Los números siguen sin cerrar para la inmensa mayoría de los tambos argentinos. Pero, así y todo, todavía hay productores que siguen invirtiendo. Es el caso de Jorge Olmedo, que apuesta a robotizar su tambo ubicado en la localidad bonaerense de Castelli, en la llamada Cuenca Abasto. A tono con los tiempos, el establecimiento se llamará ahora “La Polvorilla 2.0”.
“Estamos atravesando una reconversión de los sistemas lecheros, apostando a un cambio que ya viene avanzando en otras partes del mundo. Este proyecto no nace de flujos excedentes del tambo actual, pero al estar hace tantos años en este negocio, entendemos que leche seguirá haciendo falta. Lamentablemente seremos menos, pero creemos que esta situación va a revertirse”, dijo Olmedo con honestidad brutal a Bichos de Campo.
Olmedo es CEO de La Fayuca SA, firma dueña de un establecimiento donde producen leche bovina hace 18 años y que logró reconvertir su tambo automatizándolo a través de un proyecto conjunto con la empresa DeLaval, líder mundial en producción de equipos para tambo.
Escuchá lo que nos decía Jorge Olmedo:
Olmedo explicó que para modernizarse hicieron un cambio de estructuras de capital de la empresa. “Teníamos un campo de cría, cuyo rendimiento para el gusto de los accionistas no era de lo mejor. Así que propuse venderlo y transformarlo en un entrepiso a un tambo que tenemos en Castelli, y plantear un segundo tambo, financiado con ese capital de la venta, más negociaciones de financiación de otras cosas, y armar lo que yo llamo La Polvorilla 2.0, porque considero que es la evolución de 18 años de buscar la mejora del sistema de producción convencional”.
El proyecto prosperó a punto que “estamos a un mes de poder ordeñar la primera vaca en este nuevo tambo” robotizado.
Según el productor, “la intensificación de los sistemas, sobre todo en el sudeste de Buenos Aires, hace que el aumento de productividad se asocie a rotura de vacas o a costos de hacienda muy altos. Así tenemos sistemas que se estresan. Por ende ganamos por un lado y perdemos por el otro”.
Por eso, en La Polvorilla 2.0 se impulsó la técnica de ordeñe voluntario, llamado BMS, donde es la vaca la que decide cuándo comer y ordeñarse. “Esto genera menos enfermedades y mejora el bienestar animal y los niveles de conversión”, recalcó Olmedo.
El nuevo tambo ‘free stall’ o estabulado tiene cama de goma y está armado para 400 vacas, con 6 robots que se encargan de la tarea de ordeñe. También cuenta con un sistema de tratamiento de efluentes.
“Antes teníamos 700 vacas, sumando 2,5 vacas por hectárea, y producíamos cerca de 20.000 litros por hectárea/año. Pero ahora buscamos un sistema que mejore esa performance con menor rotura de vacas; o sea, más leche por hectárea con menor aporte de vacas”, indicó el empresario.
Ex presidente de la Comisión de Lechería de Aacrea, Olmedo también trabajó en un proyecto de lograr una nueva normativa para el manejo de efluentes de tambo en Buenos Aires. “Esta normativa permite a los productores tratar los efluentes y utilizarlos de modo agronómico, devolviendo a la tierra micro y macronutrientes. De este modo transformamos un problema en algo que a futuro será importante, al tiempo que será una exigencia de los mercados actuales”, describió.
-¿Cómo ve la lechería del futuro?- preguntamos.
-Estamos en las puertas de una reconversión general del sistema lechero, apostando a una dinámica de trabajo más profesional y a la exportación, pero no pensándola como un negocio de excedentes.
Olmedo también dijo que “hay una devaluación de más del 100% y la estructura de un tambo está dolarizada en más del 70%. En estos tiempos, mirar valores nominales es muy confuso y difícil. Aunque ajustemos ciertos índices, lejos de mejorar el precio de la leche, estamos yendo para atrás. Y la consecuencia es que hay cada vez menos leche y menos tambos. Y al mismo tiempo hay muchas zonas mixtas donde otras actividades están subsidiando a la lechería”, reflexionó.
El gran agravante para Olmedo, es el costo del financiamiento. “Si vemos las tasas que andan en el 70% en descubierto, no hay ningún negocio legal que pueda tolerarlas”, se quejó.