Dentro de todo, Benjamin Romaniuk tiene algo de suerte: el tambo al que le compra la leche para elaborar quesos está a 300 metros de su fábrica, así que se ahorra el transporte, y por lo tanto vehículo, acoplado y personal que se ocupe.
Ese “algo” de suerte tiene que ver con que este joven quesero afirma una y otra vez que la única forma de lograr “algo” es trabajando duro y poniendo empeño, “más en este país donde el papeleo, las cargas impositivas y la dificultad para conseguir personal complican todo”, lanza de un tirón.
“Es muy difícil llevar adelante una fábrica debido, entre otras cosas, a la burocracia. Una vez me quisieron secuestrar la camioneta porque me faltaba un papel que se llama ´Ruta´, que yo ni sabía que existía porque era algo nuevo que había salido recién”, cuenta Benjamín.
“Los créditos son también muy complicados para sacar y a eso se le suma que los sindicalistas saben todos los derechos de los empleados pero no las obligaciones… en fin. Lo bueno es que tenemos un municipio muy presente especialmente la Dirección de Producción”, se consoló.
Estamos en Pellegrini, provincia de Buenos Aires, más precisamente en el paraje De Bary. Aquí se ubica la fábrica de quesos Potreritos que funciona desde el año 2000 y que diariamente procesa 5.500 litros de leche Holando para elaborar 550 kilos de quesos divididos cremoso o cuartirolo (el 60% de la producción); tybo o barra; pategras; sardo; reggianito, tipo fontina, tipo Holando y cremoso sin sal (variedad cuyo consumo viene creciendo de forma intensa y sostenida). Trabajan todo los días menos los domingos y los únicos feriados son Navidad, Año nuevo y el 1° de mayo).
“Como proyecto a corto plazo vamos a empezar a elaborar otras variedades de queso, muzzarela y un queso light y sin sal debido a la misma demanda de los clientes”, explica.
“A más largo plazo nuestro deseo es que Potreritos sea sinónimo de calidad, convertirnos en referencia de producto y sé que lo vamos a lograr porque a pesar de lo difíciles que son las cosas, estoy convencido de que cualquiera que le ponga ganas y esfuerzo sale adelante. Nosotros hoy todo lo que tenemos es nuestro, no le debemos nada a nadie y fuimos creciendo paso a paso, a medida que avanzábamos un poco invertíamos para seguir creciendo”.
Los clientes de Potreritos son mayoristas y minoristas: empresas familiares y negocios pequeños de la zona, que abarca también la provincia de La Pampa ya que Pellegrini está a 30 kilómetros del límite provincial.
En cuanto al suero y al famoso problema que representa (porque en grandes cantidades contamina el suelo) encontró una solución: se lo vende a una pequeña fábrica de lácteos de Salliqueló llamada La Familia que lo seca y lo exporta.
“Durante toda la pandemia de 2020 nos fue muy bien, vendimos más queso que antes y creemos que fue porque la gente se quedó más en su casa y empezó a cocinar”, reflexiona Benjamín mientras agrega que otro de los factores por los cuales cree que vende más cantidad de queso es porque a las fábricas grandes les conviene, con la leche, hacer leche en polvo porque es más rentable.
“Ahora, este 2021 viene más complicado… En el verano veníamos bien, pero en el último mes las ventas cayeron un 30%”, avisa.
“Aprendí el oficio de los queseros viejos y luego me fui perfeccionando; ahora hemos profesionalizado mucho nuestro trabajo, siempre trabajando con gente de De Bary, un paraje cercano”, cuenta Benjamín y concluye con un dato útil tanto para el caballero como para la dama: “el cremoso que no se derrite es porque no tiene, al menos, 15 días de estacionamiento y hay un dato para descubrirlo antes de comprarlo: ese queso suele tener pequeñas grietas en su presentación, mientras que un cremoso bueno es liso y firme”.