La Cooperativa de Productores de Aranguren, COOPAR, tiene raíz agrícola, pero en 2010 decidieron incursionar en el sector porcino un poco porque le vieron futuro al negocio (no se equivocaron) y otro tanto para rescatar a los productores más chicos que se estaban quedando fuera de carrera por falta de escala.
Para eso organizaron un sistema de integración con pequeños productores asociados. “El proyecto tiene un fin económico y un fin social. Los integrados son productores que no podían vivir de la agricultura o la ganadería y así se les da la posibilidad de desarrollar una actividad intensiva y que no migren a las ciudades”, explicó Marcelo Pagliaruzza, gerente de la cooperativa entrerriana ubicada en Villa Aranguren, un pueblo a unos 70 kilómetros de la ciudad de Paraná.
La cooperativa armó entonces con capital propio un criadero que arrancó en 2012 con 480 madres y ocho años después lograron expandir esa cifra hasta alcanzar en la actualidad 1200 reproductoras. Además, tienen abuelas y padrillos para la propia reposición.
Una aclaración: las abuelas son las “fábricas” de las madres, las cuales, al ser inseminadas con semen de machos seleccionados, permiten generar madres con alto vigor híbrido diseñadas para producir gran cantidad de lechones con alta eficiencia de conversión de balanceado en carne.
El emprendimiento reúne a doce integrados que cuentan con 23 galpones con una capacidad promedio de engorde de 670 capones por galpón; el mes que viene estarán sumando dos galpones más.
La cooperativa entrega a los “integrados” lechones con 70 días de vida, además de raciones de alimentos (elaborados con granos entregados por los socios) y asistencia veterinaria, para luego retirar capones a cambio del pago del servicio de engorde.
La cooperativa es socia en el frigorífico Pondesur, ubicado en la localidad entrerriana de Seguí, donde se destina el 40% de la producción; allí se hacen cortes frescos o embutidos para consumo interno. El resto de los animales se faena en otros establecimientos.
El gerente de COOPAR explicó que en el presente año ocurrieron situaciones muy disímiles, con precios de los capones que se cayeron a 58 $/kg en el arranque de la pandemia y una posterior recuperación de los valores de la mano de la recuperación del consumo interno y las exportaciones de carne porcina congelada a China. Hoy venden capones en torno a 115 $/kg. “Todavía hay rentabilidad a pesar de la suba de los cereales”, indicó.
Escuchá la entrevista completa con Marcelo Pagliaruzza:
Pagliaruzza dijo además que la cooperativa está a un paso de incursionar en la exportación de carne porcina, ya que forma parte de Expork Mag Argentina Consorcio de Exportación junto con otras 16 granjas de diferentes provincias.
Para este año esperaban concretar el primer embarque, pero la caída del precio les hizo dar marcha atrás, aunque no bajan los brazos: “La idea era hacer una exportación a China que se truncó por baja del precio, pero creemos que en febrero haremos la primera venta”, aseguró.
Finalmente, destacó la aceptación que logró la carne porcina en el consumo local: “Notamos que aumentó mucho, antes se le decía chancho y ahora se percibe de otra forma al animal; también hay que resaltar que hubo un tema comunicacional de parte del sector para poder vender más la carne de cerdo”.