Elise de Rincquesen y Fernando Calvo se conocieron en un viaje que ella hizo a Usuahia hace más de 10 años, cuando estaba terminando sus estudios universitarios sobre administración de empresas. Se enamoraron y los años de noviazgo transcurrieron entre idas y vueltas, entre un país y el otro.
Años más tarde, su hermana le contó de una amiga que había dejado las comodidades de un buen trabajo en la ciudad para dedicarse a la producción agropecuaria. “Esa semilla se sembró en mí, a las pocas semanas se lo conté a Fernando y él me dijo que estaba pensando en lo mismo, así arrancamos”, contó Elisse a Bichos de Campo.
Fernando dejó su trabajo en una empresa de seguros, se inscribieron en un programa de ayuda del gobierno británico para productores orgánicos y al principio se fueron a trabajar a un campo en Francia, donde aprendieron a hacer un poco de todo, incluido los quesos.
Con los años recalaron en la Argentina. “Un día Fernando me preguntó qué era lo que más extrañaba de mi país y le dijo que eran los quesos de cabra. Así fue que surgió la idea de producirlos acá, porque allá hay mucha competencia y en Argentina falta desarrollar el mercado de los quesos gourmet”, contó la mujer francesa.
Con ese proyecto en la cabeza, primero se instalaron en la localidad bonaerense de 25 de mayo. Allí empezaron junto a un socio con un plantel de sólo 15 cabras. Luego mudaron el emprendimiento a Mercedes, donde finalmente la idea pudo prosperar. Allí ya cuentan con 100 cabras lecheras.
Los productos se comercializan con la marca Champs Elysses, en honor a la importante avenida parisina que sirve además para identificar los quesos con esa cultura.
Elisse y Fernando se dedican a hacer el tambo, también a la parte administrativa y comercial de los productos, y ahora cuentan con dos empleadas que trabajan en la fábrica de quesos, donde también hacen yoghurts y dulce de leche. Los fines de semana, además, realizan visitas guiadas para los turistas curiosos que quieren conocer un poco como es la vida en el campo.
“Estamos muy contentos porque cada año los quesos salen más ricos y tenemos muy buena devolución del público argentino y francés, porque les recuerda la tierra natal” contó Elisse.
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Con su esposo todos los días se encargan del ordeñe y del cuidado de los animales. “Nos da placer hacerlo, es el momento que compartimos con los animales, nos fijamos si están en buena salud. Si bien somos empresarios, la idea era salirse de la oficina, vivir la paz del campo”, relató la francesa.
Esta joven productora agropecuaria, de tan solo 33 años, dice que está muy a gusto aquí: “Al argentino le gusta compartir, me encanta la cultura del mate y del asado, son muy cálidos y además acá puedo hacer algo que me gusta que es andar a caballo, eso es maravilloso”.