Muchas mujeres vinculadas a la vida rural tuvieron que “hacerse camino al andar” sorteando los cambios económicos y sociales, en medio de luchas personales por demostrar que podían conseguir y alcanzar metas. Esas mujeres inspiran, y Lidia Sánchez es una de ellas. Trabaja como empleada encargada de un tambo junto a su esposo en la localidad santafesina de Esperanza y además estudia, con la ilusión de poder estar al frente de su propio tambo algún día.
Ante todo Lidia se define “tambera y guachera”. El establecimiento en el que trabaja tiene una producción diaria de 2500 litros y allí mismo vive con su esposo y sus hijos. “Campo, vacas, terneros y mis hijos. Este es mi mundo”, manifiesta orgullosa de su modo de vida.
En 2019, con 39 años, terminó la secundaria y ahora se metió de lleno en el estudio de una tecnicatura en Producción Primaria en Lechería. Este fue su primer año en un momento particular de pandemia, pero asegura que el resultado al final de tanto esfuerzo será más que compensatorio.
“Le sigo poniendo pilas a esta carrera de saberes y conocimientos que tanta falta nos hace a veces a los tamberos para poder tener un trabajo redondo y completo en todas las áreas que implica un tambo”, asegura Lidia.
Hay una raíz muy profunda en su convicción por el tambo: el amor y recuerdo de su abuela. “Los veranos de mi infancia siempre fueron en el campo y los pasé junto a mi abuela. Fue algo que siempre me gustó. Adoraba esos meses que pasaba con ella ordeñando las vacas a mano, haciendo el famoso apoyo con el ternero para que le bajara la leche y el hecho de llamar a cada vaca por su nombre”, rememora Lidia.
“Me quedaron tantas cosas lindas de esa época, que cuando surgió la posibilidad de venir a trabajar al campo no lo dudé”, agrega a su relato la tambera, llena de recuerdos de su abuela, la persona de la que aprendió el oficio.
Un día de Lidia en el tambo parece agotador ciertamente, aunque ella lo describa con cotidianeidad. Se levanta cada día a las 4 y se va derecho al tambo, donde encierra a las vacas para empezar a ordeñarlas. Luego de la última mangada sale a darle la leche a los terneros. Cuando termina esa labor se dispone a lavar las maquinas y a ayudar en la limpieza general del establecimiento. Y si hay algún parto ahí también está ella para asistirlo.
Cerca de las 6 lleva a las vacas a pastorear y luego recorre la guachera, el preparto y hace una recorrida para ver el resto de las vacas lecheras. Cuando su marido se va al sector de recría ella atiende a sus cuatro hijos, prepara la comida y a veces, cuando se puede, hace una siestita. Pero por lo general aprovecha ese rato libre que tiene -antes de volver a ordeñar a las 4 de la tarde- para ayudar a sus hijos con la escuela o bien para dedicarse a leer apuntes de la tecnicatura que estudia.
“Por ahí me cuelgo mirando videos o escuchando charlas de veterinarios, ingenieros y nutricionistas vía zoom o streaming. Es que me gusta mucho escuchar y aprender de gente que sabe más que una”, afirma.
Cuando Lidia termina su ronda de las 18 da una última recorrida por la guachera para ver las necesidades de los terneros, hasta que llega la noche donde sigue atendiendo su casa, a sus hijos y sus apuntes de facultad. “Este año en plena pandemia se nos hizo muy difícil, y también por tener falta de WiFi en casa”, reconoce Lidia, aunque sostiene que no hay adversidades para conseguir lo que una desee.
En algunas ocasiones, confiesa que es una mujer de riendas tomar y que le gusta ir al frente cuando está convencida de ciertas mejoras o cambios que pueden hacerse en el tambo. “Cuando tengo dudas o se me presentan inconvenientes me gusta hablar y resolver con los demás pero quiero que se escuche mi opinión. Soy una mujer que siente que hay ocasiones en que es necesario ir al frente”, resalta.
Pero Lidia siente que todavía el hombre sigue un paso adelante de las mujeres. “Hay momentos en que siento que me tengo que quedar en un costado y mirar. La opinión de la mujer tambera no vale y lo noto mucho más cuando se hacen reuniones entre patrones y tamberos. Quizás eso no se sienta tanto con un título de veterinaria o agrónoma, porque de ese modo creo que podríamos luchar mejor para ganar nuestro lugar”, manifiesta.
Es notorio el anhelo de Lidia por obtener pronto su título de Técnica en Producción Primaria en Lechería. Si tuviera poder para cambiar cosas, ella afirma: “Cambiaría todas las mesas que nos representan en el agro y daría más cabida en ellas a las mujeres que vivimos el día a día y que sabemos lo que es estar en el campo y padecer ciertas necesidades. Quiero más lugares para mujeres en las mesas de representación del campo”.
Para Lidia, el trabajo de las mujeres rurales tendría que ser mucho más visible y fomentado. “Más allá de que hay muchos grupos o redes de mujeres, siento que falta atraer a esas voces calladas de tantas que laburan, porque están las que salimos y contamos lo que hacemos pero también están las que trabajan y no dicen nada, y siguen pateando por esta Argentina que tanto necesita. Actualmente no conformo ningún grupo, pero sí me gustaría tener uno de mujeres tamberas donde podamos intercambiar información y podamos conseguir herramientas para capacitarnos y seguir haciendo lo que nos gusta y apasiona”, confiesa.
Una de sus reflexiones en medio de la charla es que “el hombre y la mujer siempre tienen que caminar a la par. Con mi marido al menos nos complementamos así. Poder respetar opiniones y escucharlas, porque así es como se logran los cambios, yendo juntos a la par. Para lograr cambios hay que lograr una unidad y esto siempre se lo digo a mis hijos”.
Ahora bien, Lidia no es una convencida de que la política permita lograr cambios sino el propio trabajo que cada uno realice. “La política miente y está llena de engaños. Está muy desvirtuada y yo ya no creo más en ella aunque en algún momento de mi vida quise creer y participar. Para mi los cambios vienen a partir del trabajo y de hacer desde nuestros lugares. Los que van a la política por lo general buscan sacar alguna tajada de ella y no mirar al costado para ver lo que necesita el de al lado y luchar por sus derechos. Hay mucho egocentrismo en la política”, analiza Lidia Sánchez.
En una sola palabra, para Lidia la política de hoy “es un desastre; por eso me mantengo lejos”.
Su mundo es estar en el campo. A Lidia no le gusta leer los diarios ni ver noticieros pero sí revela que le gusta leer las noticias desde Twitter, que es la red de la que más participa mostrando su día a día y su rutina en el campo.
Vaquillonas de reposición. Mi crianza. 🐄🤗 Ese no se que te da verlas. Tan grandes, preñadas. 😊 Felicidad #futuro #tambo mientras estén ellas, seguimos pa delante!!!! pic.twitter.com/vdZwL2fPjW
— Sanchez Lidia (@SanchezLidia3) November 1, 2020
Para esta tambera, el campo es el motor del país y siente que está muy desvalorizado. Afirma que “esa falta de valor no viene de parte de la gente sino de los gobiernos que pasan. Hoy lo veo muy desatendido al campo, cuando debería ser más tenido en cuenta porque produce alimentos y mano de obra”.
Lo mejor que hay para Lidia es el esfuerzo diario por lograr cambios. “Nada viene de arriba, nada es fácil, solo trabajando se logra lo que uno quiere y tiene”, concluye mientras se apaga la última luz del día y siente que es hora de regresar a su casa, en el campo, siempre bien cerca de las vacas lecheras.
Felicitaciones cuando hay ganas se puede