El debate está abierto desde hace décadas, pero lo cierto es que en los últimos años se intensificó. Las empresas de todo el mundo tienen que buscar la manera de ser más sustentables en sus procesos productivos para contribuir con el ecosistema y detener el calentamiento global. En este contexto, las firmas del agro avanzan con diversos planes para dejar atrás la deforestación para las plantaciones de soja.
Esta semana la firma china Cofco, que es de capitales estatales chinos al igual que la dueña de la multinacional de agroquímicos Syngenta, anunció su compromiso para que hacia el 2030 su cadena de suministro de soja esté “libre de deforestación”, al tiempo que iniciará un plan de reconversión de tierras con el objetivo de proteger el Amazonas.
El objetivo para 2030 cubriría la región de la selva amazónica, el cinturón de sabana del Cerrado de Brasil y la zona del Gran Chaco, que abarca partes de Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay, dijo el presidente ejecutivo de COFCO International, Wei (David) Dong, en un informe de sostenibilidad publicado por la empresa esta semana.
En el mientras tanto, la empresa también se comprometió a monitorear a fondo de dónde proviene la soja que compra. Es decir que ya no aceptará aquellos granos que sean provenientes de tierras deforestadas. Este representa un gran paso para la agroindustria que busca ser parte de una nueva era en la que se buscará producir alimentos pero con el menor impacto posible en el ecosistema.
Otra empresa que también estableció un compromiso en pos de la sustentabilidad es la multinacional Bunge, quien también pautó que hacia el 2025 toda su cadena de suministro de granos estará libre de deforestación. Por lo pronto, recientemente anunció que logró su objetivo de llegar en este 2022 a monitorear el 64% de su cadena de suministro de soja, un plan que había trazado hacia el 2023 pero pudo adelantarlo.
Bunge, en su último reporte de sustentabilidad, mostró cómo está trabajando para reducir sus emisiones de carbono al tiempo que trata de acelerar el cuidado de tierras protegidas del Amazonas. Porque lo cierto, según la ley, es que los agricultores de aquella zona pueden deforestar solo el 20% de su tierra, pero algunos en algunos casos y amparados en diversas legislaciones alcanzan a deforestar el 80% de sus campos.
Más allá de cualquier debate, lo cierto es que las empresas multinacionales están mostrando claras señales para querer ser parte de las denominadas buenas prácticas agrícolas, en una era además en la que cada vez más firmes consiguen hasta dinero fresco de los principales bancos del mundo por la emisión de los denominados “Bonos verdes”.