En Argentina faltan dólares. Por eso, entre otras cuestiones como la incertidumbre económica y política, sus cotizaciones legales e ilegales suben a diario, incluso superando los 200 pesos en el mercado libre.
Para frenar la sangría de divisas desde hace varios meses que el gobierno no tuvo mejor idea que frenar importaciones, además de impedir ahora a los banco hacer nuevas compras. De ese modo se dificulta, a modo de ejemplo, el ingreso de insumos vitales para la producción, como los neumáticos que hacen rodar las sembradoras y otras máquinas agrícolas.
Pero las divisas que el Banco Central intenta ahorrarse de ese modos se las gasta en otros rubros quizás no tan necesarios. Es el caso de la importación de carne porcina para un país que si algo no necesita es más carne, porque ya produce la suficiente como para abastecer a su población con cerca de 115 kilos por habitante al año de carne de las diversas especies.
Pero es cierto. En octubre, las importaciones de carne porcina sumaron 6.032 toneladas según los datos aportados por el consultor Juan Luis Uccelli en base a datos oficiales. La estadística del Ministerio de Agricultura indica que hay que remontarse a enero de 2017 para obtener un registro parecido. En aquel mes se importaron 6.000 toneladas de carne de cerdo.
Las compas de cortes porcinos de octubre implicaron nada menos que la salida de 15 millones de dólares que los importadores pudieron obtener a valores oficiales en el mercado de cambios regulado por el BCRA.
Uccelli remarcó que el salto de las importaciones se registra en medio de un bajón de las exportaciones de ese alimento. Como ya había adelantado Bichos de Campo, así la balanza comercial del sector fue el mes pasado claramente negativa, ya que las exportaciones sumaron apenas 360 toneladas.
Mientras crecen las importaciones, las ventas al extranjero se derrumbaron en los últimos meses por la pérdida de competitividad cambiaria y los problemas que tiene el comercio mundial, en especial porque China detuvo su demanda de ese tipo de carne.
Por eso resulta incompresible para los operadores del negocio que el gobierno autorice ingresos de carne en tal magnitud, fundamentalmente desde Brasil pero también desde Chile. Solo se entiende esa medida en el contexto electoral y en la desesperación del gobierno por ofrecer más carne al mercado, para que bajen los precios.
Esas importaciones no hacen más que agregar algunos kilos a una oferta ya alta. Según datos privados, el consumo de carne porcina llegó a los 20 kilos por habitante y por año, gracias a la caída de las exportaciones y a las mayores importaciones.
A eso hay que sumar actualmente los 46/48 kilos de carne de pollo que estima el Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (Cepa) como consumo aparente y los cerca de 50 kilos anuales per cápita de carne vacuna.