Los encierres de hacienda en los feedlots vienen creciendo y garantizan un buen abastecimiento de carne en los próximos meses, aunque el ritmo es mucho menor al de 2023, cuando la seca obligó a sacar hacienda de los campos de cría y algo inferior a los registros del 2022.
Según los datos de Senasa, entre enero y abril salieron de los campos de cría rumbo a otros establecimientos o remates feria 2,8 millones de terneros, lo que significa una caída de 20% respecto de igual período del año pasado, y de 7% con relación a enero – abril de 2022, cuando no golpeó la sequía en la cría vacuna.
De este dato se desprende como primera conclusión que habría cierta retención de hacienda en los campos de cría, lo que tiene que ver un poco con el interés por quedarse con terneras para reponer vientres, pero sobre todo con la posibilidad de tener más tiempo los terneros en los campos y decidir con menos urgencia la venta, lo que no es menor teniendo en cuenta la incertidumbre económica.
Es que el total de salidas de terneros de los campos de cría que se enviaron a los feedlots en estos estos cuatro primeros meses del año fue de 1,7 millones de cabezas, lo que significa que 1,1 millón fue a otro campo de cría, o a sistemas de recría para su posterior engorde.
Cabe destacar que el año pasado el pico de encierres fue de 2 millones de animales, es decir que no se está lejos de alcanzarlo de seguir con este ritmo de ingresos en los próximos meses.
Este año a pesar de la crisis del consumo, los feedlots se vieron favorecidos por un resultado de positivo en la compra venta. Las terneras las compran a menos de 2.000 pesos pero las venden con valores mayores.
Además el maíz tiene un precio que también alienta al engorde. Con un kilo de hacienda en pie se compran al menos 12 kilos de maíz, que es buena en términos históricos, tomando como referencia un valor de 170.000.
De esto se desprende una segunda conclusión y es que en los próximos meses habrá una muy buena oferta de hacienda liviana terminada a corral para el abastecimiento de un consumo doméstico, que si no cambia nada para bien, tendrá poco margen para pagar precios mejores a los actuales por la carne.
La ganadería y la industria frigorífica necesitan contar con una demanda interna fortalecida, que recupere fuerza, que tenga más músculos para pagar los que les ofrecen en las góndolas. Ese cliente, fiel como siempre, compra el 70% de lo que produce y siempre se mostró poco elástico a reducir el consumo cuando subían los precios. Pero la crisis está modificando incluso ese patrón de comportamiento.
Todos piden devaluacion pero no se preocupan por hacer más eficiente su negocio.