El biólogo y presidente de la Fundación Pro Yungas, Alejandro Brown, no desiste en su cruzada por visibilizar la iniciativa de Paisajes Productivos Protegidos (PPP), que apunta a comprometer a los actores del sector privado con el cuidado de la biodiversidad. Su plan desde 2010 viene sumando adhesiones tanto en Argentina como en países de la región, aunque aquí se han limitado sobre todo a las empresas agroindustriales del norte del país. Pero esta semana llevó esa bandera hasta la provincia de Tierra del Fuego, donde se encontró con productores ganaderos locales.
“Desde el punto de vista de este programa, de la vinculación entre lo ambiental y lo productivo, la de Tierra del Fuego es una situación ideal para nosotros. La producción allá es una producción ganadera de baja intensidad, que está desarrollada en un paisaje donde los espacios silvestres dominan”, contó Brown en una charla con Bichos de Campo.
Durante la visita se realizaron dos reuniones, una en Río Grande, junto a una veintena de productores y miembros del INTA, y otra en Ushuaia con investigadores del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC).
“Al programa no lo conocían, y de hecho mi visita tenía que ver con eso, con comentarles de qué se trataba y cómo se estructura. Para eso también era importante la alianza con los investigadores, que desarrollaban actividades de estudios. Eso es clave por la familiaridad y confianza con el sector productivo. Allí no hay una acción de transformación del paisaje, sino que se aprovechan las oportunidades y la heterogeneidad que ofrece ese lugar. La ganadería es una actividad que está muy en equilibrio con la propia estructura ambiental y eso, en general, la sociedad lo ignora, porque nadie lo ha mostrado”, explicó Brown.
A continuación, señaló: “Sin ninguna duda considero que el paso que hemos dado en Tierra del Fuego es el paso en la dirección de ir sumando a gran parte de la Patagonia al programa PPP. Nuestro objetivo es sumar a todo el país para hacer más fuerte el mensaje, y para mostrar que no es prohibitivo”. ProYungas se esfuerza en demostrar que producción y ambientalismo pueden convivir y potenciarse, más que confrontar.
“En el norte trabajamos con muchas empresas grandes, frutícolas, forestales, madereras, de caña de azúcar, en ese vínculo armonioso. Producir y conservar el ambiente no es privativo de esa región del país y de grandes empresas, sino que también productores más chicos y medianos también se ocupan”.
-¿Qué problemáticas le acercaron los productores durante su visita?– le preguntamos.
-Un tema que surgió, y que no es menor, es el de las distancias. También hablamos de su tradición como productores ovinos, que por la presión de las jaurías de perros era difícil mantener las majadas. Desde el punto de vista de los productores, esa problemática está instalada y es fuerte. Conversando con investigadores del CADIC, se ve que es una problemática que hay que evaluar mejor. Resolverla es tremendamente difícil, como lo es resolver gran parte de los problemas que hay con especies exóticas asilvestradas e invasoras. Eso en el norte pasa con el ciervo axis y con los jabalís, por ejemplo. Es muy difícil de manejar y de controlar.
-¿Qué respuesta recibió tras la presentación de la iniciativa PPP?
-Por supuesto que siempre el sector productivo, en general, es muy prudente. Como siempre digo, la pieza fundamental en el vínculo es la confianza, y eso hay que construirlo, no es automático. Mi impresión es que el programa interesa, porque fundamentalmente lo que nosotros buscamos es visualizar el compromiso del sector en la preservación ambiental. De alguna manera ellos entienden que eso es algo positivo, y nosotros lo basamos también en mucha información en el terreno. Hay toda una batería de datos disponible, que muchas veces no la encontramos en muchas empresas del norte con las que trabajamos. El camino en Patagonia está mucho más allanado.
-En caso de que algún interesado quiera avanzar en su aplicación, ¿cuáles son los próximos pasos a seguir?
-En principio tenemos un acta de formalización de ese vínculo, que no es más que mostrar el interés de tener un espacio de cooperación conjunta. Luego se genera información de base sobre comunidades ambientales, biodiversidad asociada, donde están las unidades productivas y su tipo de actividades. En el caso de Tierra del Fuego eso ya existe, por lo que los primeros pasos ya están dados. Después juntos, con los interesados, los investigadores y nosotros, debemos plantearnos cuáles son las líneas prioritarias que el productor considera útil trabajar, y se actúa en la actividad. Por supuesto que uno también aporta sus pensamientos e ideas, pero la decisión final de dónde están las prioridades es esencialmente del productor.