Reportes oficiales dan cuenta de la falta de rentabilidad en el sector lechero. Hace años que los productores se quejan por la falta de ganancias que los incentive a seguir en la actividad, del desorden de una cadena a la que le entra dinero, pero a ellos no les llega, y de la falta de respuesta de un Gobierno del que esperaban otra reacción.
El Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA) difundió un informe sobre la situación del sector en base a los datos que publica el INTA Rafaela al respecto de la situación del primer eslabón de la cadena. En ese documento se destaca que para lo que el INTA considera un tambo modal (7.500 litros), febrero, marzo y abril acumularon pérdidas que se van acentuando, y que seguramente serán mayores cuando se computen los datos de mayo; también se remarca el efecto de la devaluación sobre los costos de la alimentación que, al igual que en otras actividades primarias como la producción de carnes o energía, el aumento de la soja y el maíz pegan de lleno.
Según el documento que publica el OCLA, en abril la pérdida fue de 0,3% para ese estrato de tambos. Los técnicos del INTA que elaboraron el informe (que fue recortado en el último tiempo), definieron un costo de producción por litro de $6,27 para un tambo modal de 7.500 litros días, mientras que el ingreso que perciben esos productores es de apenas $6,13. El problema con ese cálculo es que la mayor parte de los tambos de la Argentina apenas llega a los 3.000 litros, y esos son los que están desapareciendo, mientras que su ecuación no queda reflejada en el informe del organismo oficial.
El informe del INTA al que refiere el Ocla indica que las cuentas dan un resultado positivo pero muy bajo para los tambos que más volumen producen y que pertenecen a los que los técnicos llaman “decil superior” que representa al “10% superior en sus resultados económicos”.
Ese caso, con un ingreso de $6,13 y un costo de $5,35, la rentabilidad es de 4,8% anual. El resultado es positivo, pero lejos de las expectativas de los productores y mucho más lejos de las generosas rentabilidades que ofrece el sistema financiero gracias a las políticas económicas oficiales.
De los datos se desprende que ni siquiera en los tambos más grandes, más productivos y más eficientes se obtiene una renta que incentive la continuidad en una actividad que carga con el peso del riesgo climático y la continua suba de costos.