Favorecida por las mejoras en el consumo interno y los altos precios en dólares, la ganadería confía en que este año finalmente la moneda caerá de su lado. La merma en las exportaciones, que fue de un 30% los dos primeros meses del año, empieza a ser contrarrestada por la recuperación puertas adentro y el bajo costo de sumar kilos en comparación con los insumos le da previsibilidad a los criadores.
Ese pantallazo general a la situación del sector explica el clima que se vivió en la tarde de este jueves en la jornada institucional y técnica organizada en la ciudad de Santa Rosa, capital pampeana, por la Asociación Argentina de Angus. En la visita que hizo Bichos de Campo al encuentro, no faltó la oportunidad de escuchar en primera persona cuál es el diagnóstico que hacen hoy los productores, técnicos y especialistas.
“Estamos en un muy buen momento para nuestra actividad, y vemos un horizonte mejor”, dijo Alfonso Bustillo, presidente de la asociación. Su frase cataliza y resume bien lo que luego explayó el analista de mercados ganaderos de AZ Group Diego Ponti, que defendió frente a los más de 100 asistentes su convicción de que la ganadería está empoderada.
Desde ya que un gobierno menos intervencionista, que no traba las exportaciones ni pone límites a los precios internos, y que además mantiene baja la brecha cambiaria, es bien recibido por el sector. “El Gobierno ayuda muchísimo no metiéndose”, deslizó Ponti, y Bustillo agradeció que el sector “sea reconocido como parte de la solución para que el país salga adelante”. Pero si sólo nos quedáramos con la evaluación política, el análisis sería incompleto.
De acuerdo con el informe mensual elaborado por AZ Group, el ternero de 170 kilos promedió en marzo los 3603 pesos, unos 2,7 dólares “blue”. Lo que escuchábamos en los pasillos del Banco Nación la semana pasada, y que Bichos de Campo advirtió, está claro: Los precios están volando, y van muy por encima de los promedios de los últimos años. La escasez de stock ganadero, cuyo dato fue difundido ayer, colabora con esa tendencia alcista.
“El que tiene terneros no quiere venderlos, y el que no los tiene quiere comprarlos”, destacó Ponti en La Pampa. Lo que pasa es que convergen dos intereses: Por un lado, el de los criadores, que hoy tienen un panorama favorable para sumar kilos ; y por otro, los compradores que saben que en la recría y terminación a corral también hay buen negocio porque el precio de venta es alto en comparación con los insumos.
Tanto criadores como feedlots acumulan meses de márgenes positivos y precios altos. El mismo informe de AZ Group deja una frase para un cuadro, “hace rato que el kilo no pesa tanto”, en referencia no sólo al precio de los terneros, que permite la rápida reposición, sino también al poder de compra que tiene frente a los insumos, que por fin han corrido por detrás.
Por poner un ejemplo, para el engorde a corral, en marzo de se necesitaron sólo 78 kilos de carne para comprar una tonelada de maíz, el mínimo en el último lustro. Para fertilizar pasturas con urea, la tendencia es la misma. El atraso cambiario generó que los insumos dolarizados, que antes tanto asustaban al ganadero, evolucionen por detrás de la inflación.
“Los que creen que el país va a explotar vayan y compren dólares, pero los que creen en esto y confían en el negocio tienen una oportunidad bárbara”, afirmó Ponti.
Con el cuadro completo se entiende mejor por qué el analista, que es el coordinador a cargo del informe mensual que publica Angus, asegura que “todos los condimentos están alineados en favor de la ganadería” y que los altos precios llegaron para quedarse. Ahora bien, siguiendo la analogía de Ponti, tenemos condimentos e ingredientes, pero hace falta que el cocinero haga su parte.
Y acá se cuela una pequeña anécdota de la jornada. Al final de su charla, el analista pidió al auditorio que levantaran la mano quienes creyeran que el precio de la hacienda se mantendría alto hasta mayo. La mayoría de los asistentes, muchos de ellos criadores, no atinó a moverse. Eso demuestra que el sector está muy motorizado por las expectativas y que espera subas aún mayores, pero Ponti puso paños fríos y advirtió que, si bien es un piso alto, el techo es bajo: No habrá grandes incrementos.
Los “cocineros”, entonces, tienen que saber aprovechar la baja en los costos variables para sumar kilos, o bien aumentar la eficiencia para neutralizar los costos fijos. Pero sobre todo deben invertir, como no lo han podido hacer en las últimas zafras. En ese sentido, la cuestión de la genética fue sin dudas lo más mencionado en el encuentro de La Pampa, sobre todo ante un escenario internacional en el que no nos destacamos por tener carne barata.
En el Mercosur, el kilo de carne argentino es el más caro, con un precio de casi 5 dólares. En parte eso explica la merma en las exportaciones, que también está potenciada por la virtual mejora que se empieza a ver en el mercado interno. Como estamos caros en dólares y perdemos competitividad, sobre todo ante la carne brasilera que ya está habilitada para ingresar al país, el interrogante es cómo insertarnos en el mundo y la genética aparece como una opción viable.
“Si vamos a ser un negocio de commodities, estamos sonados, porque ya hay carnes más baratas. Tenemos que diferenciarnos”, destacó Ponti, que llama a explotar ese nicho. Desde ya que la genética tiene plazos mucho más largos para ver los resultados, pero, según confía el analista, la falta de carne es un “fenómeno estructural” en el mundo, y se agudizará aún más.
Por lo pronto, volviendo al diagnóstico inicial, en el sector miran de reojo los desequilibrios que vivieron los mercados estos días y sus efectos sobre el financiamiento, que todavía no tiene tasas competitivas en pesos. “Son sacudones comunes en un proceso de estabilización”, señaló Ponti. La ganadería va a tener que aprovechar el contexto de precios para allanarse el camino y mantenerse lo más al margen posible de esos movimientos.