Guillermina Mas es la flamante presidente de la Cámara de Productores de Leche de la Cuenca Oeste bonaerense (Caprolecoba) en reemplazo de Matías Peluffo. Pero además esta joven mujer ocupa un cargo en la Sociedad Rural de 9 de Julio, partido donde está el establecimiento lechero de su familia. Ella, como muchos hijos de productores, se fue un tiempo a estudiar a Buenos Aires. Pero regresó luego a tomar las riendas de ese tambo y también a discutir los destinos de la lechería argentina. Nada menos.
De eso viene esta charla con Bichos de Campo.
“Cada vez hay más participación de mujeres desde la producción. Y bueno, a medida que una se va acercando a las entidades y cámaras, el espacio está abierto. Yo no noté una limitante a podr participar por el hecho de ser mujer”, aclara desde el principio esta dirigente, tratando de enfocar la charla en lo ella considera más importante, la situación de la lechería.
Hacia eso vamos entonces. Mirá la entrevista completa con Guillermina Mas:
Caprolecoba agrupa a productores y empresas lecheras de la cuenca oeste bonerense, que se ubican especialmente en la sucesión de partidos que son atravesados por la ruta 5. Es una de las cuencas lecheras de la provincia de Buenos Aires, ya que también están la de Abasto o la de Mar y Sierras. Pero sin duda es la más grande de todas.
El tambo de la familia Mas queda en French. “Lo fundó mi padre hace 50 años y yo estoy involucrada en el negocio hace 10 años. Ahora tengo 48. De profesión soy contadora, licenciada en Administración. Viví mucho tiempo en Buenos Aires, me fui a estudiar desde acá y me quedé mucho tiempo y volví hace cinco o seis años”, relata la flamante dirigente.
-¿Y con qué te encontraste cuando volviste? Yo hace cinco o seis años escuchó hablar de una lechería en crisis, con con un montón de cosas por mejorar o actualizar.
-Tal cual. Mi primer año viviendo acá fue 2016, así que imagínate que sí fue año de crisis. Este lo que encontré básicamente. En realidad, yo me empecé a involucrar en el negocio estando en Buenos Aires. Cuando vine acá, básicamente le aporte mucho a la empresa familiar en lo que es gestión, empezar a juntar datos. Los datos en la lechería, en los tambos, son clave. Cuánto más novedades vos incorpores en un sistema que funcione, serán muchísimo mejores las decisiones que vas a tomar. Me hace reír un poco porque yo siempre lo escuchaba a mi padre en crisis constantes. Y uno de afuera dice ‘che, se están por fundir, que mal están’.
-¿Y no es tan así finalmente?
-Yo trabajaba en finanzas, en consumo masivo. Lo escuchaba a mi viejo súper preocupado por la situación de la lechería. Le dije “Pá, déjame, pasame info que yo te armo los números a ver que tan mal está la cosa. Y no estaba tan mal, no estaba tan mal…”
-La lechería en general es un sector bastante reacio a pedir ayuda profesional, incluso de los veterinarios. El productor cree que se las sabe todas.
-Exacto y no es así. Yo todavía lo veo y eso claramente es una autocrítica hacia los productores en general. No podemos gestionar un negocio en base al saldo del banco. ¿Eso define cómo me está yendo? Claramente no. La lechería es compleja.
-Debe haber sido un buen ejercicio de confrontación incluso con la vieja administración del tambo. Un buen ejercicio del vínculo con tu padre, que me imagino enriquecedor al final del camino. ¿Qué aprendiste de la lechería en estos años? ¿Es un sector inviable o es un sector viable?
–Yo considero que es un sector viable. Cuando vos mirás para adelante hay un montón de oportunidades como país. La lechería no es, diría, parte de nuestro problema. Es una parte de nuestra solución a nuestros problemas.
-¿Por qué decís eso?
-A ver, tenemos el costo de producción más bajo del mundo. Tenemos capacidad como para crecer y ese crecimiento es hacia las exportaciones. O sea, el camino para crecer de la lechería argentina son las exportaciones. Además hay mercado. Por supuesto que si nos miramos para adentro claramente hoy estamos en una situación de relaciones de costos que vienen ya de hace un año muy malas. Esta situación se potenció con la guerra, ahora se potencia con la sequía, con el dólar soja 1 y 2. Pero cuando miras para afuera, desde el lado exportador, hay oportunidades porque tenés países que están bajando sus producciones y nosotros tenemos todo para crecer. Claramente nos falta coordinación a nivel producción primaria, nos falta mucha coordinación.
Guillermina es rica en autocríticas, cosa que no es muy frecuente entre los productores agropecuarios y mucho menos entre sus dirigentes. Ella claramente siente que la fragmentación de la dirigencia lechera es uno de los principales escollos para seguir por el sendero adecuado. Dice: “Veo muchas voces, no siempre de acuerdo y claramente eso es una asignatura pendiente. Debemos llegar a tener el día de mañana una sola voz o por lo menos trabajar coordinados de verdad. Eso es un déficit, algo que tenemos que corregir”.
-Vuelvo a la pregunta, y es sobre cómo ve uno el final del camino. Porque si uno ve que la lechería es viable, si es un negocio potencialmente interesante para el país y para los propios productores, uno entonces cree que vale la pena hacer el esfuerzo. Pero si la vemos inviablenos ponemos a patalear y no hacemos ningún esfuerzo por coordinar, sino simplemente resistir. Esto cambia el enfoque del gremialismo.
–Totalmente. En Caprolecoba no hacemos gremialismo, es una cámara y el enfoque es comercial. La realidad es que la oportunidad está, pero hay un tema macroeconómico que nos impacta mucho porque somos un negocio de muy largo plazo. Si vos mirás para atrás, ¿cuánto hace que no tenemos siete años de estabilidad económica? Es bastante. Por eso yo hoy veo dos lecherías.
-¿Cómo es eso?
-Yo veo dos lecherías, porque vos ves un grupo de tamberos que no piensa en invertir y otro grupo de tamberos que sí está invirtiendo, que está robotizando o incorporando tecnología. Está apostando. Yo no he robotizado, pero sí sigo invirtiendo porque tengo la convicción de permanecer en el negocio lechero, porque lo veo viable. Cuando uno analiza por cuenca las rentabilidades, somos una de las cuencas donde estamos mejor parados. Pero obviamente que con gestión económica es viable. Claramente me parece que si te querés quedar en la lechería tenés que estar dispuesta a hacer inversiones de largo plazo.
-Ahora… También hay tamberos con la manos bajas, como resignados…
-No es con las manos bajas. Yo lo que los veo es por ahí que el foco no lo tienen puesto donde debería estar. No quiero juzgar a nadie, pero si vos no haces una gestión económica de tu negocio… Yo creo que cualquier emprendimiento lo necesita. La macroeconomía argentina es de lo más compleja y cuando empezás a analizar lechería te pega en todas las variables.
-Lo del dólar soja ha sido un cachetazo. De golpe el tambero se transforma en una víctima por le suben los costos de la alimentación de la vaca.
-Hoy para tener una idea venimos con precios si se quiere por atrás de los costos. Ahora se le suma el impacto de lo que es dólar soja y de la sequía. Estamos hablando de un impacto extra para los tamberos de entre el 15 y el 20%. Es muchísimo para absorberlo y además hoy la cadena entera destruye valor, no está generando valor. Lamentablemente la mala noticia para los productores es que esa destrucción de valor la estamos absorbiendo los productores.
-¿Por eso se cierran tambos?
–Matías Peluffo tenía una frase genial. Decía que los tamberos estamos muy enfocados al 100%, a lo que es productivo, pero a lo comercial no se le dedica energías y a lo gremial tampoco. Bueno, el foco en lo comercial no puede no estar, no puede no estar en ninguna empresa. ¿Somos entregadores de leche o vendemos leche? Eso es fundamental.
-¿La lechería debería cambiar su modo de ver su propio destino?
–Por supuesto. En la cámara trabajamos con un enfoque más empresarial. El tambero está muy acostumbrado a mirar variables físicas: litros por vaca. Y hay que ir a variables económicas y hay que mirar el negocio integral y la parte comercial no escapa a eso.