El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, confirmó en las últimas horas que el paquete de ayuda que prepara su gobierno para la Argentina podría incluir una generosa ampliación del cupo actual de importación de carne vacuna. De todos modos esa medida, que ahora se presenta como parte del “salvataje” al gobierno local de Javier Milei, está en negociaciones desde hace bastante tiempo entre ambas naciones e incluso ya era descontada por los industriales argentinos mucho antes de que se iniciaran las conversaciones entre ambos mandatarios.
Hay además dos factores adicionales que finalmente inclinarían la balanza a favor de las exportaciones de carne argentina hacia ese país. Por un lado, las intenciones de Trump de bajar el precio local de este producto que, considera, “se mantiene elevado” en el marco de su plan para reducir la inflación estadounidense. Pero, además, las tensiones geopolíticas que hoy mantiene con Brasil, uno de sus principales proveedores de ese y otros alimentos.
En una rueda de prensa que brindó ayer a bordo del Air Force One, tras regresar de un viaje a Florida, Trump puso fin a las especulaciones y confirmó que importará más “beef” argentino para contener los precios internos.
El aumento de la cuota de exportación es una negociación que el gobierno argentino ya había iniciado tiempo atrás. Incluso se especuló que Javier Milei iba a realizar ese anuncio con bombos y platillos en la reciente Exposición Rural de Palermo, celebrada a fines de julio. Pero la espera por los cambios arancelarios, que empezaron a regir el pasado 1 de agosto, demoró esa gestión, ahora agilizada por la necesidad de Trump de bajar la inflación, y en el marco de un posible “salvataje” de Estados Unidos a la Argentina.
“El único precio alto que tenemos es el de la carne de res, y lo vamos a bajar. Una de las cosas que estamos pensando es en comprar carne argentina”, aseguró Trump tras la consulta de los periodistas de su país.
El anuncio, del que aún no se conocen detalles específicos, seguramente será incorporado a las medidas de ayuda norteamericana que desde la Casa Rosada buscan anunciar previo a las elecciones de este domingo y que aún se reservan con confidencialidad. Desde el empresariado argentino las precisiones son nulas, pero esperan que el monto de la cuota, como mínimo, se duplique, motorizado por las necesidades de la administración norteamericana.
Trump: “The only price we have that’s high is beef, and we’ll get that down. And one of things we’re thinking about doing is beef from Argentina.” pic.twitter.com/I32e151KU8
— Aaron Rupar (@atrupar) October 20, 2025
Desde el gobierno de Mauricio Macri, en 2018, la Argentina dispone de un cupo arancelario para vender carne a Estados Unidos, que usualmente era cubierto por carne de baja calidad para industria y últimamente ha ido incorporando una mayor proporción de costes enfriados de mayor calidad. Se trata de un negocio de unas 150 millones de dólares al año.
Actualmente son 20.000 toneladas de carne argentina las que gozan del arancel diferencial del 10% (antes era 0%, pero se le aplicó la tasa general anunciada por Trump para todas las importaciones). La mayor parte de ese cupo es cubierto por un puñado de plantas frigoríficas: este año, el 60% fue reservado por 7 firmas, que exportan más de 1000 toneladas cada una.
Todo la carne que se envía por fuera de ese acuerdo -unas 9000 toneladas en 2024-, está gravado con un arancel elevado de 36,4%. Originalmente, el arancel era del 26,4%, pero se sumaron los otros 10 puntos en el marco de los cambios comerciales que Trump anunció este año para paliar el déficit en su balanza y reordenar su estrategia geopolítica.
En ese sentido, comparado con Brasil, a Argentina le tocó la mejor parte. Para las exportaciones del país vecino, Trump impuso el 50% de aranceles, por lo que se espera reduzca los envíos. Eso podría sumarle una competencia adicional a las plantas argentinas en otros mercados, pero, a priori, mejora el panorama para la carne argentina en las góndolas “yankees”.
Lo cierto es que, más que un mero “salvataje” para Argentina, lo que busca hoy el presidente norteamericano es solucionar un problema muy concreto a nivel interno. Junto al de los combustibles y la electricidad, que ya pudo bajar en parte, el precio de la carne es otro que necesitaba controlar. Como no quiere hacerlo con una mayor oferta de Brasil -por sus tensiones políticas con Lula- Trump hecha mano al mercado argentino.
Los precios de la carne vacuna estadounidense se han mantenido altos por diversas razones, incluyendo una sequía que afectpo el stock local y una reducción de las importaciones de hacienda desde México. Por eso las facilidades arancelarias podrían hacer crecer la cuota argentina desde las actuales 20 mil a quizás 50 mil o hasta 70 mil toneladas, según las especulaciones que existen en el mercado.
De seguro que la decisión de mejorar las condiciones para los exportadores argentinos no caerá nada bien entre los productores estadounidenses, que ya habían expresado su enojo por el efecto que tuvo la baja temporal de retenciones a los granos y el aumento de los aranceles sobre sus exportaciones a China.
Pero Trump pone el bolsillo de los consumidos por encima de las necesidades de los “farmers”, y eso acelera una negociación que Argentina impulsa hace meses.
La evidencia de que esa negociación venía de lejos surge de muchos informes oficiales. Por ejemplo, la propia consejería agrícola argentina en Washington informaba en abril pasado sobre una reunión con el Consejo de Importadores de Carnes de América (MICA), en la que “se discutió el impacto de los aranceles del 10% y se revisaron temas de acceso a mercado como la ampliación de contingentes arancelarios”.
Hasta el momento, el “beef” argentino representa sólo el 2% de las importaciones norteamericanas. Las declaraciones de Trump indican que desde su administración no hay temor alguno de incrementar ese porcentaje si eso significa bajar precios internos y depender menos de Brasil, que durante el primer semestre de 2025 les vendió unas 156.000 toneladas de carne vacuna.
Además de los cambios en la cuota de exportación y los aranceles de otros productos, el gobierno de Milei espera el anuncio de un “swap” por 20.000 millones de dólares y un préstamo adicional por ese mismo monto. En contraprestación, las demandas de Estados Unidos incluyen una mejora en el acceso a mercados y nuevas exigencias sobre respeto a la propiedad intelectual.
Particularmente, se esperan reducciones en los gravámenes a las importaciones, como la tasa estadística, adelantos del IVA, retenciones del impuesto a las ganancias y pagos anticipados del impuesto a bienes personales. Además, el acuerdo bilateral podría traer cambios para el mercado de medicamentos y productos agropecuarios, pues desde la administración de Trump exigen que se respete la Ley de Patentes y se eliminen restricciones para su inscripción.