Podemos hablar de desaparición de tambos, de vacas Holando que van a parar al matadero, de escasez de leche en sachet en los supermercados, de lo que quieran. Pero no debe haber mejor constancia del fracaso de la política lechera aplicada por la gestión de Mauricio Macri que esta situación: este lunes, pese a su responsabilidad histórica en la crisis láctea, el ex secretario de Comercio Interior del kirchnerismo, Guillermo Moreno, volvió a permitirse dar consejos sobre cómo administrar la lechería. Con cupos y mayores retenciones, claro.
De tan mala que resultó ser la política lechera de Cambiemos uno de los tipos más nefastos para el sector (al menos en opinión de una inmensa mayoría de productores e industriales) se permite opinar. A esta altura es como si Fránkestein hablara sobre lo mal que gestiona Drácula.
Pero sucedió. En la página 8 del diario BAE se publica una extensa columna de opinión firmada por el ex secretario Guillermo Moreno; su ex director en el INDEC Norberto Itzcovich; y Claudio Comari. El análisis se titula: “El precio de los alimentos en una economía orientada a la producción: la cuestión láctea”.
Allí, Moreno y sus colaboradores se permiten argumentar que su opinión sobre el mercado de la leche se origina “ante el evidente e irremediable fracaso del actual esquema económico”. Luego los autores dicen que se ven movilizados por “la responsabilidad de elaborar y proponer las posibles soluciones que contribuyan a revertir el daño que se le ha hecho a nuestra Patria y su pueblo”.
Así de una y sin vaselina.
Moreno, en esta lógica, ya piensa en un nuevo gobierno. Y cree que, una vez atravesado el periodo macrista, habrá que encarar una nueva política económica que articule “los instrumentos indispensables para lograr los objetivos simultáneos de crecimiento e inclusión social, garantizando el pleno empleo de los factores productivos”.
Luego, sin hacer ni la más mínima mención a su extenso paso por la gestión pública, el ex secretario K dice que una prioridad debe ser impulsar la producción de algunos alimentos. Y considera que “sus precios justos y equitativos permitirán recomponer el poder adquisitivo de los ingresos populares, impactando favorablemente en el crecimiento del consumo privado”.
Es allí que Moreno comienza a hablar sobre lechería, un sector al que afectó muchísimo al imponer durante largo tiempo trabas artificiales a la exportación e intervenciones autoritarias que terminaron deprimiendo la producción local, estancada desde hace muchísimos años en torno a 10 mil millones de litros anuales.
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Eso sí, y en esto se parece mucho Moreno a los funcionarios actuales de Cambiemos: jamás sentó a los supermercados a pensar cómo se distribuía la rentabilidad de los lácteos de manera justa con los productores. En esto, Fránkestein y Drácula le hicieron la reverencia a monstruos mucho más grandes.
¿Qué dice Moreno ahora sobre la lechería? Básicamente la obviedad de que “hay tensiones por resolver” entre los diversos eslabones de la cadena, unos 11 mil tambos, una industria láctea bastante concentrada y los exportadores de productos lácteos, que absorbieron en 2018 un 20% de la producción total.
“Los tambos, en general, ofrecen un producto razonablemente estandarizado, a diferencia de los demandantes, que son industrias que abastecen principalmente al mercado doméstico, o bien están especializadas en productos exportables”, opina Moreno.
Siguiendo este razonamiento, Moreno y los suyos creen que “cuando el precio internacional del commodity se incrementa, aumenta la capacidad de compra de estas últimas (las exportadoras), dado que el mayor margen a realizar les permite ofrecer un mejor precio para hacerse con la producción tambera. Por su parte, las usinas que necesitan la leche fluida para elaborar productos requeridos por la demanda interna deben igualar ese precio para poder adquirir la materia prima”.
“La consecuencia del proceso descripto es que el precio doméstico se expresa en el concepto de ‘paridad de exportación’, lo cual significa que el eslabón de la cadena que ejecuta dicha comercialización es el que impone los precios de la materia prima”, repite Moreno, dando a entender que es la exportación la que define los valores en alza.
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La conclusión es obvia y conocida, porque fue la que dio origen a muchas de sus intervenciónes cuando estaba en el gobierno: “Bajo dicha paridad, la inevitable consecuencia es lo que acontece: la demanda doméstica se satisface sólo al precio que fija la externa, lo que causó, en los últimos 3 años, la caída del consumo interno” que se ubica en el 11%.
Luego sigue el turno de las propuestas. Recita Moreno: “Siendo la leche, como la carne, un producto central que no puede faltar en la dieta de los argentinos, deben implementarse medidas de política económica que garanticen su presencia en la totalidad de nuestros hogares y, en simultáneo, no descuiden los incentivos que requieren los empresarios (tanto en la fase primaria como en la industrialización) para incrementar su producción”.
E insiste al decir que “para ello, es necesario”:
- Diferenciar el precio internacional del doméstico, vía retenciones a la exportación, distribuyendo, posteriormente, a los integrantes del sector el montante de lo recaudado, privilegiando así el rol de esa imposición como desacople por sobre el recaudatorio.
- Implementar cupos de abastecimiento, donde las usinas garanticen el aprovisionamiento adecuado del mercado interno con precios justos y razonables.
Es lamentable que estos personajes sigan opinando…pero peor que haya quien les crea !!!.NO VUELVEN MÁS!!