Analía Esperón es la cuarta generación de una familia de productores ganaderos en las islas Las Lechiguanas, ubicadas en el departamento Gualeguay, en Entre Ríos. Conoce a todos allí, porque además es la tercera generación de transportistas fluviales: es capitana de buque ganadero, mete hacienda de la zona y la saca ante la primera señal de crecida. Cuando escucha que hay sectores sociales que quieren prohibir la actividad para preservar el humedal, se espanta. Dice que, por el contrario, faltan vacas y falta apoyo estatal para consolidar a los productores genuinos y controlar a pescadores y cazadores furtivos.
Por eso, Esperón sigue muy atenta el debate ambiental generado en torno a una posible ley de Humedales, un tema que cobró velocidad legislativa después de los incendios descontrolados registrados en el delta del Paraná en los últimos meses de sequía. Enseguida, consciente de las acusaciones que recaen sobre ellos, aclara: “Acá ningún productor prendió fuego, porque sabemos del riesgo que ocurre cuando hay poca carga ganadera y mucha pastura, como ocurre ahora. Eso rompe el ecosistema natural del humedal, sumado a la falta de lluvias y la sequía”.
Mirá la entrevista completa a Analía Esperón:
-¿Es posible concebir las islas sin ganadería?
-No. Es imposible, porque después pasa lo que pasó ahora, y hay más riesgos de incendios en épocas de seca y con tanta pastura sin consumir por el ganado. Se puede lograr una producción amigable y sustentable con el ambiente- enfatiza.
Esperón, que es delegada de Sociedad Rural Argentina (SRA) por San Nicolás, enfatizó que todo ese pastizal no consumido por el ganado es altamente combustible. También avisó que en la zona hubo un manejo irresponsable de visitantes, usualmente pescadores furtivos. “Las lagunas se secaron prácticamente, y enfrente a donde estoy, en islas del Victoria, entraron dos personas que vinieron a pescar, y de noche se escuchaban tiros, se ve que estaban cazando carpinchos, y prendieron fuego porque habrán tenido frío”, relató un caso.
En diálogo con Bichos de Campo, Analía puso el foco en la potencialidad que tiene la “ganadería de pastizal”. Hizo una diferenciación al respecto de otros modelos productivos. “Discúlpenme los feedloteros, no es lo mismo comer una carne de pastizal que una de feedlot. Tiene otro sabor”, manifestó.
La ganadera explicó que es posible producir y cuidar el medio ambiente. Con el INTA Delta han hecho jornadas llamadas “Gana Delta”, y destacó que “son excelentes en cuanto a capacitación. Si viene una creciente, por ejemplo, la idea no es ir sacando y entrando ganado a cada rato, sino que se pueden hacer cerros indios o albardones, que son como terraplenes, y así la hacienda de la zona se puede quedar tranquilamente”.
La productora definió que hay otra realidad, la social, que las autoridades deben atender de modo más urgente. Se refirió en concreto a la gente que puebla la ribera de Santa Fe y Buenos Aires, que vive en condiciones de mucha pobreza y que cruza a pescar y cazar en un momento no conveniente de sequía como el actual. Hay mucha economía de subsistencia y también mucha economía no regulada: “De noche se escuchan embarcaciones de todo tipo, y también tiros, y para la policía es muy complicado el control porque es una zona muy extensa”, describió.
Para Esperón, “hacen falta mas recursos e incentivos, sobre todo en la parte productiva, y que se puedan hacer inversiones de mejora en las islas. Si venís acá, se ven ranchos y construcciones muy precarias. Por eso digo que, si una ley de Humedales es para mejoras , bienvenida sea, pero si quedará plasmada sólo en un papel, y sin recursos, no es bueno”.
“Todo el mundo se acuerda de los humedales y del Delta con las crecidas, pero no hay tampoco una política de emergencia agropecuaria, y las promociones que se hicieron de eso no llegaron al productor local. También hay que tener en cuenta que no hay gente en las islas. Si se hace un relevamiento territorial y tenés que dimensionar cuántos isleros hay, te sobran los dedos de una mano”, remarcó la productora ganadera.
El ambiente de islas es inseguro, de acuerdo con Esperón. Por eso además pidió “mas seguridad, más presencia policial, más infraestructura y que no legitimicen a un pescador por el hecho de que esté acá y te diga que es islero de toda la vida, cuando no lo es”.
“Con el barco de hacienda, yo recorro toda la zona y conozco a todos los productores, porque si bien es una zona extensa, entre nosotros nos conocemos muy bien”, definió.
Exelente nota….
Tiene toda la razón. Es verdad que el Delta es tierra de nadie. Ése es el problema. Yo soy productor ganadero en Campana Islas y tengo que “arreglar” con un cazador que tengo de vecino permitiéndole cazar en mi campo con tal que él no permita que se instalen otros.. Las autoridades no pueden hacer nada. Yo, de ésta manera me aseguro que no me prendan fuego las plantaciones ni me carne en animales… Él caza carpinchos y se los vende a los barcos que pasan por el Guazú. Tuve que tolerar que un hijo suyo me robara una batería de un tractor. Le ofrecí ser empleado pero se negó.. Esto no va a cambiar con una ley de humedales. Sólo se necesita que se cumplan las leyes y cuidar al que trabaja e invierte..