La lechería, y en esto hay consenso, goza de una etapa de buenos precios y adecuada rentabilidad. Esta situación debería permitir a los diferentes eslabones de la cadena trabajar a fondo en la larga lista de temas pendientes y sobre todo en herramientas que eviten la constante sangría de los tambos más pequeños. Es lo que propone Roberto Perracino, que es presidente de la Mesa de Productores de Leche de Santa Fe (Meprolsafé), y que en las próximas semanas intentará retomar esta agenda de políticas activas con los funcionarios del gobierno de Javier Milei.
“Estos buenos precios que hoy tenemos en la lechería no son producto de que se haya logrado algún tipo de regulación, algún tipo de encuentro entre producción, industria y comercio que haya definido que el productor gane lo que en justa causa le corresponde. Estamos lejos de esa realidad”, explicó el dirigente de los productores santafesinos, que atribuyó este periodo de relativa bonanza a la escasez de materia prima.
“Hay una escasa oferta producto de la caída de 700 tambos que cerraron el año pasado víctimas de la gran sequía y del último periodo económico del gobierno del doctor Alberto Fernández, que bueno, realmente fue un fiasco. Ocurrió en ese momento algo que no ocurre casi nunca, que es que una vaca para carne valía más que para leche. Y por lo tanto más de 100.000 vacas se fueron al frigorífico y no a producir leche al campo vecino. Eso es la madre de la razón de que hoy la oferta sea escasa y haya un buen precio”, remarcó.
En diálogo con el programa Colonia Agropecuaria, Perracino consideró que esta situación debe tenerla muy clara toda la cadena, porque “deberíamos de no relajarnos y tratar de acomodar variables económicas y dictar algún tipo de regla para el sector que lo haga más previsible”.
Históricamente, Meprolsafé -que agrupa a unos 300 tamberos de esa provincia- ha reclamado por la vigencia de un conjunto de normas acordadas por toda la cadena en el denominado “Acuerdo de San Francisco”, firmado tras la durísima crisis lechera de 2002. Allí se proponía implementar los pagos por calidad (y no por cantidad de litros entregados) entre otros parámetros que den certidumbre a los ingresos de los productores, pero más allá de algunos amagues nunca llegó a implementarse.
-¿Los productores siguen entregando la leche un poco sin saber lo que van a cobrar al mes siguiente?
-Sí, por supuesto. Lamentablemente es un tipo de comercialización que lo que arregla es la nada misma. No tenemos nada, o sea, es oferta y demanda. Si hay mucha leche, el precio cae. Si hay poca leche, el precio sube un poco. Pero por supuesto que al medio faltan reglas, faltan articulación, faltan reglas de juego que definan a la actividad. ¿Qué queremos hacer? Si vamos a ser netamente exportadores, si vamos a ser abastecedores del mercado interno. Hoy no hay un ordenamiento en el sector.
“Meprolsafé y muchas entidades vienen hablando y haciendo. Lo que pasa es que mientras no haya una política activa del gobierno nacional, una política de Estado de la lechería, como ocurrió en otros países, vamos a seguir en esta sangría de tamberos que van desapareciendo y cada vez se concentra más. Para nosotros es lamentable, porque se pierde mucha vida rural. Tambos que cierran es gente que va a engrosar el cordón de pobreza en algún pueblo, a pedir trabajo en la comuna. El tambo es multiplicador de riqueza y de oportunidades para las personas”, declaró Perracino.
Para el dirigente lechero hay muchas cosas para discutir por delante. “Lamentablemente tenemos que decir que la actividad tiene un nivel de informalidad altísimo, producto de la aberrante presión impositiva que tiene. Imagínate que la leche, un producto tan noble y tan necesario para el humano, está gravado con el 21% de IVA, es una aberración”.
Según el tambero, con esa alta tasa de IVA (en carnes se revirtió reduciendo la alícuota a 10,5%) “lo que se ha logrado es que tiene un índice de informalidad de alrededor del 30%”.
En este escenario, reconoció el dirigente, “la parte sanitaria por ahí también se desatiende. De hecho, la Argentina ha involucionado en la calidad. Teníamos hace 20 años mejor calidad y más sanidad que la que se ve hoy”.
-Como dijimos, como hay buenos precios parece que nadie habla demasiado de estos temas… Mucho menos a nivel oficial.
-Estamos ante un gobierno nuevo. Creo que este año le ha servido para acomodarse. Pero vemos gente en la Secretaría de Agricultura, en la Dirección de Lechería Nacional, en el Ministerio, gente que tiene ganas de hacer cosas. Estamos en contacto, estamos en reunión. De hecho vamos a concretar una reunión ahora en diciembre para marcar una agenda de trabajo para el año 2025, que incluya muchos puntos para traer solución al sector.
-¿Se reúnen ustedes con el gobierno? ¿Cuál es la idea?
-Nos reunimos la producción con la Dirección de Lechería Nacional. Y la idea de nuestra entidad es proponerle una agenda de trabajo en donde abordamos puntos que consideramos que son necesarios para ir ordenando y mejorando la actividad. Esa es un poco la aspiración. Por ahí ver un poquito todos los modelos exitosos que ha habido entre nuestros vecinos, que han crecido en el número de tambo y en su producción, tienen autoabastecimiento.
“No nos olvidemos que Argentina viene estancada en 10.000 u 11.000 millones de litros anuales desde ya hace 20 años. Estamos trancados. Y en aquellos años empezamos a hablar de comercialización. No hablamos de producir más, sino hablemos de cómo vamos a vender la leche, porque no va a pasar más que lo que pasó toda la vida. Cada vez menos tambos y cada vez menos leche. Cuando Meprolsafé nace allá por el año 2000, había unos 15.000 tambo y hoy estamos en 9.000. Y la verdad que estamos en punto cero.
Perracino tiene claro que las culpas de que esta discusión se postergue no es responsabilidad del primer escalón, que soporta el peso de los ajustes, sino que “en los sectores subsiguientes, en el proceso de la leche hasta que llega a la góndola, no hay interés en que las cosas se acomoden o que se hable de un ordenamiento. Eso no existe”.
“Por lo tanto, la debilidad del sector es muy grande. Volvemos a decir que lo que se necesita son políticas de Estado, pero no para perjudicar al que sigue. Simplemente para poner en cada platito los porotos que le corresponden a cada uno, y entre todos poder subsistir y coexistir y ir mejorando como lo hacen los países normales”, se ilusionó.