Las ventas de ganado vacuno para la faena se siguen achicando, y si los precios no suben más es porque el consumo interno tiene poco poder de compra. Esto se debe a que por el lado de la exportación, poco se puede esperar teniendo en cuenta la pérdida de competitividad del negocio.
El analista Ignacio Iriarte se refirió a este tema: “El Senasa informó que en el mes de febrero se emitieron DTEs con destino a la faena para 1.029.310 bovinos, 12% menos que el mes precedente: si bien el promedio diario señala una caída inferior al 3%, comparando con doce meses atrás, es del 6%”.
La caída en la oferta ganadera con la que se abastece al mercado interno y a la exportación se notó desde el arranque del año. En enero la faena fue menor a la del año pasado, por eso el analista dijo que “en el primer bimestre, se acumularon 2.2 millones, 4% menos respecto de igual lapso del año pasado”.
En tanto, sigue siendo elevada la participación de las hembras. Este dato por sí sólo no indica que se esté en un proceso de liquidación. Para ello hay que tener en cuenta los nacimientos de terneros, porque si hubiera un aumento de la eficiencia reproductiva de los vientres que siguen en el rodeo, las existencias podrían aumentar, aún con alta faena de vaquillonas y vacas.
Para tener precisiones sobre esto hay que esperar al recuento del rodeo ganadero que hace el gobierno, pero todo indica que este año tendremos una nueva reducción del stock vacuno.
Según destacó Iriarte, “la participación de hembras subió un punto: 47.9%, por mayor contribución de vacas y en menor medida de terneras. Las vaquillonas mantuvieron la tendencia negativa”.
También indicó: “El mes analizado, hubo una importante reducción en el número de novillos enviados a faena”.
La caída del número de novillos genera fuerte preocupación en los frigoríficos y sobre todo en los exportadores, que requieren de esa mercadería para producir cortes de valor que luego venden a los mercados internacionales, pero que también comercializan en el local.
La producción de novillos debería ser el objetivo de la cadena ganadera, pero siguen sin aparecer los estímulos necesarios para revertir esa caída.
A los exportadores, la materia prima les queda muy cara. Por kilo de novillo están pagando cerca de 5.000 pesos, su costo es de 4,85. Ese costo es mucho mayor que el que tienen los frigoríficos de los países vecinos, lo que impide la competencia y por eso se redujeron 25% las ventas a la Unión Europea en el primer mes del año.
Referentes de la exportación señalaron que la mayor preocupación es “la caída del stock vacuno y sobre todo de novillos, aunque también se requieren mejoras en la competitividad que incluyen la quita de retenciones a los cortes de valor, la situación cambiaria y avanzar en la quita de regulaciones que complican el negocio”.
Esta retirada de la exportación del negocio ganadero es la que está frenando una mayor suba de precios. Si esos frigoríficos tuvieran mejores condiciones comerciales, como las del año pasado, sin dudas tendrían más peso en el negocio y obligaría a los abastecedores de la demanda interna a pagar precios más altos aún.
Por eso mismo, a pesar de la caída en la faena, la oferta de carne al mercado local creció y en el primer mes del año permitió un consumo por habitante de 52 kilos, que se habría mantenido en febrero.