El 25 de octubre terminó la Semana del Arándano, que coincide con el pico de la cosecha de esa fruta fina y con la que se busca promocionar el consumo local. La temporada 2020 tendrá una buena cosecha, pero la producción argentina de arándanos viene en caída libre en los últimos años debido a las complicaciones derivadas de la macroeconomía y los estímulos negativos que reciben los productores.
Alejandro Pannunzio, presidente de la Asociación de Productores de Arándanos de la Mesopotamia Argentina (Apama), explicó que el clima seco que predominó este año le vino muy bien a los cultivos en el litoral (la principal zona productora es Concordia) como en Tucumán. Esas son las dos principales regiones productivas. Allí se recolectarían entre 15 a 18 millones de kilos, de los cuales entre 2 y 3 millones abastecen el mercado interno y el resto va hacia la exportación.
Pero ese resultado no expresa la evolución de la producción en los últimos años, que se fue achicando: “El pico fue en 2008 con 4.750 hectáreas implantadas, cuando hoy hay menos de 2400 hectáreas. Desde 2008 cae la producción siendo que en el mercado mundial producción y consumo crecieron masivamente. En cuanto a volumen de cosecha en esos años pasamos de 20 millones de kilos exportados a 12 millones en el verano pasado”, puntualizó Pannunzio.
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El productor de Concordia explicó que “en ese mismo período, Perú pasó de cero kilos a 150 millones de kilos. Y Sudáfrica, que empezó más tarde que Argentina, está en 25 millones de kilos y tiene previsto 45 millones el año próximo”.
La caída de área implantada y en consecuencia de la cosecha fue de la mano de menos productores en el sistema. Si en 2008 había 54 productores en la región de la Mesopotamia, en 2020 se cuentan solo 36.
El arándano comparte agenda con tantas otras economías regionales que vienen pidiendo ayuda, pero la política no quiere o no sabe cómo ayudarlas porque las respuestas no aparecen.
La reducción en superficie y producción “fue básicamente a que en otros países hay estímulos para promover el desarrollo rural, en cambio en la Argentina tenemos estímulos negativos y una parte importante del ingreso del productor queda en mano del Estado”, dijo Pannunzio.
Y comparó: “por caso en Perú reciben del Estado”, ya que los productores disponen de un estímulo de parte del Estado del 14% sobre el precio “mientras que aquí hay un castigo del 28% lo que genera una brecha en el valor del arándano del 44% en un país y otro”, indicó Pannunzio, que además es docente de la Faqcultad de Agronomía de la UBA por ser uno de los mayores especialistas en riego del país.
En la mochila con que carga el sector, explicó el presidente de APAMA que se cuenta el saldo de IVA. “Compramos insumos con un IVA pero se exporta sin (ese impuesto). Por eso pedimos hace tiempo que se establezca una cuenta tributaria única y que con los saldos de ese impuesto se puedan pagar otros impuestos nacionales”.
Las autoridades no prestaron atención a esa propuesta. “Entonces hay que hacer un trámite que implica un año y medio para recuperar (el impuesto). Y como se hace en pesos, al cabo de un año y medio se puso la plata en la gestión de cobranza y finalmente se percibe el 30 o 35% de la deuda” que tiene el fisco con la empresa.
Por otra parte, la venta al extranjero de esta fruta paga 5% de retenciones y los reintegros a la exportación bajaron y ya no representan un estímulo. Eso sin contar que para vender a los mercados internacionales se aplica el tipo de cambio oficial, cuando buena parte de la economía se rige por otro mucho más alto.
Pannunzio dijo que presentaron a las autoridades una propuesta para que bajen los costos laborales, los impuestos al salario de los cosecheros, pero eso tampoco prosperó.
El sector da empleo, entre puestos directos e indirectos, a unas 25 mil personas. Lo que se reclamó recientemente es que quienes cobran el IFE (ingreso familiar de emergencia) pudieran ser dados de alta también para trabajar en la cosecha sin perder ese beneficio. Pero no hubo respuesta tampoco a ese pedido.
El arándano que hace pocos años era noticias por sus proyecciones, hoy está en crisis. Y mientras la política sigue sin dar soluciones, la consecuencia es la caída en la cantidad de productores, en el área con el cultivo, en la cosecha en el ingreso de divisas y en el empleo en un país que necesita caminar hacia el destino contrario.