Los cálculos macroeconómicos realizados para la confección del Presupuesto 2021 ya no pueden ser modificados, aunque deberían hacerlo pues nadie esperaba cuando se redactó y votó ni un ingreso adicional provocado por la fuerte suba de los granos, ni que el gobierno mostrara tanta incapacidad a la hora de enfrentar la inflación, que sigue siendo mucho más elevada que la pronosticada para este año.
Para los analistas económicos, que no tienen la responsabilidad de manejar el gasto público ni de diseñar la política monetaria del país, la revisión es mucho más sencilla de realizar. Es lo que acaba de hacer Juan Manuel Garzón, el economista de la Fundación Mediterránea que más sabe sobre agro, frente al “nuevo escalón” alcanzado por los precios internacionales.
“Se ha decidido actualizar la estimación del monto de exportaciones de granos y principales derivados industriales del 2021: la nueva cifra asciende a 35.900 millones de dólares, con un crecimiento de 9.600 millones respecto al flujo del año previo”, indicó Garzón en un informe del IERAL. El crecimiento implica una mejora de los ingresos de 2020 de nada menos que 36%.
La Fundación Mediterránea también corrigió, por lógica, su previsión de recaudación en concepto de retenciones o derechos de exportación desde el sector agrícola. “La contribución al tesoro nacional podría llegar a 8.600 millones de dólares, creciendo en 2.800 millones respecto al 2020”, precisó el economista.
En resumen, según las nuevas cuentas realizadas por este grupo de análisis radicado en Córdoba, “con el nuevo escalón de precios agrícolas, en relación a 2020 las exportaciones aumentan 9.600 millones de dólares y en 2.800 millones la recaudación” por retenciones.
En las últimas semanas los precios de las principales commodities agrícolas continuaron su escalada ascendente, llegando a niveles que no se observaban desde el año 2012. La soja, por caso, superó los 600 dólares por tonelada en el mercado de Chicago, casi duplicando el valor que mostraba el año pasado para esta misma época.
Según el análisis de Garzón, estos aumentos tan significativos se deben a “una situación estrecha en materia de existencias globales, y con una demanda que sigue muy activa”. Pero además se ha sumado “un arranque dubitativo del ciclo agrícola 2021/22 en Estados Unidos, por faltante de agua y probabilidad de sequía en algunas zonas”, así como “una producción maicera de Brasil (primer exportador global) que se viene recortando a medida que avanza el ciclo del cultivo”.
¿Cuánto dura este fenómeno? Para Garzón, “el contexto global es de escasez por lo que los precios debieran mantenerse relativamente altos por un buen tiempo a los efectos de racionar la demanda y hasta tanto las buenas cosechas de los productores líderes (Estados Unidos, Brasil, Argentina) vayan haciéndose
efectivas”.
De todos modos, dejó abierta la puerta para “alguna reversión en los valores asociada a factores financieros o macroeconómicos globales”. Y en ese sentido explicó que “una posible aceleración de la inflación, que a su vez derive en políticas de paños fríos, podrían tener efecto adverso sobre precios de activos y materias primas”.
¿Podrán aprovechar los productores estos altos precios? El trabajo del IERAl aclaró que en el caso de la soja, y sobre la base de las estadísticas oficiales, se estima que al cabo de mayo los productores habrán comercializado (con precio cerrado) unos 12 millones de toneladas de esta cosecha, lo que equivale a 26% de la producción estimada en 46 millones de toneladas.
Eso deja por vender un volumen muy relevante. Y se puede agregar el volumen remanente del ciclo previo, que a comienzos de abril se ubicaba en unas 10 millones de toneladas de soja.
En cuanto al maíz, la comercialización ha ido más rápido y se estima que puede estar llegando a 25 millones de toneladas hacia fines de este mes, es decir a la mitad de un volumen cercano a 50 millones.