Ubicada en el valle de Sarmiento, en la provincia de Chubut, la estancia Santa Elena es una de las pioneras en la producción de ganado bovino –en especial de la raza Hereford- en esa porción del territorio sureño que se encuentra entre los lagos Musters y Colhué Huapi. Su actividad, sin embargo, inició de la mano de la producción tambera durante la década 1970, acompañando el desarrollo de una cuenca lechera que durante años proveyó de leche a Comodoro Rivadavia y otras ciudades.
“Inicialmente mis abuelos tenían un tambo. Mi papá, que es odontólogo de profesión pero ganadero de alma, trabajó antes de estudiar en la cooperativa del tambo y se encargó de repartir leche en Comodoro. Eran varios los tamberos y se producía leche en sachet, quesos y yogures. Hoy solamente queda uno de los tambos de esa época”, relató Nora Baltuska, ingeniera agrónoma y actual encargada de Santa Elena, a Bichos de Campo.
En paralelo a la producción lechera, muchos campos de la zona también se abocaron al ovino, principalmente para la obtención de lana.
“Papá tuvo una cabaña de merino en este mismo establecimiento, e incluso obtuvo un gran campeón a los 15 años. El gran problema que tenemos en la Patagonia con el ovino son los perros, asilvestrados y no tan asilvestrados”, contó la agrónoma.
Eso hizo que para el momento en que su padre logró comprar otro campo en las cercanías de Santa Elena, con la actividad lechera ya en crisis, la actividad productiva se redirigiera hacia la producción de bovinos para carne y también de reproductores. Es así que para 1988 Santa Elena comenzó a registrar Hereford Puro Registrado, y para 2006 incorporó embriones Puros de Pedigree de cabañas preñadas, como parte de un programa de la Asociación Argentina Criadores de Hereford (AACH).
Dentro de esa trayectoria en la producción bovina, un antes y un después para Santa Elena fue la colocación de la barrera sanitaria.
“Durante la inexistencia de la barrera se podían traer animales en pie desde la provincia de Buenos Aires. Eso fue lo que le permitió a mi padre proveerse de vientres. Después en 2013, tuvimos el corrimiento de la barrera de vacunación en el paralelo 42 y eso nos permitió llegar a otros puntos, a otras exposiciones y nos abrió el mercado. Esa zona es una con muchos vientres, con demanda de toros y nos permitió crecer en producción”, indicó Baltuska.
-Uno podría pensar que si se corre la barrera sería un obstáculo pero a ustedes los potenció.
-Generó una sinergia increíble porque ellos tienen las madres, nosotros teníamos la genética y se generó un círculo de comercialización genial. Nos sirvió a todos. Muchos tenían miedo, pero creo que fue positivo para ambas regiones.
-¿Consideras que la actividad ganadera en la Patagonia es una a la que se la puede catalogar como de reconversión?- le preguntamos a la agrónoma.
-Sí, puede ser una de reconversión, pero hay que saber que hay campos que no son aptos para el bovino y campos que no son aptos para el ovino. Hoy hay mucha tendencia de campos que cierran o que quedan abandonados. Esta es una zona complicada, sobre todo en invierno. Tenemos inviernos muy largos con temperaturas muy bajas, en donde el pasto prácticamente tiene una tasa de crecimiento cero. Eso hace que debamos reservar campos para ese momento.
-Ahí se vuelve clave la planificación para mantener la producción a flote.
-Totalmente. Hay que trabajar muchísimo en la planificación y sobre todo en la eficiencia. Si no sos eficiente en campos tan duros y tan extremos como estos, tu rentabilidad se va a ver seriamente afectada. Nuestro presente hoy es regenerar pasturas durante el pastoreo intensivo, y apuntamos a un proyecto de captación de carbono.
Ese compromiso con la sustentabilidad, sin embargo, podría verse jaqueado ante una situación que se viene agravando con el paso del tiempo: la sequía de los lagos. Actualmente el lago Colhué Huapi permanece seco, algo que en la zona tildan de irreversible, y el lago Musters muestra serias bajas en su nivel. La injerencia de este recurso en la zona es clave, ya que de ellos no solo depende el riego en las fincas y estancias locales sino también el consumo de las ciudades.
“El río (Senguerr), previo a desembocar en el lago Musters, ingresa a un sistema de canales que es lo que nos provee de agua de riego. Pero venimos viendo que ese recurso es cada vez más escaso”, explicó Baltuska.
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-¿Ya tienen en cuenta este panorama de cara a sus próximos años de producción?
-Básicamente ese fue uno de los motivos por los cuales planteamos este tipo de producción. Vemos que hay una degradación del ambiente, que cada vez tenemos menos recursos y que cada vez hay menos agua. Por eso apuntamos a hacer un pastoreo regenerativo, con menos utilización de agua, mejorando la eficiencia en el uso.
–¿Y cuáles son los próximos pasos que ves vos para Santa Elena? ¿Hacia dónde se va a dirigir la producción en el futuro?
-La idea es poder mantener o incluso incrementar la carga de nuestros animales, es decir ampliar un poco la fábrica, incluso frente a la merma de recursos como el agua. Y obviamente seguir produciendo reproductores. Actualmente se abrió una puerta gracias a una exportación de animales en pie desde aquí en la Cabaña Río Frío hacia Chile, algo que creo es sumamente importante para la región.
-¿Creés que vas a poder aumentar la carga con poco agua disponible o ya barajan otras alternativas?
-Existen otras alternativas. Estamos trabajando en eso e investigando a ver cómo mejoramos la eficiencia de producción de pasto.