Mientras el 2021 se despide, la campaña de cerezas que comenzó a fines de octubre sigue en plena marcha, y planea extenderse –si todo sale como está planeado- hasta finales de febrero. Aunque puede parecer un poco temprano para hacer balances, los ojos afilados de los productores arrojan que este año se superaría el volumen de fruta cosechada en 2020, y que eso permitiría alcanzar unas 7.000 toneladas exportadas. Y si bien el clima es de festejo, los empresarios del sector afirman que Argentina no está ni cerca de los valores que podría llegar a registrar.
“Nosotros creemos que la calidad de este año fue una de las mejores de los últimos 20. El productor hoy se sostiene gracias al esfuerzo y compromiso de otros productores y exportadores. Pero también hay que destacar que hemos tenido un aumento de costos en la mano de obra, en los agroquímicos e insumos de envases para la exportación, y en los fletes tanto marítimos como aéreos. Es una campaña que deja un sabor un poco amargo en cuanto a que el calibre y la calidad no van a llegar a compensar el aumento de costos”, comentó Adolfo Storni, gerente general de la empresa Extraberries, a Bichos de Campo.
En Argentina la producción de cerezas se divide en dos etapas. La primera comienza a fines de octubre en las provincias de Mendoza, Río Negro y Neuquén, que en este año en particular culminó de forma anticipada por cuestiones climáticas, con una merma productiva del 40%. Los precios, la calidad y el calibre de la fruta, por suerte, se mantuvieron y todo lo obtenido se exportó en forma áerea a los mercados que todavía no registraron la entrada de los primeros contenedores chilenos (el principal productor mundial).
La segunda etapa involucra a las provincias de Chubut y Santa Cruz, específicamente a las localidades de Sarmiento, Gaiman, Trelew y Los Antiguos, que culminan con su exportación a finales de febrero. La misma se envía eminentemente de forma marítima hacia los tres bloques de clientes más importantes: Estados Unidos, Europa y China. Este año, los buenos números registrados en la zona sur del país revirtieron la caída de las provincias del norte, por lo que el saldo total es positivo.
Pero el problema que hoy enfrenta la producción nacional de esta fruta se vincula más a la tasa de renovación de las plantaciones, que es prácticamente inexistente.
“Argentina cuenta con 2.500 hectáreas en producción. No llegamos a las 50 hectáreas por año plantadas, por lo que se renueva solamente el 2%. Nosotros competimos contra Chile que está cerca de las 400.000 toneladas producidas. Vamos a llegar a las 7.000 toneladas. Sólo tenemos el 2,5% de lo que tiene el país vecino y sin embargo con ese pequeño volumen tenemos un lugar en el mercado, somos apreciados por los consumidores y exportadores. Argentina necesita renovar 250 hectáreas por lo menos y si fueran 500 mucho mejor. Hoy es bastante limitada la inversión”, explicó Storni.
Si bien la innovación en las cerezas no es tan extendida como en otras especies frutícolas, existen nuevas variedades tempranas y tecnología que se podría aplicar en el sector. Para los productores, el país tiene la oportunidad y las condiciones de colocar 10.000 nuevas hectáreas en producción, distribuidas en las cinco provincias e incluso en zonas por fuera de ellas, pero lo que faltan son las condiciones.
“La inexistencia de créditos, de rentabilidad y el sobrecosto que tenemos a la hora de producir y exportar hace que esa enorme oportunidad que nos está brindando el mundo no la podamos aprovechar. El país sufre la falta de consistencia macroeconómica, agravada por otras cuestiones que son clásicas y que venimos hablando todos los años, como la falta de crédito a largo plazo para hacer nuevas plantaciones e inversiones; el acceso a los mercados con los acuerdos de libre comercio; los aranceles; el crédito fiscal que no podemos recuperar y por el cual sostenemos la necesidad de una ley de cuenta única tributaria, donde podamos compensar los créditos fiscales que se generan”, afirmó el empresario.
Según las estimaciones realizadas por el sector, con 10.000 nuevas hectáreas se podría llegar a un piso de no menos de 500 millones de dólares netos de exportación.
“Estamos hablando de una inversión cercana a los 300 millones de dólares. Es un muy buen negocio porque en diez años generaríamos casi 3 mil millones de dólares de exportación, además de desarrollo local y empleo”, concluyó Storni.