Al cierre de diciembre los feedlots acumularon un encierre de 5 millones de animales en todo el año, lo que significó un crecimiento del 10% respecto del 2022. La participación de la hacienda terminada en esos establecimientos fue del 35% del total faenado, que sumó 14,5 millones de vacunos.
Este incremento se debió a que en años de fuerte sequía, como lo el que acaba de terminar, el engorde a corral se vuelve la herramienta inevitable para muchos productores que no tienen campo y que no quieren vender en mal estado a sus animales.
Tras un año de fuerte ingreso de hacienda en los corrales, en los últimos meses comenzó a darse la tendencia contraria y en el cierre del año la tenencia de ganado fue de 1,6 millones de vacunos, cuando el máximo del año fue de 2 millones.
A su vez, la disponibilidad de terneros para el engorde es baja. Como no se contó con el pasto necesario para las recrías debido al factor climático, la mayor parte de las existencias que salieron de los campos de cría se negociaron en la primera parte del año y fueron derecho al feedlot, para salir en pocos meses a la faena con kilajes bajos.
Los engordes a corral todavía son los grandes oferentes de hacienda, porque el ganado de campo todavía no aparece, al tiempo que se empieza a reducir la reposición. Por ello el mercado espera que en los meses próximos haya menos ganado para la faena.
Según datos del Senasa, en octubre entraron a los feedlots 282 mil vacunos y salieron 429 mil. En noviembre entraron 362 mil y salieron 418 mil, y en diciembre ingresaron 309 mil y salieron 390 mil.
La información dura da cuenta de una reducción de los ingresos y un crecimiento en la salida de hacienda a los frigoríficos en el último trimestre del 2023, tendencia que continuaría en el verano.
Recién habrá una oferta importante para llevar a los engordes a partir de la próxima zafra, es decir, entre los meses de marzo y julio. Se espera que para esa época haya una fuerte participación en la compra de parte de los recriadores que, gracias a las lluvias de la primavera y verano, contarán con el forraje necesario.
El feedlot perdería poder de compra por sus altos costos y la imposibilidad de competir con el sistema pastoril, por lo que puede suponerse que se concentrará en el engorde de vaquillonas y medirá sus compras para no enfrentar otra fuertes pérdidas.
Eso implica que, durante al menos 3 o 4 meses, las haciendas compradas por recriadores estarán pastoreando para luego entrar al sistema de engorde a corral. Por esto mismo, la oferta de ganado para la faena será baja en el primer semestre del año, y solo estará disponible hasta entonces lo que ofrezcan los feedlots, que cada vez tienen menos ganado.
A eso se agrega que se espera una baja en los niveles de venta a los frigoríficos de vacas, ya que se intentará retener para reponer rodeos diezmados por la seca.
El escenario planteado de parte de la oferta es de escasez. El problema está en la demanda interna que consumió el 75% de la carne, y que se ve seriamente castigada por las políticas macroeconómicas del gobierno anterior y del actual, que arrancó su gestión con una fuerte devaluación.
Algunos ponen las fichas en la exportación. Si bien se tomaron medidas en favor de las ventas al extrajeron como la eliminación de la restricción al despacho de cortes populares, el gobierno quiere por otro lado subir los derechos de exportación, sumado a una inflación creciente se comería en poco tiempo el beneficio competitivo de la devaluación.
Entonces, con poca materia prima y sin competitividad la exportación vería reducido su poder de fuego este año.
Con el menor poder de compra del consumo y de la exportación se compensarían así el efecto alcista de la menor oferta para la faena.