“La ecología y los buenos negocios no necesariamente deben estar en veredas opuestas. Más aún, prácticas ambientalmente amigables aplicadas en el sector ganadero podrían traer una solución a los problemas de liquidez que presenta actualmente el sector”. Así comienza un informe publicado por el Rosgan (Mercado ganadero de Rosario) y dedicado a analizar las chances de que los productores bovinos puedan subirse al prometedor mercado de Bonos de Carbono.
En el documento se define que esas buenas prácticas tienen que permitir “reducir gases de efecto invernadero y/o capturarlos”. Es la discusión de la época, sobre todo a partir de la publicación esta semana pasada de un informe del IPCC (el comité científico de la ONU dedicado a analizar el Cambio Climático), que carga las tintas sobre las emisiones de Gases del Efecto Invernadero (GEI) que surgen del sector ganadero.
El Rosgan considera que si los ganaderos pueden demostrar que sus praderas son captadoras de carbono y esto genera un balance neutro o positivo de GEI “podrían generar ingresos por dos vías diferentes. Una de ellas es a través de la venta de los bonos de carbono obtenidos tras la aplicación de estos proyectos. La otra fuente de ingresos proviene del ahorro y/o venta de energía renovable autogenerada a través de la biomasa”.
“El sector ganadero es uno de los sectores más señalados por ser uno de los principales contribuyentes a la emisión de GEI”, adecpta el documento, que precisa que la ganadería emite tres tipos de gases: Metano (44%), Óxido Nitroso (29%) y Dióxido de carbono (27%).
Frente a ello, los analistas del mercado ganadero aclaran que “también es cierto que el campo, a diferencia por ejemplo de la industria, resulta un gran receptor de gases, determinando un balance que podría debatirse incluso si éste llega a ser positivo para el medio ambiente”.
“Más allá del resultado del balance, la emisión existe y las prácticas que apliquemos para reducirla contribuyen positivamente al planeta y pueden incluso ser una buena noticia para las finanzas de la empresa que las aplique”, establece el documento, al señalar que una d elas chances en participar a futuro del mercado de bonos de carbono.
Estos bonos de carbono surgen cuando en 1997 se firmó el llamado Protocolo de Kioto entre países industrializados, excepto Estados Unidos. A través de este tratado, los países firmantes se comprometieron a reducir la emisión de GEI. Frente a ese compromiso, existen varios tipo de bonos:
- Certificados de Reducción de Emisiones (CERs)
- Montos Asignados Anualmente (AAUs)
- Unidades de Reducción de Emisiones (ERUs)
- Unidades de Remoción de Emisiones (RMUs)
Explicó el Rosgan que aunque la Argentina no es firmante del Protocolo de Kioto, sí participa en el mercado de carbono a través del Mecanismo para un Desarrollo Limpio (MDL), previsto también en dicho acuerdo. Este mecanismo consiste en promover la realización de proyectos de reducción o absorción de emisiones de GEI en países no firmantes. Esos proyectos deberían ser retribuidos desde los países desarrollados a través de los CERs.
Si bien existen seis clases diferentes de GEI, la reducción de emisiones se mide en toneladas de CO2 equivalentes y éstas a su vez se traducen en CERs. Para obtener los CERs, las empresas deben presentar proyectos concretos y verificables de reducción de emisiones.
“En relación al sector ganadero, entre algunas de las actividades que podrían llevarse a cabo, podemos citar al manejo de praderas, generación de energía renovable a través del manejo de estiércol, incremento de la resistencia a enfermedades, mejora de la calidad del forraje y, entre los avances más recientes, la incorporación de evaluaciones genómicas que permitan la selección de animales menos proclives a tener altos niveles de bacterias productoras de metano”, precisó el documento.
En primer lugar, las empresas que deseen obtener CERs deben elaborar un proyecto de MDL. Este deberá basarse en generar una reducción de emisión de GEIs, de manera saludable y sustentable, acreditar que la reducción de emisiones conseguida por el proyecto no hubiera ocurrido de igual forma si éste no existiera y presentar un mecanismo de control que cuantifique la reducción de emisiones lograda con el proyecto.
Luego de ser desarrollados, estos proyectos deben ser aprobados en dos instancias: primero a nivel nacional (a través de la Oficina Argentina de Mecanismo de Desarrollo Limpio (OAMDL) perteneciente a la Secretaría de Medio Ambiente y una segunda instancia internacional frente a la Junta Ejecutiva del MDL, bajo la órbita de las Naciones Unidas.
Una vez que se certifican las reducciones de GEIs logradas por el proyecto MDL, la Junta Ejecutiva ordena al Registro del MDL -con asiento en Naciones Unidas- la expedición de los CERs correspondientes a los titulares de proyectos y/o compradores de los certificados, en su caso.
Los certificados se negocian como todo título valor, primero en un mercado primario a través del sistema de licitaciones y luego en el mercado secundario a través de las Bolsas que listan estos productos. A su vez, la forma de negociación puede llevarse a cabo tanto de forma SPOT (contado) o a través de contratos de futuro. Este contrato es negociados en el ICE (International Currency Exchange), donde el precio ha ascendido desde principios del 2018 un 250%.
Adicionalmente, si los proyectos se basan en la generación de energías renovables, se abre la puerta a otro negocio referido al ahorro y/o venta de la energía autogenerada.
Al plan de inversión impulsado por el Gobierno a través de las rondas de RenovAr se ha sumado la aprobación de la ley de generación eléctrica distribuida que habilita la producción de energía en origen.
Ver Producir biogás con estiércol ya es un hecho en Argentina, a partir de un biodigestor flexible
“Particularmente en proyectos ganaderos es posible a través de Biodigestores que realizan digestión anaeróbica del estiércol, generar como subproducto gas metano produciendo de este modo biogás, como una forma de energía renovable”, afirma el trabajo.
Según el Rosgan, los digestores de biogás eficientes disminuyen entre un 60% y un 80% las emisiones que podrían generarse del estiércol. El gas metano es uno de los gases de mayor efecto invernadero, más precisamente una unidad de metano representa 21 unidades de dióxido de carbono. Por tanto, su reducción permite obtener CERs de manera muy eficiente.
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