La familia Larrauri, dueña del frigorífico Finlar, es popularmente conocida por el paso que tuvieron en el automovilismo, aunque su recorrido resultó ser más largo y exitoso al interior del negocio de la carne vacuna.
Sus primeros pasos los dieron en 1910, cuando se festejaba el primer centenario de la Revolución de Mayo. Ese año abrieron la primera carnicería. Con el paso del tiempo se convirtieron en importantes matarifes abastecedores. Hace que 28 años pudieron inaugurar el frigorífico ubicado en Pueblo Andino, al sur de Santa Fe. En esa planta faenadora dan trabajo a 300 personas.
Además tienen un feedlot para 35.000 animales, recrías y engordes en campos de terceros. De esa forma se aseguran parte de la hacienda que necesitan para el funcionamiento del frigorífico.
Hace dos años inauguraron el ciclo 2 en el que se pueden trocean y despostar 200 medias reses por día. Esa carne se vende en el consumo interno mientras esperan por las habilitaciones correspondientes de los mercados internacionales, especialmente de Europa, para poder suministrar a sus clientes los cortes que allí se elaboran. Desde ese establecimiento comenzarán a salir en breve cortes premium envasados al vacío para el mercado interno, que es el negocio fuerte de la empresa.
Además invirtieron en túneles de enfriamiento y congelado de la carne, y en una planta de procesamiento de secado de sangre bovina que se vende para la fabricación de alimento balanceado de otras especies como cerdos o peces, según contaron sus directivos en el newsletter mensual de FIFRA.
La empresa tiene nuevos planes de crecimiento. Hay más inversiones en carpeta, pero por ahora están en veremos debido a los problemas que encuentran en el negocio de la carne.
El gerente general de Finlar, Alberto Barcos, dijo que no resulta conveniente hacer estas inversiones si luego no hay controles a la informalidad comercial, impositiva y sanitaria.
“Las inversiones deben ir acompañadas de reglas de juego que sean parejas y que se cumplan, sino las empresas que invierten y trabajan en el marco de la ley terminan perdiendo, no pueden competir contra esos operadores y eso se vuelve en contra, se pierde dinero y se desalientan nuevas inversiones”, indicó el empresario.
Luego agregó: “En el ciclo 2 podemos trocear 200 medias reces pero producimos muchas más en el ciclo 1. Deberíamos tener la capacidad para procesar mil por día. Eso implica hacer más e importantes inversiones, pero si luego no hay reglas parejas para todos, no se pueden realizar”.
Otro tema que preocupa el directivo de Finlar es la situación impositiva, sobre lo que reclamó cambios a los funcionarios.
Al respecto señaló: “Tenemos aduanas internas que resultan inconcebibles y que son carísimas. No puede ser que cada provincia te cobre la alícuota de Ingresos Brutos lo que le parezca por una mera compra venta en su territorio. Además los municipios cobra tasas por el ingreso de la mercadería sin que haya ningún tipo de retribución, y para colmo de males los caminos y rutas están en muy mal estado y los camiones se rompen, eso no puede seguir así”.