En septiembre los productores de leche percibieron un precio promedio por cada litro de ese producto de 118,36 pesos, lo que significó un aumento intermensual de 7,2% e interanual de 114%.
El ingreso es claramente inferior a la evolución de la inflación mensual, que fue de casi 13% ese mes y que tiene un acumulado de 138% en los últimos 12 meses.
Se supone que en octubre el valor pagado al productor tambero debería mejorar un poco más, porque comienza a regir la quita temporal de los derechos de exportación que tributa la cadena, y que llegan a 9% en el caso de la leche. La teoría, y la idea del gobierno, es que esto sirva para mejorar los precios pagados al productor, aunque pocos creen que tenga demasiado efecto en el precio. La sospecha es que ese diferencial quedaría en otros eslabones de la cadena.
Al respecto, desde la industria advierten que los exportadores están pagando mucho más de lo que indica el precio de paridad por la materia prima.
En este contexto de atraso de ingresos y con costos crecientes, productores chicos y medianos, que en muchos casos no tienen otra actividad productiva que pueda subsidiar las pérdidas en la lechería, tienen sus cuentas en rojo desde hace varios meses. En este tiene mucho que ver la sequía y los sucesivos Dólar Soja, que encarecieron los costos de producción.
En paralelo llegan las elecciones presenciales, tras las cuales, según indicó el candidato y ministro de Economía, Sergio Massa, habría una nueva devaluación del tipo de cambio oficial.
Cuando se produjo la última devaluación, que dejó al dólar oficial en 350 pesos, el ministro señaló que así se iba a mantenerse hasta los comicios, dando a entender que luego habría una nueva corrección en la paridad del peso con la moneda norteamericana.
Eso sin dudas afectará todavía a la lechería, ya que tiene gran parte de sus costos dolarizados, en particular los vinculados a la alimentación: granos y suplementos de vitaminas y minerales con los cuales se elaboran las dietas balaceadas.
Pero para los tamberos la cuestión no termina allí. Saben que con un nuevo gobierno habrá, muy probablemente, nuevos ajustes en el tipo de cambio oficial lo que incrementaría todavía más sus costos. De hecho, la brecha con el dólar libre o financiero supera el 100%.
La productora Andrea Passerini patentó la frase “producimos en dólares pero vendemos en pesos”. En estas condiciones el escenario no pinta para nada favorable. Para quienes no tengan las cuentas más o menos ordenadas, o hayan podido cubrirse de algún modo, lo que viene son meses de zozobra. Este gráfico muestra que en la moneda fuerte, los precios cayeron fuerte.
Sin embargo los tamberos -como tantos argentinos- no pierden las esperanzas de que en una nueva gestión de gobierno se vaya ordenando la macroeconomía, para que las empresas puedan operar en un escenario con menos distorsiones y, sobre todo, con estabilidad en variables como inflación y tipo de cambio, lo que daría previsibilidad a un negocio que la necesita mucho.
Quien tiene un tambo sabe que es un negocio de largo plazo, algo difícil de sostener en un país en el cual la política mira al corto y, sobre todo, su propio ombligo.