Las lluvias revivieron el forraje y los precios ganaderos son buenos. Eso disimula la importante suba de costos en dólares que tuvo la cadena de ganados y carnes, pero hay una visible caída de la renta de los criadores y pérdidas muy importantes en el engorde a corral. A esto se agrega el difícil momento de muchas industrias frigoríficas.
En tanto, los matarifes y consumeros sufrieron este año la caída de la demanda interna de carne y ahora debieron absorber parte de la suba del ganado que se manda a la faena, porque ese 20% no se trasladó todavía al valor de los bifes en la carnicería.
En los últimos eslabones de la cadena tuvo fuerte impacto este año la subas en tarifas de gas y electricidad, y la necesaria recomposición salarial de los empleados.
Pero la cuestión no termina ahí. Hay otro eslabón que se las está viendo negras: Son las empresas que procesan subproductos ganaderos, como el sebo, las menudencias y los huesos con los que se hacen harina para el consumo animal.
Daniel Di Pardo, gerente de la Cámara de Subproductos, dijo que “se armó la tormenta perfecta”. Por un lado, comentó, China se retiró del mercado de las menudencias con la intención de presionar a la baja los precios, y también salió Vietnam siguiendo su ejemplo. Esto redujo los valores de exportación sobre los que además se paga cerca de 5% de retenciones. Al mismo tiempo se dio una suba considerable de los costos internos.
La situación afecta a otros eslabones de la cadena cárnica, sobre todo profundiza los problemas para los frigorífico, loss que con el ingreso de la venta de los subproductos arman el famoso “recupero de faena”. Ese ingreso años atrás les permitía pagar bastantes costos operativos, como los salarios.
Actualmente, el valor del cuero está muy deprimido y la crisis que se está dando en el comercio de los demás subproductos hace que los frigoríficos tengan que cobrar por la faena a los usuarios que les llevan bovinos. Eso es posible porque la oferta de ganado este año es alta, pero sin ella las plantas de faena deberían pagar a los matarifes.
La situación podría darse vuelta el año que viene si se recorta la disponibilidad de hacienda, tal como está previsto debido a la reducción de los stocks en los feedlot y a las respectivas de la mayor retención de criadores y recriadores.
Según indicó Di Pardo, en este contexto “la tonelada de harina de hueso se exporta a solo 300 dólares, en los valores más bajos de los últimos años”. Pero a eso se agrega, “la fuerte suba de la tarifa del gas y de los fletes internos”. Con ese subproducto ganadero se elaboran alimentos balanceados para pollos, cerdos y mascotas.
Los incrementos de los costos locales es la otra parte de la tenaza. “Traer un contenedor al puerto de Rosario, Buenos Aires o llevarlo a Bahía Blanca es más caro que el flete marítimo. Contemplando gastos administrativos y retenciones se nos va a más de 100 dólares, sobre un ingreso bruto de 300”, explicó el referente industrial.
Di Pardo agregó que el escenario no es bueno porque el comercio mundial no tiene perspectivas de reactivación y la tendencia económica del gobierno es clara y seguirá achicando los márgenes.
“Estas empresas no pueden frenar, no pueden parar porque a los clientes hay que atenderlos y porque los subproductos de los frigoríficos hay que recogerlos. Pero se están generando stocks que no se pueden seguir sosteniendo y que corren riesgo de deterioro, ya que se trata de un producto biológico. Por ahora, se recurre a tratamientos químicos que encarecen más los costos, pero esto no es sostenible por más tiempo”, finalizó.