La mala fortuna existe realmente. Y debido a ella, la controversia local sobre la autorización comercial del trigo HB4 desarrollado por la empresa argentina Bioceres, que esta semana fue discutida incluso delante del mismísimo presidente Mauricio Macri, sumó un pequeño ingrediente que podría complicar todavía más las cosas. En Francia y Alemania aparecieron trazas minúsculas de un transgénico prohibido en semillas de colza producidas en la Argentina.
El episodio, que fue revelado por la agencia Reuters, pone en evidencia las dificultades que existen para que las empresas y el propio sistema regulatorio puedan evitar al 100% las fugas de eventos transgénicos al medio agropecuario. Es decir, a la vida real y más allá de lo que digan los expedientes.
La información dice que por estos momentos hay productores en Francia y Alemania que están destruyendo sus cultivos de colza porque encontraron rastros de un evento de modificación genéticamente para resistir herbicidas. Ese evento está autorizado en Canadá, país que se ubica a la vanguardia en la siembra de colza. Pero está prohibido en Europa y también en la Argentina, país de origen de las semillas.
Ver artículo europeo sobre “Contaminación por cultivos transgénicos”
Voceros de Bayer (compañía que adquirió Monsanto y a su semillera controlada Dekalb) confirmaron a Bichos de Campo la veracidad de esta información: aún en proporciones insignificantes del 0,005% aparecieron trazas del OGM prohibido en lotes de semillas producidas por la compañía en la Argentina para poder ser sembradas en contraestación en países del Hemisferio Norte. Estos rastros de manipulación genética justo vienen a ser hallados en Francia, el país que tiene la actitud de mayor rechazo a los cultivos transgénicos y el glifosato en toda Europa.
“Los controles realizados por las autoridades francesas durante el otoño mostraron cantidades diminutas de semillas transgénicas, estimadas en menos del 0,005% del volumen, en tres lotes de semillas de colza vendidas bajo la marca Dekalb”, según reconoció a la agencia Reuters Catherine Lamboley, directora de operaciones de Bayer para Francia.
Bayer de inmediato dio la orden de retirar las semillas de colza del mercado, pero ya habían sido sembradas cerca de 8.000 hectáreas en Francia y otras 2.500 a 3.000 hectáreas en Alemania. Por eso allí se ordenó la destrucción de esos cultivos.
La situación tendrá varias consecuencias en la Argentina. La producción de esas semillas se realizaba en estos pagos (y no en Chile, por ejemplo) justamente porque aquí no existe ningún evento de colza autorizado por la Conabia y entonces la Argentina era considerada hasta aquí un territorio ideal para la siembra de una colza convencional “libre de transgénicos”.
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Por un lado, según confirmaron las fuentes locales, Bayer/Monsanto detuvo esa línea de producción de semillas de colza hasta que se aclare por completo el episodio. Los voceros dijeron que la investigación está en curso, pero que hasta el momento no tienen ningún indicio firme sobre cuál podría ser el origen de la “contaminación”.
En ese sentido, sin dar mayores precisiones, las fuentes expresaron que no desconfían de una falla de los controles oficiales, que para ese negocio de producción de semillas serían rigurosos. Más bien, buscan pistas firmes en el transporte y la logística de este negocio. Falta tiempo para saber realmente qué sucedió.
Pero el episodio desnuda la fragilidad del sistema justo en momentos en que la compañía local Bioceres está haciendo mucha fuerza para que se apruebe, aunque sea de modo condicional, el nuevo trigo HB4, que fue modificado para ofrecer mayor tolerancia al stress hídrico. La cadena comercial triguera se opone a dar este paso temerosa del rechazo de los mercados a consumir un trigo transgénico. Pero quienes están a favor de autorizar este OGM afirman que el cereal podría segregarse, para evitar la contaminación de otros lotes comerciales.
El debate llegó esta semana a oídos del propio presidente Macri, quien decidió crear una mesa de trabajo para resolver en los próximos 60 días el entuerto. El episodio de Francia, en medio, echa un manto de dudas sobre la posibilidad de asegurar, aquí o en cualquier otro lado del mundo, una asepsia total de los cargamentos de trigo convencional frente a las nuevas variedades modificadas.
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Esta no es la primera fuga de transgénicos no autorizados al territorio desde que ese tipo de cultivos comenzaron a ser habilitados por el gobierno. En 1996 hubo plantaciones de tabaco OGM que fueron quemadas en Tucumán. Más tarde, el maíz GA21 fue sembrado por varios productores si estar todavía autorizado. Y mucho más acá, la propia Bioceres reclamaba por el caso de la alfalfa RR, que se había difundido por medio país e incluso se vendía por internet sin contar con ningún tipo de aval o permiso.
Pero aquellas eran situaciones muy grotescas frente a este caso de la colza contaminada al 0,005%, que resulta ser producto de un episodio accidental en el que las causas todavía se desconocen.
Fuentes del sector semillero argentino, en este contexto, contaron a Bichos de Campo que estos casos son frecuentes en la industria global. “Pretender 0% de presencia de OGM es imposible. A nivel mundial esto se trata con el nombre de LLP (Low Level Presence), es decir que se toleran muy pequeños niveles de detección. El problema son las presencias adventicias producto de contaminación sobre todo en los procesos de cosecha o transporte. Por eso hubo varias iniciativas para establecer umbrales, de manera de que estas semillas no sean consideradas como OGM, pero la verdad es que ninguna fue exitosa”, describieron.
“El problema es que se trataba de colza. Y Francia tiene tolerancia de 0% para este cultivo. Si hubiera sido una contaminación similar pero en semillas de soja, esto hubiera pasado como si nada”, confirmaron desde Bayer/Monsanto, empresa que cubría desde la Argentina cerca del 12% del total de su suministro de colza para Francia, donde se siembran en total cerca de 1,2 millones de hectáreas con esa oleaginosa, más otro millón de hectáreas en Alemania.
EL VERBO ECHAR NO LLEVA “H” INICIAL EN NINGUNA DE SUS CONJUGACIONES.
LAMENTABLE REDACCIÓN.
Ya está corregido. Gracias. Fue una pequeña equivocación. Sabemos que echar va sin hache y que hacer va con hache.
Nos sirvió para releer la nota y descubrir que la redacción no es tan mala.
Está hecho. No lo eches por la borda. Lo hizo sin querer. Lo ha hecho con buena fé. No lo eches en cara.