En Las Toscas, un pueblo del partido de Lincoln, el apellido Pereda es sinónimo de historia productiva. Más precisamente, de ganadería, porque desde la época de 1880, cuando fundaron su estancia, se han abocado a la actividad y hasta detentan el hito de haber participado en la introducción de la raza Braford en el país.
No hay que dejarse engañar por las fechas ni las formas, porque a esta familia estanciera difícilmente se la pueda tildar de conservadora. Desde la época de Celedonio, un médico que ostentaba unas 100.000 cabezas de ganado, a los Pereda les interesó mucho la genética y se enfocaron en la reproducción.
Tanto, que Jorge Baldomero, uno de sus hijos, fue el artífice de los cruzamientos que dieron lugar a los animales Braford argentinos. Un proyecto que, en ese entonces, requería de ingentes recursos económicos y la importación de vacas en pie desde Estados Unidos, en donde nació originalmente la raza.
Uno de los herederos de esa larga historia es José María Pereda, nieto de Celedonio e hijo de Jorge. Y él también ha optado por innovar a su modo, porque, en vez de seguir el legado de su cabaña familiar, se abocó a la ganadería regenerativa y hoy milita un modelo sustentable.
Las raíces familiares están bien marcadas por el compromiso social, propio de un apellido que supo estar en la elite argentina. Así como su abuelo ordenó construir el palacio donde hoy funciona la embajada de Brasil, y su padre marcó hitos en genética bovina, José heredó ese afán de dejar una huella y hoy colabora activamente con la escuela agraria de Las Toscas.
Aunque su adolescencia la pasó dentro de un colegio pupilo, por el temor de su padre a ser “absorbido” durante la dictadura, José bien recuerda lo que hizo su familia en materia ganadera. En la misma estancia Villa María, su abuelo fue uno de los primeros en importar genética Brahman antes de inclinarse a los Nelore. Su padre, entusiasmado por el tema, se abocó a crear nuevas especies.
“Mi viejo empezó con los cruzamientos en la década del 40”, relata José, que ha sido partícipe de esa historia. Es que, del cruce de cebuinos con Hereford su padre fundó una nueva raza, que en principio llamó “Herebú” -por el porcentaje de genética de cada especie- y que luego se patentó como Braford.
Naturalmente, tras formarse como agrónomo, José fue uno de los fundadores de la asociación nacional de esa raza.
Mirá la entrevista completa con José Pereda:
Antes de adquirir una postura más holística, enfocada en la fertilización y la regeneración de los suelos, José siguió el legado de los Pereda. “Teníamos un planteo muy interesante, porque hacíamos todo el ciclo y hemos llegado a tener un pico de 16.000 cabezas y a vender 700 toros por año”, recuerda.
Como su principal actividad era la venta de reproductores en pie, el ocaso llegó de la mano de las nuevas técnicas de transferencia embrionaria e inseminación artificial, que lógicamente achicó los márgenes de su negocio y lo forzaron a tomar distancia hacia el año 98.
Pero todo final es un nuevo comienzo, y así se acercó a la planificación estratégica y la tan mencionada ganadería regenerativa.
“Nos olvidemos que los suelos tienen unos 250.000 años de desarrollo y se hicieron con los pastos, los herbívoros, los insectos y los microorganismos”, expresó el productor, que trabaja hace 5 años con el Instituto Savory en ganadería regenerativa y se ha convertido un referente en su zona. Una vez más, demuestra que el apellido Pereda puede seguir resonando.
Entre las bonanzas de este sistema de manejo, se destaca la restauración de los suelos, la mejora en la fertilidad y la fijación de carbono. La propuesta radica en combinar el pastoreo móvil y rotativo con variedades de pasturas y especies vegetales que mejoren la calidad de la tierra.
Este año, de la mano de dicha institución, José participará de la primera evaluación a largo plazo, para ver qué efectos han tenido los ensayos que hicieron. “Ha habido cambios muy significativos”, se adelanta a decir el productor, que destaca los beneficios que tiene el sistema para acumular materia orgánica y el regreso de especies a los suelos.
Más que una familia tradicional y conservadora de siglos pasados, José demuestra que los Pereda tuvieron siempre una predilección por innovar. Ahora, aseguró, trabaja en una forma de combinar ese manejo bovino con la agricultura y “reflotar” los esquemas de rotación agrícola-ganadera que existían antes.
“Hay que tratar de volver a que pasemos cinco o seis años de pastoreo sobre el campo agrícola”, propuso.
De hecho, ese planteo es un argumento sobre el que insisten varios especialistas en fertilización, que recuerdan la importancia que tiene el abono animal para contar con biodiversidad genuina en el suelo.
“Estamos mirando las cosas de un modo muy simplista”, arroja José, que insiste sobre lo que puede ofrecer la naturaleza si se la administra de forma correcta.