La inflación de octubre mostró un frenada importante, de 30%. En agosto y septiembre el índice mensual del INDEC fue de más de 12%, pero en octubre pasado, de acuerdo al último informe oficial, se ubicó en8,3%. La caída en el ritmo de la inflación -que de todos modos sigue siendo altísima- tiene mucho más que ver con la caída en el poder de compra del salario que con las políticas de control. Es la gente la que le pone límites a los aumentos.
En el caso de la carne vacuna, el informe de precios minoristas del IPCVA para la Ciudad de Buenos Aires y Conurbano indica que el valor promedio de todos los cortes de la media res fue de 3.100 pesos por kilo el mes pasado, lo que significa que tuvo un aumento de 1,7% intermensual y de 162% interanual.
De acuerdo con esos datos, se frenó el aumento de precios al consumidor, aunque al mismo tiempo la carne en la góndola todavía supera a la inflación acumulada en 12 meses, que fue de 142,7%.
Por otra parte, hay que destacar que el valor de la res vacuna subió todavía más, en línea con los incrementos que tuvo el ganado. La res promedio casi 2.000 pesos por kilo en gancho y la suba respecto de un año atrás fue de 183,5%.
En el caso del ganado para la faena, los incrementos reales fueron todavía mayores. Por caso el promedio del novillito que fue de 878 pesos en octubre tuvo una mejora interanual de 197% y en el caso de los novillos que tuvieron una suba de 206%.
Claramente los ganaderos fueron los más beneficiados -hasta ahora, y luego de fuertes atrasos- en cuanto a la suba de precios, lo que no significa que les alcance para que su negocio sea rentable. Hace pocos días dimos cuenta en Bichos de Campo de un informe oficial que afirmaba que la renta ganadera se achicó en la cría, en los planteos de ciclo completo y también en el engorde a corral.
Los feedlots, de hecho, acaban de informar que por animal que mandan a faena pierden 65.000 pesos y como no consiguen hacienda, hay poco alimento disponible y menos aun con precio definido, muchos empresarios de ese sector buscan el refugio en otros activos. Además el panorama en 2024 para ese eslabón es poco auspicioso, porque se espera poca oferta de terneros y el regreso al mercado de los recriadores.
En función de estos datos, se puede concluir que el consumidor comenzó a ponerle un tope a la suba de la hacienda y que esa brecha de cerca de 20 puntos porcentuales entre lo que subió la carne y lo que subió la hacienda la está absorbiendo en mayor medida el comercio minorista. Es decir que el ajuste recae sobre todo en el carnicero, y recién después en la industria frigorífica.
De sostenerse esta situación, muchos comercios que siempre trabajan con márgenes reducidos deberán verse obligados a cerrar. Las grandes cadenas de supermercados, en cambio, la tienen más sencillo, porque ofrecen muchos otros productos y además reciben la carne mayorista más barata, de los frigoríficos exportadores que aportan mes a mes a los Precios Justos que impone el gobierno.
Este proceso se está dando en un período de todavía altísima oferta de hacienda y en pleno proceso de vaciado de los feedlots, que encerraron este año volúmenes récord.
En pocos meses más, probablemente cuando arranque el 2024, la oferta será mucho menor. Y teniendo en cuenta que reaparecerá el recriador para la compra de terneros, por varios meses seguirá siendo reducida.
Al mismo tiempo, no se espera una mejora del poder de compra de la demanda interna sino por el contrario una mayor retracción. Los salarios alcanzan cada vez para menos kilos de carne.
En este escenario, lo que en principio podría esperarse es una profundización de este proceso de retracción de márgenes en el comercio y la industria, lo que también significaría un límite a la esperada suba de la hacienda que se vería favorecida por la muy escasa oferta esperada para 2024.