Las pymes lácteas son empresas con gran capacidad de cambio e innovación, y si no no se explica como sobreviven en un contexto como el de la cadena lechera argentina. La firma Capilla del Señor (CDS) es una muestra clarísima de eso.
Surgida en 2006, siempre con el foco puesto en la calidad, desde Villa María es uno de los grandes ejemplos de superación sectorial. Su responsable, Alvaro Ugartemendía, es la clave en todo esto. Su plasticidad de ideas y de gestión permite avances que para otras empresas son impensados.
De 5 mil litros diarios a los actuales 60 mil, de lunes a viernes y con medio turno los sábados, en esta empresa están todas las variables bajo control y mejora continua. Tanto es así que es caso de estudio en ámbitos universitarios, por la innovación disruptiva en productos y en su modelo productivo.
¿Qué hicieron de particular? Implementaron una transformación digital que luego, a través de Apymel, ya se trasladó a otras siete empresas, a partir de un implementar un software que mejora la recolección de la leche cruda en los tambos y define una trazabilidad que permite llegar al producto final, pasando por la comercialización. Ugartemendía, para quien “las personas son clave”, dice que este tipo de innovaciones son “la cuarta revolución industrial”. Y es así que desarrolló un proceso de transformación de su propia firma desde 2018.
“Iniciamos un cambio en la mirada de la gestión, en la forma, donde ya no hay verticalidad en la toma de decisiones. Cada uno pasa a ser dueño de su gestión y su decisión, basado todo en la confianza”, explicó el empresario, que bautizó el modelo con sus iniciales AIU,
Según Ugartemendía, este sistema permite tener un desarrollo más ágil y funcional, con una idea de empresa diferente, “somos innovadores, porque no hay jefes, ni gerentes”, explica. En una planta laboral total de 32 personas, se logró eliminar la imposición, las decisiones se toman por consenso y en definitiva se busca atraer y contener al personal, sobre todo a los más jóvenes.
“Somos productores queseros y escuela para las grandes empresas, entonces para evitar esa migración es que implementamos un modelo distinto, que hoy nos permite tener a un 30% de nuestros trabajadores con tecnicaturas terminadas y también carreras universitarias”, agrega.
Alvaro tiene la camiseta bien, siente la pasión productiva, pyme y lechera. “Siempre apuntamos a levantar la vara puertas adentro”, a partir de “un modelo que fuera distinto, con la valorización de las personas”.
Por eso también la empresa participa de muchos concursos de quesos, para medir sus resultados, pero también está dispuesto a innovar y valerse de muchas herramientas disponibles, que no todos ven.
Esta pyme con sello de triple impacto certificado, por ejemplo, es una de las 11 empresas que participó del Programa Argentino de Carbono Neutro, que tiene vínculo con universidades para crecer en el desarrollo I+D.
Junto a INTA patentaron un queso que colabora en la reducción de colesterol, citado esto por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) como caso de éxito. También elaboran productos con alto contenido de ácido linoleico conjugado (CLA), que se producen a partir de dietas modificadas en las vacas. También trabajan en la incorporación de suero permeado en la alimentación del ganado.
En julio pasado, junto a INTI Lácteos lanzaron una línea de quesos sin lactosa con la marca Lombarde, que ya se exporta a Brasil desde fines del mes de agosto, siendo diferencial para una pyme láctea argentina. Mozzarella, danbo, tybo, edam, gouda, prato, provolone hilado y sardo son las variedades disponibles y con posiciones arancelarias del Mercosur propias.
“Estas líneas están atendiendo a un mercado más saludable, siempre trabajamos en ese sentido de la innovación”, indica el emprendedor.
Ugartemendía añade que la suya fue la única empresa láctea seleccionada para participar en el programa de reducción de desperdicios alimentarios de la FAO, recuperando el suero de la producción y a partir de ello -en un convenio con la Universidad Nacional del Litoral- se trabaja en el desarrollo de productos para reutilizar el principal subproducto de la industria quesera y aprovechar su valor a partir de polvos proteicos, bebidas energéticas, productos fermentados como yogures, e incluso mejorar la alimentación animal y transformarlo en energía.
“Siempre pensando en hacer productos más saludables y reduciendo el desperdicio de alimentos, ahora agregamos una novedad en nuestra instancia comercial”. A partir de la digitalización y la integración con una empresa de Córdoba, lograron integrar la logística, facturación y distribución de productos en más de 40 localidades, además de la entrega directa que tienen en Villa María y Villa Nueva, eliminando la intermediación de las distribuidoras y mejorando los costos comerciales, bajando los tiempos de reparto de cinco a menos de dos horas, llegando en bandejas y sin cajas, lo que también ahorra costos.
Existe la convicción de integrar en esta innovación productiva a las personas, a la digitalización, a la innovación y a la comercialización, como clave para ser una pyme distinta, que también participa del grupo Sensaciones Queseras para comercialización exterior conjunta, que en 2023 recibió un Premio ExportAr.
Alvaro tiene una mirada muy precisa sobre los cambios que se están dando en el sector lechero. No sólo en la producción hay un fenómeno de concentración, sino también en la industria. Por eso entiende que “clientes y consumidores nos tienen que conocer más allá del queso, por el agregado de valor, innovación en empresas más humanas y más comprometidas”.
Suena muy sincero: “Me veo diferente y no dejo de contar lo que hago” desde una empresa de puertas abiertas que decidió dejar de crecer en volumen de leche, pero si expandirse en agregado de valor, con mayor profesionalización. “Crecimos como equipo, elaboramos mejores productos y no tenemos temor a comunicarlo”, cierra.