Rubén Galán es un sobreviviente. Productor de frutas en el Alto Valle de Río Negro, por pasión, costumbre y necesidad avisa que no abandonará su chacra bajo ningún punto de vista. Su hijo trabaja con él y ya son cuatro generaciones con la fruticultura.
La crisis que azota desde hace años a los productores de fruta del valle ha ido transformando el paisaje de la zona. Muchas chacras han quedado directamente abandonadas y el avance desordenado del ejido urbano va conquistando las tierras productivas tan bien sistematizadas hace cien años. Tierras con riego que se usan para hacer negocios inmobiliarios.
Ver: En Gral. Roca, corazón del Alto Valle, ya hay 2300 hectáreas de chacras abandonadas
Galán las tiene todas en contra. Entre montes frutales abandonados que le actúan de reservorio de todas las plagas de la fruta (carpocapsa, sarna, etcétera) y vecinos “urbanos” cada vez más cercanos. Por un lado tiene que aplicar más cantidades de productos sanitarios para tratar las amenazas de hongos, insectos y enfermedades, y por el otro lidiar con las denuncias ambientales que ya le están empezando a llegar de los nuevos ciudadanos. Un productor totalmente cercado.
Aquí el testimonio completo del productor de Gral. Roca:
En el último tiempo, hasta pozos petroleros que producen mediante el fracking están ocupando los terrenos que antes pertenecían a la fruticultura. Podrian estar unos kilómetros más alla, sobre las bardas, ya en la estepa patagónica. Pero el desmadre de los productores ha dejado terreno libre y barato para las petroleras.
La presión hacia los productores tradicionales que aguantan estas tormentas viene por todos lados. “Yo no voy a aflojar. Si me hubiera quedado solo hubiera sido una cosa, pero está mi hijo ya metido”, destacó Galán.
-¿Y cómo ve un valle sin frutas?- le preguntó Bichos de Campo.
-Y… con todos viviendo del petroleo. Pero eso no es sustentable. No hay para todos.