En los tambos, el mejor escenario climático está revirtiendo los muy malos indicadores productivos que dejó la sequía del año pasado y la ola de calor del verano. En mayo pasado se produjeron 878 millones de litros, lo que significo un aumento de 10% respecto de abril. Con agua y pasto, la productividad de las vacas estaría comenzando a mejorar.
De todos modos, el volumen de leche logrado en mayo ha sido 11% menor al de mayo del 2023. En el acumulado anual la caída de los primeros cinco meses es de 14% interanual.
Desde el Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA) dijeron: “En algunas zonas vienen mejorando con los días más fríos, secos y soleados, esperando que se vaya paulatinamente revirtiendo la situación y pasar a valores positivos entre agosto y septiembre. El acumulado anual esté entre 4 y 6% por debajo año contra año. Recordando que, en el último cuatrimestre del año, se produce alrededor del 38% de la producción total del año”.
La caída en la producción de leche varía según la cuenca lechera y el impacto que tuvo el clima en el último año. En Santiago del Estero, la caída interanual es de 25%, en Santa Fe y Córdoba la baja es de 15%, en Entre Ríos cayó 10%, en la Pampa 7% y la menos afectada, Buenos Aires, tuvo una merma de 6% respecto de los primeros 5 meses del año pasado.
También es bien distinto el impacto según el tamaño de tambo. Los de menos de 2000 litros produjeron 17% menos que el año pasado, para los de menos de 6000 litros la caída fue de 12% y para los de más de 6000 litros diarios la merma productiva fue de 5%.
Un dato a tener en cuenta es que este año la caída en la producción no solo tendrá relación con los impactos del clima sino con la reducción en la cantidad de vacas y establecimientos productivos.
“En 2024 habría 4,5% menos unidades productivas y 6,5% menos vacas en producción, y probablemente esas menos vacas y tambos sean los de menor producción, por lo que la incidencia en la producción puede resultar de 3,3%”.
El dato es significativo porque da cuenta cómo las políticas erráticas de los últimos años y el clima aceleran el cierre de tambos, que en Argentina no se producía a una tasa nunca superior al 2/3% por año.