CAME, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa que acaparó luego del conflicto de 2008 la representación de gran cantidad de economías regionales, no se sumó al flamante Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) y su cruzada agroexportadora, pero muchas de sus asociaciones de base sí lo hicieron. Más allá de mantener esta distancia, este agrupamiento comparte el criterio de que de esta crisis se sale exportando más. En su radio de alcance, evaluó que “las economías regionales argentinas tienen potencial para duplicar a mediano y largo plazo el valor de sus exportaciones”.
Según un comunicado de prensa, con números a 2019, las economías regionales aportaron unos 7.200 millones de dólares a la balanza comercial y cambiaria, porque esas divisas son claves para mantener bajo control también el mercado de cambios. Pero esta cifra podría crecer sin problemas hasta los 14.000 millones anuales, se evaluó.
¿Cómo hacerlo? Indicó la CAME que “una de las mayores tendencias mundiales del consumidor es la demanda de productos listos para consumir. Pero agregar valor en origen a la producción primaria supone el desafío de tener una mirada integradora y un rol protagónico por parte del Estado, el que debería fomentar el desarrollo agroindustrial en cada uno de los pueblos del interior, más allá de los grandes centros urbanos”.
Eduardo Rodríguez, presidente del sector de Economías Regionales de CAME, dejó en claro que debería haber gestos concretos del gobierno. “Hoy celebramos el Día del Agricultor y qué mejor esta fecha para reafirmar que hay que dar un salto cualitativo y transformar nuestras materias primas en productos finales. Para hacerlo necesitamos ser rentables y competitivos en todos los complejos”, avisó.
Sostuvo el productor salteño que, de esta manera, “podrían reducirse los costos de la intermediación que tanto encarecen los precios de los alimentos y tan poco beneficiosos resultan para los productores primarios y, en definitiva, para los consumidores”.
Entre los diversos complejos productivos que se destacan por tener un gran potencial de crecimiento en exportaciones se cuentan, según un análisis de la CAME, las legumbres, cítricos, cebada, maní, arroz, peras, manzanas, uvas, lácteos, yerba, carnes, madera y vinos.
De acuerdo con esta visión, promover la sinergia entre el campo y la industria resulta una condición obligatoria para que la Argentina pueda insertarse inteligentemente en el mundo con alimentos de calidad, con valor agregado diferenciados a los requerimientos de los consumidores.
“Nuestro territorio permite producir alimentos en casi todas sus latitudes, aunque sólo con los recursos naturales no basta. El rol del Estado es clave para que la agroindustria pueda desarrollarse y proyectarse al mundo de forma competitiva”, expresó Rodríguez.
Como parte del demandado plan, remarcó la necesidad de lograr estabilidad fiscal para permitir que las Pymes accedan a créditos para capital de trabajo a tasas acordes a los ciclos productivos, fomentar inversiones tecnológicas y contar con políticas que garanticen reglas de juego claras. Por otra parte, hizo hincapié en la importancia de actualizar el Mínimo no Imponible de acuerdo a los índices de inflación y la creación de una Cuenta Única Tributaria que permita cancelar deudas impositivas, previsionales y aduaneras, entre otras.
“La Argentina debe salir de su agonía económica y social encontrando otras fuentes de crecimiento inspiradoras. Si continuamos exportando materias primas, nuestra balanza de pagos en el tiempo sólo será deficitaria”, concluyó la entidad.