La lechería sigue perdiendo tambos con prisa y sin pausa. De acuerdo con los datos del Senasa sobre los establecimientos activos (con número de RENSPA a abril de este año), quedaban activos en el país 9.079 tambos, lo que significa una caída de 5,5% respecto de igual meses del año pasado.
Eso significa que en el último año cerraron 477 tambos, mientras que desde inicios de año, es decir transcurrido el primer cuatrimestre de 2025, se cayeron 50 unidades productivas.
Los datos los reportó un reciente informe del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA), reproduciendo los balances oficiales. De todas maneras, no son pocas las voces que se alzan en contra de esta estadística oficial, con la argumento de que no refleja del todo bien un proceso de concentración lechera que tiene muchos matices, como tambos que se fusionan dentro del mismo campo o la existencia de empresas que deciden pasar al mercado infomal.
Pero es lo único que hay disponible. Las inscripciones ante el registro sanitario de Senasa cantan algunas verdades incómodas, como que los tambos que se van son sobre todo los más chicos y también los medianos, mientras que los establecimientos más grandes vienen ganando porciones del negocio.
El sector lechero viene de atravesar una importante sequía que redujo la producción de leche y achicó la facturación, a punto tal que para muchos productores significó el abandono de la carrera a pesar de los buenos precios que tuvo sobre todo el año pasado cada litro ofertado.
Se agrega otro factor que cada vez pesa más en la actividad, que es la falta de sucesión. La actividad del tambero es sacrificada y los establecimientos más chicos requieren de mucha atención de parte de sus dueños. Pero las nuevas generaciones prefieren dedicarse a otra cosa con más proyección y probablemente menos esfuerzo.
La contracara de este proceso de achicamiento de tambos que volvió a mostrar la estadística de Senasa ha sido, en abril pasado, una recomposición del rodeo de vacas lecheras, que se da por la mayor demanda de hacienda de parte de los tambos grandes.
En la lechería Argentina hay actualmente 1,55 millones de vacas lecheras. Se trata de un valor bajo en términos históricos, ya que el rodeo llegó a ser de 3 millones. Pero evidentemente las vacas que quedan son más productivas porque la oferta nacional, que varía según el impacto del clima, fluctúa entre los 10.000 y 11.000 millones de litros.
En efecto, los datos oficiales que analizó el OCLA indican que la cantidad de vacas creció en 70.319 animales, es decir, aumentó 4,4% respecto de abril del año pasado. Sin embargo, todavía falta sumar 27.500 para empatar la cantidad de vacas que había en ese mismo mes del 2023.
Eso explica por qué en los últimos años -por las recurrentes sequías de lluvias y políticas de apoyo- los productores cerraron tambos y muchas de esas vacas fueron a faena, para terminar alimentando con su carne a la población de China.
Otro dato que da cuenta de la creciente y prolongada concentración es que los tambos grandes, de más de 500 vacas, son los que suman animales a sus rodeos. Por eso representan el 6,5% del total de unidades productivas pero a su vez explican el 28,6% de la producción nacional de leche.
En la otra punta, los tambos más chicos significan el 33,5% del total de tambos, pero apenas aportan el 8,7% de la leche producida.