Por Nicoás Razzetti (@NicoRazzetti).-
La faena vacuna de marzo volvió a expresar las necesidades de los productores por desprenderse de ganado, debido al “achique” de los campos por la seca.
De acuerdo a los pronósticos climáticos, este largo periodo de falta de lluvias se comenzaría a cortar en la próxima quincena. La mayor parte de la región pampeana recibiría lluvias que si bien serían de magnitud moderada servirían para recomponer el perfil del suelo y, en el caso de los campos ganaderos, la oferta de pasto.
En marzo, el total de bovinos faenados -según el dato difundido por Senasa- fue de poco más de 1,1 millón de animales, un volumen similar al de marzo del año pasado. De todos modos, la participación de las hembras fue más alta y alcanzó el 44,8% del total, cuando en el mismo mes de 2017 fue de 42%.
Al cabo del primer trimestre del año, en tanto, la faena aumentó 8% y la participación de las hembras promedió 45%. Es decir, se llegó al límite que divide una fase de retención de hacienda de otra de liquidación del stock. Esta tendencia podría profundizarse dependiendo de cómo evolucione el clima en los meses que vienen.
La mayor oferta de “gordo” en el arranque del año, especialmente de hembras, apuntaló el incremento de las exportaciones de carne vacuna, particularmente hacia China, que demanda carne de vacas y a donde se destina el 50% de los embarques totales. Pero también elevó la disponibilidad de carne para el consumo interno, que más bien pide ganado liviano y que en el arranque del año promedia los 60 kilos por habitante y por año.
En síntesis, crecen las exportaciones y el abastecimiento interno pero no gracias a una mayor productividad del sistema sino por el impacto de un clima que obliga a los ganaderos a desprenderse a destiempo de la hacienda.
La salida anticipada de ganado de los campos también se observa en el mercado de la invernada. Los criadores adelantaron los destetes y así la oferta de terneros en marzo, según diferentes consignatarios, fue 30% superior a la del mismo mes del 2017.
En ese contexto los precios retrocedieron 15%. Lo que antes se pagaba $45 ahora se vende en $38 pesos por kilo vivo. Los engordadores, que tienen posibilidades de elegir qué comprar prefieren los machos y por eso el precio de las terneras sufrió castigos mayores.
Para aliviar la situación de los criadores ante este escenario de bajas, el Gobierno dispuso días atrás la reducción del peso mínimo de faena para hembras, de los 300 kilos vigentes a 260 kilos en pie, aunque solo por los próximos 90 días.
El punto es que mucha hacienda está saliendo de los campos de cría con destino a los feedlots con 20/30 kilos de menos y eso complicaba la posibilidad de llegar al kilaje mínimo, una exigencia que de no ser cumplida tiene una multa de 10 mil pesos por cabeza.