Por Nicolás Razzetti.-
Aunque la Subsecretaría de Lechería muestre sobre todo una recuperación del 3% entre diciembre pasado contra igual mes de 2016, en el acumulado anual la producción de leche volvió a caer en 2017. La baja fue leve, pero en definitiva confirma una tendencia al achique que avala las denuncias sobre el cierre y la concentración de tambos que desde hace años vienen haciendo los productores.
De todos modos, vale decir que se atenuó el ritmo de caída de la producción lechera, y que en 2016 había superado el 8% respecto del año anterior, debido a la conjunción de graves inundaciones en las zonas tamberas con una extensa crisis de rentabilidad de los productores.
Para el año pasado, la estadística anual del Ministerio de Agroindustria hechas a tambo constante hablan de una caída del 0,38% interanual respecto del registro alcanzado en 2016, que ya había sido muy pobre.
En esa oportunidad se habían alcanzado los 9.895 millones de litros, un volumen al que ahora habría que restarle unos 376 mil litros. El resultado se acerca peligrosamente a los 9.500 millones de litros de leche como cifra definitiva de la producción anual de leche en la Argentina.
Cualquiera sea el número final de producción de este año (Agroindustria todavía no dio a conocer esa precisión), la nueva caída de la oferta de leche da cuenta de que se sigue produciendo menos de 10.000 millones por año, un límite poco pensado pocos años atrás en un país con alto potencial productivo cuya demanda interna aumenta por mero crecimiento demográfico y que además desaprovecha el creciente interés del mercado mundial.
De hecho, si bien las exportaciones de productor lácteos cayeron en volumen el 25% durante 2017, el precio FOB promedio mejoró más del 35%, para cerrar el año en torno a 3.300 dólares por tonelada. Aunque a menores tasas que antaño, China sigue creciendo y eso implica más demanda mundial por alimentos, entre ellos la leche.
En el sector hay fuerte preocupación porque el resultado económico de los tambos no mejora, lo que pone en riesgo a la mayoría de ellos. Cabe recordar que el 70% de los tambos produce menos de 3 mil litros diarios, lo que significa un nivel de productividad muy bajo para contrarrestar costos crecientes.
Según los datos oficiales, en diciembre se pagaron en promedio a los tamberos 5,79 pesos por litro de leche, contra 4,71 pesos de diciembre de 2016. La variación anual ha sido de 22%, por debajo de una inflación minorista estimada al menos en 24%.
Además de estos bajos precios, la suba de las tarifas de la energía, los aumentos del gasoil y la falta de infraestructura son algunos de las cuestiones que condicionan el resultado económico de los tambos, de acuerdo con los reclamos que se oyen desde hace años de parte de la dirigencia sectorial. Esa falta de rentabilidad es la que lleva a la continua reducción de tambos y a que la producción en definitiva no mejore.