El 2 de julio se celebra el Día Nacional de la Avicultura pues así lo definió el presidente Guido en 1963, al dejar establecida la importancia de la avicultura en la economía argentina. Pero parece ser que no hay demasiado para festejar, por lo menos para los productores “integrados” de pollos.
“El sector está muy mal. Venimos con una baja en el consumo y la suba del dólar nos golpea muy fuerte porque todos nuestros insumos son importados, de modo que cada vez que queremos reponer algo debemos pagarlos en dólares. Y desde el 1° de julio se viene un nuevo aumento para nuestros empleados”, declaró a Bichos de Campo Ricardo Unrein, presidente de la Cámara Argentina de Productores Integrados de Pollos (CAPIP).
En materia de costos, Unrein aseguró que “ya estamos pasando los 10 pesos (por kilo de pollo en engorde), cuando la industria nos sigue pagando entre 6 y 6,20 pesos, habiendo aumentado un 10% en enero, mientras que para el invierno no prevé más aumentos”. El directivo de CAPIP produce en la localidad entrerriana de Crespo, considera la capital de la avicultura.
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El avicultor agregó que últimamente también aumentó mucho el costo de energía. “En el último bimestre, terminando el verano y con 80.000 pollos, pagué 150.000 pesos de luz. No nos cierran las cuentas. Las instalaciones se están viniendo abajo y tanto cortina como tejido se están deteriorando mucho”, se quejó.
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Unrein aseveró que “hemos golpeado todas las puertas. A la provincia de Entre Ríos le reclamamos porque nos cobran Ingresos Brutos, ya que consideran que la avicultura no es una actividad primaria. También reclamamos por los aumentos de energía y en ninguna de las dos peticiones tuvimos eco”.
“Lo que sí nos da esperanza es que estamos trabajando junto a algunos diputados como Atilio Benedetti. a quien le dejamos nuestro proyecto de ley, por una Ley Avícola para cobrar como corresponde”, añadió. Benedetti, que también es entrerriano, preside la Comisión de Agricultura de la Cámara baja.
La cadena de pagos, según Unrein, merece una división. En la costa del Paraná, donde él está ubicado, pagan a los integrados a los 30 días de entregado el pollo, mientras que en la costa del Uruguay pagan entre los 90 y 120 días. En Buenos Aires, mientras tanto, el productor cobra entre los 60 y 90 días.
“Esto hace decaer aún más la actividad en medio del proceso inflacionario, ya que cobramos lo que trabajamos hace tres meses atrás”, concluyó.