En 2005 comenzó a levantarse en la Quebrada de Humahuaca, provincia de Jujuy, un pequeño viñedo de no más de cinco hectáreas, a 2700 metros sobre el nivel del mar. Se trató de una tarea por más arriesgada pero que a prueba y error consolidó a la Bodega Viñas del Perchel. Hoy producen vinos de autor en partidas limitadas, con un blend que utiliza syrah, malbec e incluso tannat. Esta última variedad, característica de la vitivinicultura de Uruguay, suele implantarse a muy pocos metros sobre el nivel del mar.
“No sabíamos cómo se iba a expresar la vid. Hoy vemos que expresa todo lo que recibe: la altura, la amplitud térmica, los suelos, el agua y el viento”, explicó a Bichos de Campo Mabel Vargas, una de las encargadas del proyecto fundado junto a su hermano.
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Otra particularidad que consiguió esta bodega gracias a su entorno natural es la mezcla de aromas. Cuenta Mabel que todas las uvas conviven en armonía con plantas aromáticas características del lugar. “Le preguntamos a nuestra enóloga y nos dijo que son cosas que el vino incorpora en sus notas, a través de los poros de la uva”, apuntó Vargas.
Los hermanos Vargas comenzaron a implantar las vides en 2005 y como su predio queda en la ladera de un cerro, prefirieron hacerlo primero en los terrenos bajos cercanos al río. Pero con el correr de los años fueron subiendo en altura y descubrieron que cuanto más altos estuvieran las uvas mejores quedaban los vinos. Mabel supone que es porque se acercan al sol. El viñedo, ubicado a escasos kilómetros del Trópico de Capricornio, queda en una suerte de cajón natural formado por el paso más estrecho de toda la quebrada, lo que lo mantendría a salvo de las heladas.
La cosecha en esta zona del país se realiza muy tardíamente, entrado el mes de mayo, debido a que antes las uvas no llegan a madurar lo suficiente para ingresar al proceso de vinificación.
La bodega Viñas del Perchel se preocupa por dejar que las vides se comporten de la forma más natural posible, por lo que se recorriendo el viñedo se pueden encontrar racimos pequeños, de hollejos gruesos y semillas grandes. “Parecen plásticos”, bromeó la jujeña.
Al ser partidas limitadas y únicas, los vinos de este emprendimiento -un blend y dos varietales con el nombre “cactus”- pueden encontrarse en una sola vinoteca de Buenos Aires o a través de la web de la bodega. Este es uno de los establecimientos pioneros de la vitivinicultura de la Quebrada de Humahuaca, que ya cuenta con unas 50 hectáreas implantadas que se procesan en cinco bodegas de la región.