. Nuestro gran problema es que no se haga nada para morigerarla. Por suerte existen las estadísticas de OCLA que visibilizan esta situación.
Otro manera de ver este fenómenos es ver cómo ha crecido la producción diaria promedio del conjunto de todos los tambos, unos 9 mil, que quedan en pie en la Argentina: es la más alta de toda la década.
El tamaño productivo del tambo promedio, de acuerdo al análisis del OCLA, es de unos 3.339 litros de leche diarios para noviembre del 2020, lo que significó un 7,2% más que el año anterior.
“Si evaluamos su comportamiento en el tiempo, a pesar de la disminución en el número de unidades productivas y en el número de vacas, el tambo promedio presenta en el período 2009-2020 una tasa de crecimiento acumulada anual del 2,2%, lo que permite, a pesar de la reducción en las unidades productivas y en el rodeo, el sostenimiento de los niveles productivos agregados a nivel país”, afirma el informe, siempre buscando el lado positivo de las cosas.