Juan Carlos Mazza produce los tres tipos de tomate -cherry, perita y redondo- a gran escala en distintos invernaderos del cordón hortícola del Gran La Plata. En total suma 22 hectáreas cerca de Olmos. Es un productor grande y de punta. Y esto puede verse en los tipos de invernáculos que posee y la sistematización de los mismos, estructuras de acero con riego por goteo.
Es que las tierras son propias y la tradición viene de familia. Sus abuelos ya producían hortalizas en la zona. “Allá por los ’60 el manejo era muy distinto, la producción era a campo y recién en la década de los ’90 llegaron estos invernáculos”, contó Mazza.
-¿Y es redituable la inversión?- le preguntó Bichos de Campo.
-Sí, pero a largo plazo. Tenés que tener estabilidad para poder recuperar la inversión. De todas formas yo hoy ya debería producir sin suelo, con hidroponia, que es bueno porque le agregás justo lo que necesita la planta. Hoy ya estos suelos con tantos años de producción están agotados- señaló el productor que vende toda su producción bajo la marca Siux con escala en la Patagonia.
Aquí la nota completa con el productor platense:
Detrás de todas las innovaciones y de las exigencias del mercado, Mazza desde hace cinco años que implementó Buenas Prácticas Agrícolas en todos sus invernáculos. ¿Y qué se entiende por buenas prácticas? Nos explica que es un poco de todo: mantener la inocuidad en todo el proceso productivo; la higiene sobre todo y velar por seguridad del personal, cuidar que no ingresen animales, aplicar los productos fitosanitarios en el momento que corresponde y cómo corresponde (con los trajes e implementos adecuados), respetar los períodos de carencia antes de enviar la verdura al mercado (cada producto fitosanitario posee un tiempo mínimo una vez aplicado para que pueda consumirse la hortaliza en cuestión), entre otras cuestiones de manejo. Todo avalado y certificado por un ingeniero agrónomo.
Ver: Ahora sí son obligatorias las Buenas Prácticas Agrícolas en la producción de frutas y verduras
En ese sentido, este productor se adelantó -y mucho- a la resolución que se conoció el año pasado, sancionada en conjunto por las Secretarías de Agroindustria y la de Salud, que incorpora al Código Alimentario Argentino las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) en la producción frutihortícola.
-Ahora les exigen BPA. ¿Pero existen controles a campo por parte de algún organismo?- preguntó Bichos de Campo.
-No, la verdad que no, nadie viene a tocarme la puerta. Si hay determinados controles de Senasa en el Mercado Central y con el Renspa pueden ubicar al productor si hay irregularidades. Pero nadie controla a campo cómo se produce ni los productos que se usan. Nosotros usamos, por ejemplo, un insecticida de última generación que cuesta 10 mil pesos el litro y otros usan uno que tiene más de 20 años en el mercado y cuesta 1.000 pesos el litro, y que además del bicho mata a la gente- respondió Mazza.
Luego aclaró: “No es que se usan agroquímicos prohíbidos, pero por ahí se usan insecticidas para soja en hortalizas, con largos períodos de carencia que no se respetan. Para comprar un antibiótico necesitas receta médica, pero para comprar un fitosanitario, que es un veneno, no se necesita ¿Por qué?”
El productor platense habla de una competencia despareja, porque no todos los productores hacen estas buenas prácticas justamente por una cuestión de costos, Mazza calcula que con su modelo de BPA se le elevan hasta 10% los gastos productivos.
“Hay que hacer foco y nivelar para arriba. Como hacen con la fruta que se exporta; la pera, manzana, arándano, limón. Esos sectores manejan cierto status porque sino no la aceptan” la mercadería, destacó.