“Hay un mito de que la agroecología no se puede hacer extensiva”, sentencia el ingeniero agrónomo, Antonio Lattuca, de 70 años de edad, casado, con 3 hijos y seis nietos, que hoy vive en el barrio Pichincha de la ciudad de Rosario. Fue un pionero de este tipo de producciones dentro de los ejidos urbanos y periurbanos. Todavía se siente fuerte para plantear la discusión a gran escala.
Desde joven Antonio adoptó una ideología de compromiso social y comunitario. Nieto de un quintero sin tierra propia y de abuela jardinera, mamó de chico la pasión por las plantas y la tierra.
Cuenta Antonio que decidió estudiar agronomía para poder ayudar a la gente más vulnerable de su país. En 1987, ya recibido de agrónomo, logró ir a trabajar a un asentamiento ubicado en el sur de la ciudad para que mucha gente necesitada pudiera acceder a verduras frescas y de buena calidad.
Desde esa experiencia sostiene hoy que a las orillas de las grandes ciudades siguen arribando las familias provenientes de tierra adentro de nuestra Argentina y de países vecinos -sobre todo, de Bolivia, Perú, Paraguay, Chile- con una gran sabiduría ancestral sobre cómo trabajar la tierra, y además, de cómo alimentarse de cultivos y de cocciones, que no debemos perder sino aprovechar y sumarle todo el conocimiento actual que hemos alcanzado en los ámbitos de la agroecología, la biodinámica y la permacultura.
En los años 90, Antonio trabajó en ProHuerta y en un Programa de Agricultura Urbana de la ciudad de Rosario. Hoy es un referente insoslayable de la agricultura urbana y periurbana, pionero de la agroecología. Propugna por una alimentación más saludable, producida cerca de los centros de consumo, y por políticas públicas que aprovechen todos los espacios de tierra de las urbes y de sus periferias -como los corredores verdes al costado de las vías de tren y creando parques-huertas agroecológicos. Hoy ha logrado que se crearan espacios permanentes para la agricultura urbana de Rosario: 6 parques y 3 corredores verdes.
Antonio edita un “Calendario –anual- Biodinámico”, en el cual ejerce una gran docencia, explaya su sabiduría cosmogónica de modo holístico y hasta se pregunta cómo será la agricultura en el año 2050. Allí propone recetas de comidas regionales, incluye la Agenda del Huertero, nos habla de plantas medicinales y hasta nos invita a la poesía.
Es que -según Lattuca- la tierra nos da todo: fibra para nuestra ropa, madera para nuestro hábitat y el alimento necesario para crecer y vivir. Los espacios verdes mitigan la contaminación y el calentamiento global.
Según su mirada, la pandemia nos ha dejado al descubierto las limitaciones de la agricultura industrial y nos propone la oportunidad de cambiar de paradigma, de cambiar nuestra cultura agraria de una buena vez y de aprovechar todo el conocimiento actual para producir semillas de modo comunitario y cultivar la tierra para alcanzar alimentos sanos de alta calidad y accesibles a todas las personas.
Antonio seguirá haciendo docencia y bregando por más políticas públicas que entusiasmen a la juventud en aprovechar los recursos de la tierra con un compromiso social y comunitario, pero además, este hombre sabio nos propone escuchar la sabiduría de Atahualpa Yupanqui y del poeta uruguayo Romildo Risso, en la milonga El aromo.
Muchos años trabajando en huerta ,haciendo comestica Natural ,conindndo en el Saderlan con mis compañeros de huerta y Antoño ,muchas alegría y demás como todo hermoso recuerdo, ferias viajes capacitaciones con médicos, crecer año y estali todo eso más de 14 o más años